dice la expresión popular que es preciso renovarse para no morir, una máxima que también debería aplicarse a la investigación. Investigar o morir, a pesar de que este campo atraviese por una de sus épocas más difíciles debido a los recortes institucionales. Con todo, la I+D aún puede sacar pecho en Álava apoyada en un capital humano que para sí quisieran muchos territorios del entorno. Osakidetza, la UPV, BTI y Tecnalia son, entre otros, los puntales de la excelencia de la que goza el territorio al hablar de investigación biosanitaria, un ámbito donde también destaca a nivel internacional.

Dentro de la red pública, los últimos meses han sido de incertidumbre para el sector debido a la paralización de numerosas inversiones, pero el proyecto Bioaraba seguirá su curso. El centro de investigación que aglutina todos los proyectos llevados a cabo en Txagorritxu, Santiago y los centros de salud del territorio finalmente no contará con unas instalaciones propias tal y como estaba previsto en el plan funcional del Hospital Universitario de Álava (HUA), pero continúa adelante con energías renovadas. "Estamos de todo menos muertos, aunque no vayamos a tener un edificio", promete el responsable de Bioaraba, Joaquín Durán-Cantolla. A día de hoy, el centro cuenta con 1.500 metros cuadrados plenamente dedicados a la investigación en Txagorritxu y otros 500 en Santiago, al margen de su colaboración con otros socios y consorcios privados como los ya citados, BTI o Tecnalia.

Basta con echar un rápido vistazo a los datos para comprobar el potencial de Bioaraba, cuya misión principal es desarrollar una investigación de excelencia que permita la rápida traslación de sus resultados a la práctica clínica y a la resolución de los problemas de salud. En la actualidad, Bioaraba cuenta con nueve grupos de investigación consolidados y otros trece emergentes, un total de 22 agrupaciones con sus respectivas áreas de trabajo. De todas ellas, sus tres áreas de liderazgo investigador dentro del ámbito vasco son el banco de cerebros y la unidad del sueño, ambos ubicados en Txagorritxu, y la especialidad psiquiátrica, enclavada en Santiago.

La primera de estas tres estructuras, inaugurada hace casi tres años y medio, es la referencia dentro de la red pública en la investigación de muestras con sospecha de enfermedad priónica, el conocido como mal de las vacas locas. Un nodo que se completa con otros dos bancos, uno de ADN y otro de tumores, destinados a analizar respectivamente muestras de sangre y suero y tejidos tumorales de pacientes vivos. En cuanto a la unidad del sueño, con más de dos décadas de funcionamiento a sus espaldas, la investigación sobre apneas se ha convertido en su prioridad a lo largo de los últimos tiempos. Entre sus últimos logros se encuentra el acuerdo al que acaba de llegar con la Universidad de Chicago, la quinta más importante del planeta, y su hospital infantil Comer, para estudiar los trastornos del sueño entre los niños.

Por último, el servicio de Psiquiatría comandado por Ana González-Pinto ha destacado por sus avances en el estudio de los primeros episodios psicóticos, lo que le ha valido para acaparar numerosos reconocimientos de carácter internacional, así como del trastorno bipolar, la esquizofrenia o los trastornos alimentarios. Según los últimos datos aportados por Osakidetza, el HUA acapara el 66% de toda la investigación de Osakidetza en Psiquiatría, el 47% en el área de Aparato Respiratorio y el 43% en Cardiología, otro de esos grupos de investigación consolidados dentro de Bioaraba.

Sin salir de Txagorritxu, hace algo más de dos años se inauguró también un nuevo laboratorio de referencia para desarrollar proyectos de investigación genética y molecular y, además, también resulta imprescindible detenerse en la Unidad de Ensayos Clínicos que desde 1998 opera en la CAV de forma pionera y exclusiva gracias a un convenio suscrito por el propio hospital, la UPV y Tecnalia. La investigación de medicamentos genéricos y su ensayo en individuos sanos mediante bioequivalencias constituye una de las misiones de esta unidad, donde también se realizan estudios clínico-nutricionales para comprobar la eficacia y seguridad de alimentos funcionales y complementos alimenticios.

De vuelta a los datos, Bioaraba obtuvo en 2011 3,36 millones de euros para desarrollar sus proyectos de investigación, el 10% de toda la CAV, muy cerca de los hospitales de Galdakao y Basurto (3,84), que trabajan integrados como el HUA. Actualmente, el centro de investigación alavés cuenta con 134 proyectos de investigación en marcha con 280 profesionales implicados. En 2012 , sus investigadores sacaron a la luz 90 publicaciones, récord histórico en el territorio alavés.

Tecnalia, fiel socio tecnológico de Txagorritxu desde la apertura de la Unidad de Ensayos Clínicos, cuenta también con unas instalaciones de la más alta cualificación en el parque tecnológico de Miñano, dentro de las cuales destaca el Área de Biociencias. Al margen del trabajo realizado en colaboración con Osakidetza, Tecnalia desarrolla en Miñano actividades orientadas a la investigación y el desarrollo en el área de la genética y la genómica funcional, mediante la utilización de nuevas tecnologías de alto rendimiento como los microarrays de DNA, la secuenciación génica mediante electroforesis capilar y el análisis proteico y celular.

Otro de los principales puntales de la investigación en Álava desde el ámbito privado lo representa Eduardo Anitua, referente científico por el descubrimiento del plasma rico en factores de crecimiento para la regeneración de tejidos. Pese a que en un principio la utilización de esta fórmula se ciñó exclusivamente a la cirugía oral y maxilofacial, progresivamente se ha extendido a distintas áreas médicas como la Dermatología, la Oftalmología, la Traumatología y la medicina deportiva, estos dos últimos campos en constante colaboración con Mikel Sánchez.

A finales del pasado noviembre, BTI selló el primer acuerdo que Bioaraba realiza como tal con una entidad del sector privado, que servirá para consolidar y potenciar varios proyectos que buscan prevenir, diagnosticar y tratar patologías relacionadas con el envejecimiento, la regeneración celular y los trastornos del sueño. Pronto vendrán más pactos estratégicos de este tipo, porque según recuerda Durán-Cantolla "hay que fomentar la colaboración público-privada ante la atenuación de recursos públicos".

De vuelta a la iniciativa pública, no puede olvidarse tampoco el Centro de Investigación y Estudios Avanzados Lucio Lascaray de la UPV, un impulso a la investigación en ciencias en un campus circunscrito principalmente a las Humanidades. En el centro trabajan grupos punteros en investigación de materias tan diversas como la obesidad, los medicamentos genéricos o la seguridad de los alimentos. Dentro del campo sanitario, sobresalen su Servicio Central de Análisis, una Resonancia Magnética Nuclear y el segundo Banco de ADN del territorio.

La estrecha colaboración con la UPV, tal y como ya se da con la Diputación alavesa o el Ayuntamiento de Vitoria, también constituye una de las principales prioridades para Durán-Cantolla. Al margen de los colores políticos, la crisis y los recortes, la investigación debe seguir viva. "Queremos trabajar en equipo. Somos científicos y estamos muy por encima de las siglas políticas de cada institución, porque queremos generar beneficios a la ciudadanía y a la ciencia", zanja.