NUNCA la expresión poner puertas al campo encajó también con la realidad como en el caso de la sentencia judicial que establece quién es el responsable administrativo de los actos de los animales salvajes. En 2008, la Audiencia Provincial de Álava falló que los cotos alaveses deben responder por el comportamiento de los corzos, jabalíes, ciervos y cualquier animal, sea cazable o no, que campan a sus anchas por los campos alaveses, y en muchas ocasiones por sus carreteras, tanto que para 2013 se espera que haya medio centenar de atropellos y otras tantas indemnizaciones a conductores.
Ajenos a la jurisprudencia, a la titularidad de la tierra en la que se alimentan y a las más elementales normas de tráfico, los animales causan en Álava al menos tres veces más siniestros que los de toda la Comunidad Valenciana, y las aseguradoras que cubren a los cotos, ahora únicos responsables de esos accidentes, suben sus pólizas en relación al riesgo que asumen. Por ello, la Asociación de Cotos de Álava ha lanzado un órdago a la Diputación, que hasta hace unos años asumía el pago de las indemnizaciones en caso de accidente causado por especies no cinegéticas. O se busca una solución, o los cotos alaveses desaparecerán.
Hoy lunes, las Juntas Generales debaten qué hacer para salvar a un sector, el de la caza, que alimenta las arcas de muchos concejos alaveses en mayor o menor cuantía y que hace las veces de último eslabón del ecosistema en Álava controlando a una fauna mayor que carece de cualquier otro depredador.
El problema de los atropellos es, ciertamente, muy serio. Si en 1986 tan sólo se registró uno de estos siniestros -con especies cinegéticas- la cifra ha ido aumentando paulatinamente hasta superar el centenar de accidentes en 1998 y dispararse hasta los 290 del año pasado. Si a la asunción de esta responsabilidad se suma la de cualquier animal que se interponga entre un coche y su destino, como falló el juez, la cuantía económica necesaria para hacer frente a la reparación de los vehículos se dispara.
Un ejemplo. En el ejercicio 2006-2007 124 cotos tenían contratado un seguro con Allianz por el que pagaron una prima de 206.647 euros. Las reclamaciones ese año ascendieron a 276.258 euros, y las compañías abonaron 164.410, a los que hay que sumar los 48.561 que tuvieron que pagar los propios cotos en concepto de franquicia. Ese año la aseguradora no perdió dinero, pero en los tres siguientes el negocio no fue tal. En 2008 la prima fue de 218.562 euros, las reclamaciones ascendían a 445.157 y Axa tuvo que abonar 304.584 euros. Un año más tarde los cotos pagaron a la misma compañía 186.226 euros, pero la empresa tuvo que abonar 219.498. En 2010 se repitió la historia. La prima de 143.169 euros con Gable Insurance no bastó para costear los 229.388 que le tocó pagar a la aseguradora. Y además los cotos tuvieron que poner otros 42.116 euros para completar las indemnizaciones.
Enfermedades Teófilo Ruiz de Viñaspre, presidente de la Asociación de Cotos de Caza, explica que si se ven obligados a cerrar estos espacios cinegéticos, en Álava sólo podrán cazar aves migratorias, con lo cual la población de corzos, jabalíes o ciervos podría salirse de madre y el problema de los accidentes se agravaría aún más. "Con el peligro añadido -explica- de que a larga la Naturaleza se autorregula por medio de enfermedades que se pueden transmitir a la ganadería extensiva que hay en nuestros montes".
La Asociación de Cotos considera que arreglar el problema de los seguros es sólo "la tirita" ante una cuestión que se debe resolver con un plan de gestión nuevo, la "cirugía", similar al que se aplica en Francia. "La población de jabalí no ha aumentado en estos años, probablemente haya alguno menos que hace cinco años, cazamos más y, sin embargo, tenemos muchos más accidentes y muchos más daños. El plomo no arregla los problemas, los arregla la gestión", insiste Ruiz de Viñaspre, que sitúa la causa de esta aparente contradicción en el desequilibrio de la pirámide poblacional del jabalí. "Está totalmente descompensada, una hembra con cuatro o cinco años ha aprendido a andar por el campo, conoce los pasos con menos problemas en las carreteras, pero la media de edad de las madres en Álava es de 25 meses. Son adolescentes y están todo el día de juerga; comen donde hay comida más fácil, y pasan por donde les da la gana", asegura.
En cuanto a los corzos, cuya población sí ha aumentado de forma considerable en los últimos años, el presidente de ACCA defiende que el cazador pueda cobrar más piezas. "Proponemos que cada uno vaya a cazar con un precinto de trofeo, pero que lleve otros dos de otro color, para que los que hay que eliminar de la Naturaleza se puedan sacar, que se pueda pegar el tiro tranquilamente sabiendo que si mata un corcito que no es trofeo tenga otro para poder tirar, y así cumpliremos con nuestra labor dentro del medio, sacar lo que hay de más", explica Ruiz de Viñaspre.
Por su parte, Javier Argote, presidente de los concejos alaveses, cree que tanto los pueblos pequeños como los cazadores y los agricultores comparten la misma opinión sobre el problema de los seguros. "Quien controla la especie debe hacerse cargo, cuando el control tiene efectos lo hacen los propios cazadores, y veo normal que los daños que se originen los paguen ellos, pero en este momento no es así, el control de esos animales cinegéticos lo hace la Diputación, no los cazadores", señala Argote, quien considera que aunque la sentencia que obliga a éstos a asumir todos los costes es "surrealista", el juez "no se inventó nada". Para el presidente de ACOA, la Ley de Caza en la que se basa el fallo es "incongruente", y apunta a soluciones como las que se aplican en buena parte de Europa, donde los seguros de los vehículos se hacen cargo de los daños causados por los animales.