gasteiz reivindicó en la mañana de ayer una sociedad más inclusiva durante una nueva edición, y ya van 16, de la tradicional Carrera de Cascabeles. Sensibilizar a la población sobre las dificultades que las personas invidentes y con otras discapacidades se encuentran a cada paso constituye año tras año un objetivo cumplido para la ONCE, organizadora del evento. No en vano, la respuesta de los vitorianos, de todas las edades y condiciones, siempre está a la altura de las circunstancias y ayer no fue una excepción.

La receta apenas varía, al igual que el compromiso de los participantes: La calle San Prudencio se convirtió en una pista de carreras que los improvisados atletas, más de 400, debieron recorrer en parejas. Algunos a toda velocidad, la mayoría andando, que lo importante es participar. Uno de los integrantes, ataviado con un antifaz, debe guiarse por el sonido del cascabel que porta su compañero. A ciegas, se pone en la piel de una persona invidente y comprende mejor lo que supone vivir con esa discapacidad.

Un sol de justicia saludó a los muchos vecinos congregados en la plaza del Arca, donde nació y murió el recorrido. Interminable, El Caminante también se quiso sumar a la reivindicación vestido con una camiseta de la carrera, antifaz, y bastón en mano. ¡A correr! Markel y Garoa, dos chavales de 13 años que debutan en la prueba, salen disparados a la carrera y son los primeros en completar el recorrido de cerca de 800 metros. No importa demasiado quién haya ganado en esta ocasión, pero es evidente que están contentos. ¿Qué se siente al correr a oscuras? "Miedo", responde Markel. El mensaje parece haber calado en ellos, pese a que se inscribieron en la prueba porque pasaban por allí.

La diputada de Política Social en funciones, Covadonga Solaguren, corrió de la mano del presidente del consejo territorial de la ONCE en Euskadi, Aitor González, quien no dudó en alabar la "muy buena forma" en la que se encuentra la representante foral. "Estoy sorprendido por la gran participación. Cada vez hay más diversidad, no todo son ciegos sino también gente con otras discapacidades, y eso es lo mejor para lograr nuestro objetivo", se felicitó González. Muy cerca, Abel y su hija Dounia, que entraron en la meta en segunda posición, disfrutaban del ambiente mientras el primero, amante de las carreras populares, explicaba la clave del éxito: "Le he dicho que fuera pisando huevos y se ha guiado muy bien" detallaba Abel. Toñi, acompañada por su hija Uxue, celebraba por su parte "haber hecho ruido" en la calle por esta buena causa.

Los participantes fueron obsequiados con un sabroso hamaiketako, a base de txakoli alavés, txoripán y bebida energética, y como colofón los responsables de la ONCE entregaron el Cascabel de Oro al Instituto Mendebaldea de Gasteiz por haber desarrollado el proyecto Ekinean. Destinado a alumnos con bajos niveles de funcionalidad, el plan busca lograr una inserción social en todos los ámbitos "desarrollando altos grados de autonomía y autoconcepto positivo". Carmen González, directora del centro, agradeció su trabajo a los "verdaderos protagonistas" del galardón, los alumnos, profesores y especialistas del instituto.