Cae la noche y casi toda Vitoria se echa a dormir. Es jueves, están a punto de dar las 22.00 horas y los agentes pertenecientes al turno de noche de la Policía Local se dan cita en Aguirrelanda para el pase de lista. El ritual recuerda a la escena recurrente con la que la serie policiaca Canción triste de Hill Street acostumbraba a abrir sus capítulos. Patrulleros de uniforme y de paisano se reúnen en una sala de la comisaría para recibir las instrucciones del día o, mejor dicho, de la noche. El oficial, desde la tarima, repasa las prioridades y comienza a repartir las tareas. Estamos en vísperas de las festividades navideñas y toca prestar especial atención a los locales de hostelería. La directriz consiste en informar a los titulares de los establecimientos que se espera congreguen a las multitudes durante este periodo de celebraciones sobre la necesidad de respetar los aforos, mantener en perfecto estado de revista las salidas de emergencia, los extintores y, en general, cuidar al máximo la seguridad para evitar riesgos innecesarios. También toca prestarle atención al Belén de La Florida "porque nos están rompiendo las figuras". Como todos los años por estas fechas. Pero al margen de estos asuntos, hay que repartir otras tareas.

El oficial va cantando los nombres por parejas, les asigna una clave y les confía una tarea. "Custodia detenido, k-10, aforos, k-22, relevo del Belén..." Cada patrulla toma nota de su quehacer y aguarda a que concluyan las órdenes. "K-40, alcoholemias, k-55, vigilancia de la zona de Sancho el Sabio..." La noche de hoy es un tanto especial, ya que al ya tradicional pintxo-pote de Gorbea y centro hay que sumar los actos que Gasteiz On ha dispuesto para abrir una serie de negocios en horario vespertino, una iniciativa que ya cuenta con precedentes en las grandes ciudades. Como al conjunto de negocios se le suman varias discotecas, se ha habilitado un autobús que recorrerá el corazón de la ciudad cosiendo los distintos puntos en los que tienen lugar las actividades. Los agentes también habrán de velar por que el vehículo pueda transitar sin inconvenientes. "Alcohol a menores...", continua el oficial mientras surge la primera incidencia. Hay que acudir a la llamada y abandonar la sala a la carrera, sin tiempo para saber si la arenga policial culmina con el mítico "tengan cuidado ahí afuera".

Hace frío. Dos grados bajo cero, concretamente. La alerta hace referencia al polideportivo Aranalde. Parece que hay un enfrentamiento y que varios jóvenes se niegan a abandonar las instalaciones. Al llegar al lugar, la patrulla se encuentra con dos personas discutiendo en la calle. La primera es el encargado del centro y la segunda uno de los usuarios que, en teoría, no quería salir. Ni los jóvenes lo son tanto ni el enfrentamiento es tal. En realidad se trata de una simple diferencia de pareceres. El encargado opina que el grupo que estaba practicando deporte se había retrasado y el usuario que les ha apagado las luces antes de la hora de cierre. "Yo no tengo la culpa de que este señor se quiera ir a casa a cenar antes de tiempo", argumenta. El asunto se salda con unas palabras por parte de los agentes. Falsa alarma.

Pasan 15 minutos de las diez de la noche y de nuevo la pantalla de la emisora cobra vida para informar de otro altercado. Esta vez en el Aterpe del Casco Viejo, a pocos metros del Gaztetxe. Parece ser que uno de los usuarios del centro ha llegado fuera de la hora y se ha enfrentado al vigilante de la puerta. "Ahí tienen seguridad privada", indica uno de los agentes. De camino al incidente, la radio vuelve a informar de que ya se ha subsanado. Otro asunto menor que queda en nada.

ciudad tranquila Vitoria hace esta noche honor a su fama de ciudad segura y pacífica. A juicio de los patrulleros la seguridad que en estos momentos se respira en las calles puede deberse a múltiples factores. La crisis, que la gente se esté reservando para los días fuertes de la Navidad, o simplemente que hace demasiado frío hasta para delinquir. Aunque es jueves y aún no han comenzado los exámenes, no hay demasiados universitarios por las calles. Se ve algún grupo celebrando inequívocamente su cena de empresa, algunas cuadrillas de fiesta por el Casco Viejo... Pero poco ambiente en general. "Las salidas se concentran el sábado, los jueves y los viernes están últimamente muy tranquilos", informan los agentes. Tampoco hay apenas tráfico. Los únicos coches que aparecen una y otra vez, como si de una producción de dibujos animados con fondos repetidos se tratara, son precisamente los de la Policía Local.

Tras un breve letargo, la emisora resucita. Hay una pelea en la avenida Zabalgana. El vehículo policial se pone en marcha y avanza a través de Portal de Castilla, toma la rotonda al final de la calle y enfila la vía. A la altura del número indicado, se detiene y los dos agentes se apean. No hay nadie en la calle. Son las 22.40 y el único local de hostelería que se ve abierto por la zona está unos metros más adelante, así que tras revisar los alrededores deciden preguntar en su interior por si alguien ha visto algo. Bingo. Dentro del establecimiento están los dos protagonistas de la riña callejera. Uno de ellos explica a la patrulla que ambos son compañeros de trabajo, aunque no se conocen mucho. Pese a esta circunstancia uno de ellos, aparentemente alterado quién sabe por qué razón, le ha asestado un puñetazo en plena cara al otro. Ahora, sin embargo, la tensión parece haber desaparecido y los agentes toman nota de lo ocurrido. Sin más.

Resuena otra voz en la emisora. Ha saltado la alarma de un almacén y hay que acudir a ver si todo está en orden. Una patrulla anuncia que se ocupa de ello y a los pocos minutos informa de que se ha revisado la instalación y que no hay ningún problema. La tranquilidad sigue instalada en la capital alavesa.

registro voluntario Al hilo de esta incidencia, los agentes indican que hay una nueva iniciativa puesta en marcha en la ciudad por parte de la Policía Local. Consiste en que los agentes asignados a una zona recorran los establecimientos y pregunten a sus responsables si quieren facilitar su número de teléfono para que, en el caso de que haya algún problema, se pueda contactar rápidamente con los interesados. La Ley de Protección de Datos impide a la Policía disponer de estos datos por otras vías, de manera que hay que recurrir a la solicitud cara a cara, algo que tampoco les viene mal a las partes ya que así se favorece la cercanía y el conocimiento personal. En la emisora se informa de una denuncia contra un vehículo, al parecer mal estacionado. El hecho lleva a pensar que los efectos de la huelga de brazos caídos han expirado.

En Fray Zacarías, frente a la puerta de la comisaría del Casco Viejo, aguarda uno de los grupos de la Unidad Operativa de Seguridad, los UOS. Son las 23.00 horas y toca relevo. Una furgoneta aparece por la cuesta y entra en el recinto para reemplazar a los compañeros. Como cada jueves, los UOS cubren el turno que va de las 19.00 a las 3.00 horas. No llevan bolígrafo ni talonario. No son agentes de proximidad y el aspecto de su mono de trabajo lo evidencia. El grupo entra en el edificio y se dispone a cenar mientras uno de sus integrantes se ocupa del ordenador y de estar atento a posibles llamadas. De momento, no hay ninguna.

Pasada media hora, la radio da razón de una pelea en la calle Cuchillería. Se nota que la ciudad está tranquila porque en cuestión de cinco minutos aparecen en el lugar hasta cinco vehículos de la Policía Local. La primera patrulla que aparece se dirige a un grupo que vocifera en la calle para informarse de lo que sucede. Varios chavales discuten con un hombre de mediana edad visiblemente ebrio. Al parecer, le zarandean por haberles provocado e insultado, pero la cosa no va a más. Con sumo cuidado, para que el asunto no pase a mayores, los agentes separan al individuo y lo identifican. "Lo lógico es que les hubiera dado una hostia a cada uno", balbucea el hombre tratando en vano de aparentar compostura. La Policía, que ve que intenta regresar al lugar donde se ha originado el enfrentamiento en busca de una supuesta botella de vino que se ha dejado por el camino, le pide que desista en su empeño y que se vaya para no causar problemas. Parece acceder, pero más tarde volverá a hablarse de él en la emisora cuando trate de recuperar su anhelada botella. La cabra tira al monte.

Cerca de la una de la madrugada, la radio informa de un presunto robo en el centro. Un joven de 19 años ha sido localizado cuando pedaleaba sobre una mountain bike de niño. Si el río suena, suele llevar agua, de manera que los agentes le requisan la bicicleta y se la llevan a Aguirrelanda. El joven es identificado en previsión de que se le puedan reclamar responsabilidades.

Al pasar junto al parque de La Florida, se adivinan las siluetas de los UOS que patrullan por la zona para evitar los ya tradicionales actos vandálicos que tienen lugar por estas fechas y que suelen acabar dejando mancos a pajes o cojos a los corderos. Esta noche, sin embargo, la tranquilidad reina hasta en la recreación estática de Belén. El kiosko luce sus mejores galas con una navideña iluminación blanca.

Y la emisora enmudece por largo rato. "Es más que normal. Aunque parezca que es una frase hecha, la verdad es que Vitoria, salvo contadas excepciones, es una ciudad muy tranquila", ilustra uno de los guardias. Al filo de las dos de la mañana se notifica un posible accidente de tráfico en la confluencia de Venta de la Estrella y Heraclio Fournier. Aparecen los restos de un turismo de color verde pero no hay nadie en las inmediaciones. Los agentes se ocupan de retirar los restos e inician los trámites para dar con el dueño.

A medida que avanza la noche, los incidentes caen con cuentagotas. Al final, el balance hasta las seis de la mañana arroja un saldo de 31 alertas, de las cuales 10 no han requerido finalmente de intervención policial. La mayor parte se la llevan las infracciones a ordenanzas -ruidos de vecinos, botellón...- y tráfico. Un volumen exiguo de sucesos para una ciudad que pasa ya de los 235.000 habitantes.