Muchos grupos de música han marcado épocas y hoy en día sus versiones siguen escuchándose como si el tiempo no hubiese pasado nunca. Saturnino Sáez de Ibarra a sus 72 años, ha convertido su vida en un álbum lleno de recuerdos del famoso grupo mexicano Trío Calaveras. Este alavés, posee más de 200 discos, de los cuales 70 son de pizarra y 50 de vinilo. Además, cuenta con 3.000 documentos, numerosos libros donde se exponen artículos de periódicos y cientos de fotos de los tres cantantes.
Este conjunto comenzó su éxito en los años treinta, Guillermo Bermejo, Miguel Bermejo y Raúl Prado, fueron los fundadores. Los tres músicos, deleitaron al público mexicano con numerosas canciones que tornaban un sonido suave al compás de sus guitarras y voces, todo un ejemplo de sonoridad que hizo nacer el primer falsete alargado de la historia de la música. Pero su carrera también se llevó a la gran pantalla de manos de Jorge Negrete, con el que participaron en varias películas.
Saturnino entonces se interesaba por el boxeo y el baile. A los once años fue cuando escuchó por primera vez al grupo, "me enganché en cuanto escuché la canción de Plegaria Guadalupana. Ver esas contestaciones a dos voces y la nitidez en las guitarras hizo que me enamorara por completo". Durante su juventud, compró todos los discos que el Trío Calaveras sacaba al mercado, sin embargo, la paradoja era que no pudo escucharlos hasta que ahorró para comprarse un tocadiscos.
Por el año 1957, Saturnino estudiaba francés en una academia de la calle Dato cuando, por casualidad, se encontró con los componentes del grupo mexicano en el bar Casa Blanca. Sin dudarlo, entró y se presentó. Toda una ocasión que hizo que, desde entonces, empezara a tener contacto con ellos. " No podía creer que ante mis ojos tuviera a los verdaderos artistas del son huatesco" afirma Saturnino. A partir de los años 60, su afición a coleccionar aumentó, los periódicos informaban de los numerosos conciertos que el grupo daba por todo el mundo. "Radio Vitoria les hizo una entrevista en el año 1996 a través de la línea telefónica, fue un gran momento para que la sociedad alavesa les conociera".
En 2003, la embajada de México le llamó para que pudiera exponer parte de su colección en la exposición que este país latinoamericano hacía en el Palacio de Villasuso. "Tenía una sala para mí solo, y pude exponer más de 300 piezas de mi colección". Para esta ocasión, el propio diplomático viajó a Vitoria. "Tuve el privilegio de poder hablar con él durante una hora. El embajador no podía creer que alguien que se encontraba a 8.000 kilómetros de distancia pudiera conocer tan bien al grupo mexicano".
Una vez jubilado, se ha dedicado día y noche a investigar sobre el grupo, verificando los datos de numerosos críticos de música en las hemerotecas de Madrid. "En algunos discos no se especifican bien las fechas e incluso hay gente que se inventa calumnias sobre ellos. Yo guardo todas las pruebas y no tengo ningún problema en demostrarlo". Pero su labor no acaba aquí. Ha escrito varios libros dedicados especialmente a los nuevos grupos herederos del Trío Calaveras. "Tienen derecho a saber lo que sus antecesores han significado para la música mexicana y deben conocer su historia". Mientras, para Saturnino su familia ha sido un gran apoyo en su afición como coleccionista. "Quiero que ellos también lo valoren. El Trío Calaveras ha sido una válvula de escape en este mundo de desengaño. La gente piensa que es un pérdida de tiempo y dinero, pero para mí es una gran inversión".