Cuando el ser humano se tiene que enfrentar a algo enorme e impredecible como el mar y trabajar en él como lograr su sustento es fácil que confíe y se encomiende a un poder superior para poder volver y si además es con buenos resultados, mejor. Por ello no es extraño que a lo largo de la costa cantábrica y frente al mar se encuentren ermitas encomendadas a santos y vírgenes que protejan a los trabajadores del mar.

En Cantabria se pueden pueden ver o visitar algunas de las más interesantes, muy arraigadas en el sentir de sus vecinos. Esta ruta recorre algunos de estos enclaves.

Las ermitas del este

La capilla de Santa Ana frente al castillo y el faro de Castro Urdiales. Van Basten

La villa de Castro Urdiales es una de las más antiguas e históricamente importantes localidades marineras de Cantabria. Además de puerto pesquero desde aquí salían mercante hacia la Europa atlántica o las colonias americanas. Cuenta con la iglesia gótica de la Asunción y el conjunto del cerro de San Ana, formado por el castillo con el faro de su interior y que a través de un puente medieval de piedra comunica con la ermita de Santa Ana que se alza sobre el llamado Canto de Santa Ana, una peña que sobresale del mar y en la que se han encontrado restos de hasta doce periodos constructivos que se remontan hasta el periodo romano. La actual es de 1941, levantado tras un temporal que dañó la anterior, de 1926.

El siguiente punto en el que merece la pena detenerse es Noja, que cuenta con tres ermitas. La primera de ellas es la de San Nicolás a la altura de la playa naturista de Helgueras, que divide en dos la de Trengadín. En el bosque que bordea el arenal se encuentra sus ruinas, aunque conserva parte de su cúpula y de sus muros.

Más adelante, ya en Noja, desde la playa de Ris se ve la cercana isla de Pedruco. Acceder a ella es complicado , pero en lo alto se distingue con claridad la ermita del mismo nombre. En tiempos alojaba la imagen de san Pedro ad Vincula que los vecinos de Noja llevaban en procesión hasta la iglesia de Noja. En la actualidad el templo está abandonado y cubierto de vegetación, siendo muy complicado llegar hasta él a través de las espesas higueras que han crecido son control y se ha convertido en un refugio de aves. Hay planes de restauración.

La ermita de San Pedruco en lo alto del islote. Noja Turismo

La tercera ermita es la de San Juan, en medio del barrio de Ris y en el centro de un cuidado parque. De origen medieval, destaca su espadaña con campana y remata con una cruz y dos pináculos. Sus muros son de piedra y la cubierta de teja roja.

La patrona de Santander tiene su alojamiento en una ermita ubicada al borde del mar en la localidad de San Román de la Llanilla, a cinco kilómetros de la capital cántabra. Esta ermita se encuentra en lo alto de una isla muy cercana a la costa. Tan próxima que se puede acceder a ella a pies seco cuando la marea baja y se descubre una lengua de arena que permite del paso. También este edificio ha sufrido la furia del mar que pescadores y marineros tanto temen y ha sido dañada en varias ocasiones, siendo especialmente recordada la del siglo XVI, tres siglos después de levantarse la primera, a finales de XIV y de la misma época de la talla que preside el lugar. El edificio cuenta con otro cuerpo edificado a finales del siglo XVII.

Las ermitas del oeste

Dicen de Santillana del Mar que es la villa de las tres mentiras. Pero a pesar de una de ellas, la de que no tiene mar, bajo su jurisdicción se encuentra Ubiarco, que alberga la que probablemente sea la ermita más peculiar y distinta de las que se pueden encontrar en esta ruta, la de Santa Justa. Si la mayor parte de estos pequeños templos se encentran en un alto desde el que otear el mar, en este caso se encuentra a pie de playa y enclaustrada en el acantilado. Aprovechando una cavidad natural en el acantilado se levantaron unos muros para cerrar el recinto, se albergaron las reliquias de las santas y hermanas sevillanas Justa y Rufina, martirizadas en el siglo III. El actual templo es del siglo XVI y se levantó sobre el anterior, del siglo XII. Su ubicación, aunque oscura y húmeda le permite resistir los embates climatológicos y los fenómenos costeros mejor que otras.

Con la muga con el Principado de Asturias a la vista, en Comillas se puede visitar la ermita de Santa Lucia. Arquitectónicamente no parece contar con gran valor, pero es su carácter popular, su importancia en la vida de los profesionales del mar, especialmente en los pescadores locales, que acostumbraban a subir a este lugar para rogar protección antes de embarcarse, lo que le da su importancia. Las familias de Comillas estaban atentos a la campana de su espadaña, sus tañidos avisaban de la llegada de mal tiempo y temporales. También funcionaba como atalaya para vigilar el paso de las ballenas y avisar a las vecinos para capturarla. De esto se deduce que es un excelente mirador sobre la costa y el mar.

En San Vicente de la Barquera acaba esta ruta ante la ermita de la Virgen de la Barquera, patrona de la localidad. Este edificio del siglo XV vigila la entrada al estuario, por donde pasan las embarcaciones que van al puerto. Adosado al templo se ha construido un albergue para visitantes.