- Acaba de escribir un ensayo sobre la complejidad de la política, y dos meses después el panorama ha puesto patas arriba a gran parte del planeta. En este contexto, Innerarity ha lanzado un manifiesto junto con otros académicos y activistas, un llamamiento a la Comisión Europea y al Parlamento para que adopten, empezando por la reunión del Eurogrupo del 16 de marzo, medidas comunes y coordinadas. Dentro del Estado, Innerarity advierte sobre el peligro del oportunismo político en un escenario de nuevo marcado por la sombra de la catástrofe.
Cuál es su impresión sobre este momento excepcional.
-En el libro he descrito con detalle este tipo de crisis como posibilidades que pueden acontecer en un horizonte de una mayor vulnerabilidad y volatilidad, que exigía a los gobiernos una mayor inteligencia, no tanto para montar gabinetes de crisis cuando estas llegan, sino para tener instrumentos de previsión y anticipación. La nueva política no es la de los dos nuevos partidos que vinieron, sino esta: una situación de crisis y vulnerabilidad permanente.
Instrumentos que apuntan a la necesidad de un sistema potente de salud pública.
-Claro, la idea de que el Estado cuanto más se parezca al mercado mejor es uno de los mantras que explica nuestra debilidad ante este tipo de fenómenos.
El quid, una vez pase la tormenta, es el marco que dibuje una Europa en crisis.
-Esta alerta nos ha vuelto a pillar en unos debates acerca de cómo recortar los presupuestos europeos, con un brexit, con una falta de armonización y una institucionalidad relativamente baja. No hemos realizado el aprendizaje que la crisis financiera de 2008 nos estaba invitando a hacer. Y necesitamos instrumentos comunes para abordar este tipo de crisis.
Crisis que según usted afecta al populismo.
-Sí, porque este momento reclama tres cosas: una revalorización del juicio de los expertos, una institucionalidad y una comunidad global, tres cosas, si ponemos el ejemplo de Trump, paradigma del populista perfecto, que el populismo no digiere bien. Trump ha calificado esto de un virus extranjero, que era una especie de gripe sin relativa importancia. Ha suprimido el organismo contra las epidemias que estaba en el Consejo Nacional de Seguridad, y está tratando de hacer ver ahora desesperadamente para que no se vea su mala gestión de la crisis, que esto en el fondo es un tema de los chinos. Porque la típica mentalidad de un hombre cerrado como él es pensar que los problemas vienen de fuera y no tanto del interior o de la vulnerabilidad compartida que tenemos, que no quiere reconocer.
Al mismo tiempo aparece la tentación de hacer construcción nacional a partir de esto.
-Todos los momentos de crisis son de gran desconcierto, en los que hay una nostalgia de autoridad, bastante explicable y lógica. Pero son aprovechados por algunos para el tipo de construcción o destrucción que ellos desean. La crisis económica fue aprovechada para no solamente recortar unos gastos que pudieran no tener demasiada justificación, sino también para aplicar una política ideológica de austeridad que respondía a un modelo neoliberal. Ahora mismo puede haber quien a la vista de coordinar todos los niveles de gobierno, de una manera muy demagógica, aproveche para ese 155 sanitario en una dinámica de recentralización, cuando todo el mundo ha aceptado la idea de que hace falta una coordinación. Lo que al mismo tiempo es totalmente disfuncional es un mando centralizado que no tenga en cuenta el conocimiento del entorno. Una competencia no significa una soberanía caprichosa, sino ser competente, tener un conocimiento y autoridad en el terreno.