losque tenemos unos años -no hace tantos- y memoria, recordamos con fruición y un sano regodeo aquel programa, Las noticias del guiñol, que ofrecía Canal+ en la segunda mitad de los años 90. Se trataba de un informativo de humor y sátira política por el que desfilaban los principales líderes del momento representados por muñecos muy logrados. Entre ellos figuraba el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar López. Pues bien, cuando Wallapop, plataforma de ventas de objetos de segunda mano, acaba de poner a la venta el muñeco que en aquel célebre guiñol representaba a Aznar, resulta que el ex presidente y fundador de FAES ha puesto en marcha su propio teatro de marionetas en Euskadi situando a la cabeza del los títeres a un txotxongillo también en puro saldo, Carlos Iturgaiz. El intrépido acordeonista santurtziarra ha sido entronizado en el teatrillo vasco tal y como describe el anuncio de Wallapop, y viene “con todos los detalles: gafas, manos y mecanismo de uso”.
A Aznar, cuando era presidente, no le gustaba nada aquel programa de Canal+; no soportaba verse manejado por mano ajena. Por eso, pasito a pasito, ha ido confeccionando su propio teatrillo de títeres desnudando a unos muñecos y vistiendo a otros hasta hacerse con un elenco a su imagen y semejanza. A uno de sus espantajos preferidos, Carlos Urquijo, le montó un chiringuito denominado Asociación Esteban de Garibay, quien correspondió al jefe invitándole a pronunciar una conferencia en Bilbo hace quince días bajo el título El fortalecimiento de España en el País Vasco. Una visita inquietante, que vino a inaugurar el titirimundi planeado por el ex presidente para imponer su guiñol.
Ya está dicho casi todo sobre el muñeco protagonista impuesto para españolizar al PP vasco de una puñetera vez, que ya estaba bien de dirigentes tibios en españolidad, de títeres mediocres y de derechita cobarde. Reanimar a la marioneta ya arrumbada de Carlos Iturgaiz es recuperar el vigoroso espíritu del ¡Basta Ya!, del Foro de Ermua, de la bronca permanente, de una ETA eterna y del voto a dos manos. No le ha temblado el pulso al matasiete del trío de las Azores a la hora de mover los hilos. Consolidado ya el escenario del guiñol español, unidos de la mano el Polichinela Pablo y la bruja Piruja Cayetana, se desaloja del escenario a escobazos al villano Alfonso Alonso y entra a caballo trotón el hidalgo Iturgaiz desalojando a punta de espada a las marionetas que pudieran hacerle sombra.
Dejando de lado las andanzas guiñolescas de Aznar que han puesto patas arriba cualquier asomo de renovación del ya decadente PP vasco, los escasos dirigentes que quedan con un mínimo de sensatez deben tener una inmensa sensación de frustración, de saberse sacrificados en aras de un escenario más grandioso, el de una ultraderecha insolente, inclemente, xenófoba y patriotera, aquella foto de la Plaza de Colón que, sin duda, encandiló a Aznar y le animó a intervenir en el escenario vasco iniciando el festival con una representación carroñera en Ermua en la que actuaron el paladín y su capataz.
Aunque pretenda disfrazarse de adalid del constitucionalismo y muralla contra el nacionalismo, el liderazgo de Carlos Iturgaiz, ya lo vamos viendo, lleva la intención de unificar a la ultraderecha vasca, que la hay. Iturgaiz busca desesperadamente a los votantes de Vox para engordar su propia marioneta, pero no se da cuenta de que si entra el dragón en la escena acabará por devorar a quien le dio el papel. La cuesta abajo por la que viene deslizándose el Partido Popular desde hace ya media docena de elecciones, puede precipitarle en el abismo bajo el protagonismo del paladín Iturgaiz, único personaje capaz de aceptar el papelón suicida impuesto por el maese José María Aznar. Los guiños cómplices a Santiago Abascal, el compadreo con los cuatro gatos que combaten el foralismo y el tufo a naftalina de los nuevos muñecos del guiñol, sólo pueden vaticinar el derrumbe definitivo de una derecha centralista mínimamente civilizada. Lo que viene es el sorpasso que, con un poco de suerte, elegirá para el teatrillo a algún muñeco de Vox que desaloje a estacazos al del PP.