Ya está. En apenas una semana se ha resuelto la gran crisis desatada tras la sentencia del caso Gürtel que puso, por fin, al PP en la picota. Había otras razones para pedirle al PP y a Mariano Rajoy que abandonaran el Gobierno y dejaran que los españoles decidieran si debía seguir en su lugar (la presidencia del Gobierno) o irse, pero siempre hay una gota que colma el vaso, y ya ha caído esa gota. Si comparáramos el sacrificio de Rajoy con el sermón de las siete palabras de Cristo crucificado, en la mañana en que se ha debatido la “moción de censura” se ha repetido el grito del Redentor: “Todo se ha consumado”. Así ha sido. Todo análisis de lo ocurrido se arriesga a caer en la superficialidad, o en el ansia de venganza ante un Gobierno (el del PP) tan poco acogedor como altivo. La derecha española, es decir el PP, se ha mostrado demasiado inhóspita, tanto que no ha cosechado ni un solo cómplice, porque Ciudadanos (C’s) no es su amigo ni su colaborador, sino quien se ha acercado a él para darle la puñalada de gracia. Al PP solo le van a apoyar en su viaje al abismo algunas fuerzas “residuales”, algunas de ellas fundadas y dirigidas por ex miembros del propio PP en tiempos pasados.

Ahora importa el futuro. Pedro Sánchez será presidente con una minoría que requerirá apoyos y que le puede obligar a extremar sus posiciones y arriesgar sus decisiones. ¿De qué modo esgrimirán sus urgencias el PDeCAT o ERC en el procés catalán? ¿Qué reclamará EH Bildu con respecto a los presos de ETA, e incluso a la “nacionalidad vasca”, de la que actualmente se debate? ¿Hasta dónde querrá ir Podemos en su ambigüedad, en lo que toca a la territorialidad y demás reivindicaciones regionales de cuantas ponen en riesgo al Estado? Y por fin, ¿de qué modo se debe valorar el apoyo del PNV a Pedro Sánchez, solo unas semanas después de que apoyara el Presupuesto del PP, ya en vías de expulsión?

El PSOE va a pagar este apoyo con la aceptación del mismo Presupuesto que hizo pavonearse al PP junto al PNV. No es nada barato, porque en el paquete que apoya a Sánchez hay demasiados acompañantes que provocan más incertidumbres que seguridades. Solo el PNV y el PSOE están avalados por trayectorias e inclinaciones fiables. Por todo esto, el PSOE debe ser alabado, por haber asumido un riesgo importante sin tener asegurado el éxito, y por haber aglutinado los apoyos suficientes, lo cual solo es achacable a que el PSOE genera sentimientos de confianza, dadas su antigüedad, su historia y su trayectoria.

Los cinco apoyos (votos) que le ha dado el nacionalismo vasco rememoran pasajes muy antiguos, incluso anteriores al franquismo, porque PNV y PSOE han presumido de ser unos buenos compañeros en el tiempo. No solo han resultado trascendentales en esta ocasión los votos del PNV, también ha sido apoyado por otros, pero los otros votos que han apoyado al PSOE (PDeCAT, Podemos, ERC, EH Bildu, etc?) han llegado por eliminación y, sin duda, no movidos por razones de Estado. De alguna manera el PNV ha exhibido su razón de Estado, de ese Estado al que pertenece aunque dicha pertenencia la disfrace con explicaciones y ciertas disculpas? Por algo PSOE y PNV han caminado a la par durante tanto tiempo, recelando a veces, pero convencidos de que es más lo que les ha unido que lo que les ha separado.

Solo queda felicitarme, felicitarnos, por la presidencia de Pedro Sánchez.