La corrupción cava, palada a palada, la tumba del PP en Madrid. Y al hacerlo desata el riesgo ?rme del contagio mimético en el resto de España como paso previo a un nuevo ciclo. La descomposición ética encarnada en Cristina Cifuentes hace añicos el cristal de la honestidad personal. A semejante fangal viene a contribuir el rescate de un vídeo viral con un gesto cleptómano tan ingenuo como deplorable, grabado en 2011 y que por ley debió ser borrado. Es decir, la perniciosa complicidad de las cloacas policiales al servicio del bastardo fuego amigo. La ruleta de la venganza a partir de los procedimientos judiciales Canal de Isabel II, Lezo y Púnica solo ha sacado su primera bola negra. El PP madrileño tiene su calvario asegurado a un año vista de las próximas autonómicas para regocijo de una izquierda que ahora ve más cerca que nunca la recuperación del poder allí donde más importa: la Puerta del Sol. Hasta entonces, Cifuentes transitará como la reina de los memes y del escarnio mundano. Lo pudo haber sido hace dos años, justo cuando un pernicioso comisario enfrentado al Gobierno Rajoy puso en circulación desde los bajos fondos el vídeo sobre los dos botes de crema antiedad. En esa época, ningún dirigente del PP de Madrid había pasado por la cárcel y a nadie le interesaba alterar el statu quo ni pisarse la manguera. Pero una vez que Cifuentes abrió a cuerpo gentil la veda contra las corruptelas que tanto conocía, creyéndose intocable porque Rajoy aquella noche electoral en el balcón de Génova la eligió a su lado entre todos los demás, su caída era cuestión de tiempo. Quizá su verbo embaucador y un osado engreimiento le hicieron creer que a sus enemigos le temblarían las piernas cuando quisieran activar su artillería. Han bastado los vergonzantes episodios del máster y la mentira congelada siete años en la caja fuerte de un policía chantajista y sin escrúpulos para desmiti?car a este engreído verso suelto de honda inconsistencia política e intelectual. Ahora bien, no se ha acabado la munición. Por si acaso, Cifuentes continuará como diputada de a pie para garantizarse el aforamiento. Aún le aguardan las carpetas sobre las concesiones al grupo hostelero de Arturo Fernández o la enésima irregularidad en el Canal. Paradójicamente, Rajoy se ha ahorrado el trago de pedir a su amiga de conveniencia que se vaya. A su vez, evita el ridículo de perder con toda seguridad una moción de censura favorable al PSOE. Y ya sin Cifuentes se asegura el poder porque cambia el paso de Ciudadanos. Una vez más el presidente del Gobierno ganará tiempo -ahí está la puerta entreabierta de los Presupuestos-, incluso para buscar candidatos que se atrevan a perder, consciente de que cada día huele más a podrido a su alrededor.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
