Al igual que a otros muchos combatientes de esa cruenta e injusta contienda, a Luis Etxebarria (Ugao-Miraballes 1919-2018) no le gustaba hablar de la guerra. El que hasta su fallecimiento el jueves era el último miliciano vivo de la villa se guardaba para sí gran parte de sus dramáticas experiencias, en una especie de amnesia selectiva provocada por el dolor de los recuerdos y por las consecuencias de la posterior represión. Llenar de contenido ese silencio no es tarea fácil “porque los protagonistas callaron y sus hijos nunca preguntaron”, reconoce Ritxi Zarate, miembro de la asociación Burdin Hesia Ugaon que forma parte de esa generación de nietos “que nos hemos empeñado en indagar, en recuperar la memoria histórica”. Y fue esta entidad local de carácter altruista la que en 2013 consiguió convencer a Etxebarria, reunirse tranquilamente con él “y recoger su testimonio en una extensa entrevista que grabamos en audio”, explica su presidente, Iñaki García Uribe. Ahora que su voz se ha apagado, ese relato particular recobra más valor si cabe y sirve de merecido homenaje “a todos esos luchadores por la libertad que, como nuestro vecino, estuvieron dispuestos a dejar sus casas, sus familias y sus trabajos para coger un arma que nunca antes habían tenido entre sus manos”, añade.
Etxebarria fue uno de esos jóvenes sin experiencia que se ofrecieron voluntarios para, de la noche a la mañana, alistarse en la guerra y combatir al fascismo. Al principio, militó en el Batallón San Andrés, creado por la Solidaridad de Trabajadores Vascos, “y aunque no tenemos muy claro a cuál de las secciones perteneció, intuimos por sus palabras que fue la de ingenieros, ya que nos habló de su trabajo en la fortificación en Urkiola y en las obras en el aeródromo de Dima”, declaran desde la asociación que reivindica el legado del Cinturón de Hierro a su paso por Ugao.
Todo parece indicar, por tanto, que Etxebarria formó parte de las cuadrillas de zapadores, minadores y pontoneros que, por la noche y en condiciones climatológicas adversas, “levantaban trincheras para que las unidades de infantería pudieran protegerse durante el día del abrumador vendaval de plomo y fuego que les venía desde la aviación y desde la artillería enemiga, muy superiores durante toda la contienda”.
Perdido Urkiola, su batallón se repliega a Múxica para ser testigo a unos dos kilómetros de distancia del bombardeo de Gernika en abril de 1937 y, a continuación, se va retirando hacia Bilbao donde finalmente acaba disolviéndose. El ugaotarra se une después al batallón Celta de la CNT que, con el ejército vasco reorganizado en Santander, combate duramente en la conocida como Batalla del Kolitxa, el último contraataque que harían los vascos en territorio propio. “Hubo más de 200 gudaris y milicianos vascos muertos y un impacto de artillería cercano, cubrió a Luis parcialmente de tierra”.
santoña y gernika Si duros fueron los episodios bélicos que vivió, también lo fueron sus posteriores destinos. “Su guerra como la de muchos vascos acabó en Santoña, y comenzó un nuevo periodo de sufrimiento ya que pasó 7 meses en campos de prisioneros en Castro Urdiales y San Juan de Mozarrifar (Zaragoza). Después tuvo que hacer, durante tres años, la mili en lugares como Iruñea, Madrid, Marruecos, Orduña y Gernika”.
Son los recuerdos, en muchos casos imprecisos, que Etxebarria se animó a desvelar a Burdin Hesia Ugaon y que, tras su fallecimiento, cobran más sentido e importancia que nunca “porque es uno de los últimos combatientes por la libertad que quedaban vivos, creemos que en toda Euskadi habrá ya solo unos 14”, indica García Uribe.
Ayer fue su funeral en la parroquia de San Bartolomé de Ugao-Miraballes pero la asociación prepara ya un homenaje póstumo en la plaza de la villa para principios de febrero. Etxebarria ya recibió en vida dos reconocimientos. El primero tuvo lugar el 1996 en el Batzoki de Ugao “estuvieron presentes 30 de los 36 gudaris que quedaban vivos en Ugao y asistió también el entonces presidente del Bizkai Buru Batzar, Javier Atutxa”, recuerda Iñaki. El segundo, tuvo lugar en diciembre de 2015 en el mismo escenario. A aquella emotiva cita ya solo acudieron Luis Etxebarria y Baltasar Delgado Tarin. Los dos últimos milicianos de Ugao han fallecido con solo seis meses de diferencia, a los 98 y 99 años de edad respectivamente. - S.M. / Foto: S.M.