ereván - Armenia conmemoró ayer el centenario del genocidio cometido contra su pueblo por el Imperio Otomano apoyada por Rusia, Francia y Alemania, mientras Turquía se limitó a expresar sus condolencias.
El 24 de abril de 1915 comenzó “uno de los crímenes más graves del siglo XX”, en el que “en torno a millón y medio de seres humanos fueron exterminados solo por ser armenios”, denunció el presidente armenio, Serge Sargsián.
Descendientes de las víctimas del genocidio, acompañados por los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y Francia, François Hollande, se congregaron ayer en una colina (Tsitsernakaberd) a las afueras de Ereván, capital de Armenia, para rendir tributo a sus antepasados. Entre ellas, se encontraba el armenio más universal, Charles Aznavour, quien viajó a Ereván a sus 90 años desde su París natal sin albergar odio alguno contra los turcos, que mataron a todos los familiares de su madre.
En una intervención destinada a agitar las conciencias de los que aún niegan los genocidios cometidos contra los armenios, judíos, ruandeses o camboyanos, Sargsián recordó que la matanza de su pueblo fue planificada por los líderes políticos y militares otomanos. “El reconocimiento del genocidio no es el tributo mundial al pueblo armenio y a sus mártires. El reconocimiento del genocidio es el triunfo de la conciencia humana y la justicia sobre la intolerancia y el odio”, dijo.
Esa ceremonia oficial dio paso a una peregrinación de decenas de miles de armenios que subieron a pie la colina para depositar flores ante la llama eterna, que mantiene vivo el recuerdo de los mártires del genocidio, que fueron canonizados ayer por la Iglesia Apostólica Armenia. “Siempre llueve en el aniversario del genocidio. Es Dios que llora”, reza el dicho que repiten una y otra vez los armenios, en una jornada en la que diluvió desde media tarde.
“Muerte a los turcos”, se oyó en varias ocasiones en boca de hombres que se desgañitaban entre la multitud, que no se hizo eco de ese llamamiento. También se podían ver banderas de Siria, adonde fueron a parar muchos armenios deportados; de los asirios, un pueblo cristiano también masacrado por los otomanos, y del enclave de Nagorno Karabaj, cuya soberanía enfrenta a Armenia y Azerbaiyán.
Hollande, cuyo país acoge también una importante e influyente comunidad armenia, no dudó en aprovechar la ocasión para pedirle a Turquía que reconozca el genocidio. Mientras, Putin subrayó que “nada puede justificar los asesinatos masivos de personas” por motivos étnicos y exhortó a aprobar la adopción de leyes internacionales para la prevención de futuros genocidios.
Turquía también conmemoró el centenario del genocidio y su presidente, el islamista Recep Tayyip Erdogan, expresó sus condolencias a “los hijos y nietos” de los armenios masacrados bajo el Imperio Otomano. Erdogan subrayó que “comparte de forma genuina el dolor” de los armenios, pero se limitó a describir el genocidio armenio como “tristes acontecimientos” acontecidos en el marco “de la Primera Guerra Mundial”.
El presidente de Alemania, Joachin Gauck, y el Parlamento de Austria no sólo reconocieron públicamente el genocidio armenio, sino que aludieron a la connivencia de sus gobiernos y ejércitos con la aniquilación sistemática de ese pueblo. En total, más de una veintena de países ha reconocido el genocidio, pero entre ellos no figura ni Israel, pese a que los judíos fueron víctimas del Holocausto, ni EEUU, que trata de no irritar a su aliado turco. - Efe