EL príncipe de Asturias tuvo que suspender ayer un viaje oficial de dos días a Sao Paulo por una avería en uno de los flaps o alerones del avión, un Airbus 310 del Ejército del Aire que entró en servicio en España en septiembre de 2003, después de ser adquirido de segunda mano a la compañía Air France. Aunque los técnicos intentaron arreglar el aparato, hubo que renunciar al despegue después de unas siete horas de trabajo de los técnicos para intentar reparar totalmente el fallo.
El origen de la avería estaba en un sensor que al causar un cortocircuito, impedía el normal funcionamiento de un flap del ala izquierda, por lo que los técnicos intentaron la sustitución de esa pieza por una idéntica extraída del otro A-310 disponible, que no se encontraba en la base, sino en las instalaciones de Airbus en Getafe para someterse a una revisión periódica. Bajo un frío intenso, el equipo técnico instaló la pieza en el ala izquierda de la aeronave, pero cuando el retraso en el despegue alcanzaba ya las siete horas, quedó claro que la "calibración absolutamente exacta" necesaria para esta reparación requería un tiempo adicional de ajuste del que no se disponía si se quería llevar a cabo el viaje previsto a Brasil.
Según la Casa Real, por este motivo el piloto decidió finalmente, en torno a las ocho de la mañana, suspender el vuelo, mientras algunos miembros de la delegación evaluaban aún las posibilidades de adaptar la agenda del Príncipe en Sao Paulo a un retraso de varias horas en la llegada. "Nunca me había pasado y ya tengo unos añitos", comentó Felipe sin ocultar su pesar, al despedirse, en la base aérea de Torrejón, de los periodistas que le iban a acompañar a Sao Paulo, centrado especialmente en el impulso a las empresas españolas en el mercado brasileño.
Fuerza aérea
Siete aviones disponibles
La aeronave averiada, uno de los dos Airbus A-310 que la Fuerza Aérea española utiliza para el transporte de autoridades, estaba preparada para partir de Torrejón en torno a la una de la madrugada, pero, en las comprobaciones rutinarias previas al despegue, los pilotos detectaron que uno de los alerones no respondía como debía.
La Fuerza Aérea dispone de una unidad especializada en desplazamientos de autoridades -fundamentalmente, miembros del Gobierno y de la Familia Real-, el llamado 45 Grupo, que opera desde la base de Torrejón y cuenta con estos dos A-310 y cinco aviones Falcon 900, más pequeños pero menos operativos.
Los Airbus A-310, un modelo cuya antigüedad ronda los 30 años, disponen de una autonomía de vuelo de 9.600 kilómetros y 12 horas de vuelo y sustituyeron a los vetustos Boeing 707, fabricados a finales de los años 50 y que acumulaban un largo historial de averías e incidentes.
El Ministerio de Defensa explicó entonces que la elección de dos aviones de segunda mano se debía a que iban a realizar una media anual de 600 horas de vuelo, mientras que la correcta amortización de un aparato nuevo supone que tenga que volar más de 3.000 horas anuales, como ocurre en el caso de las líneas aéreas.
El Gobierno escogió también los A-310, y no modelos más pequeños como el A-319, por la necesidad de que fueran capaces de realizar sin escalas 5.500 millas náuticas, 10.100 kilómetros, lo que permite hacer holgadamente vuelos transoceánicos. Los reyes estrenaron el primer Airbus 310 el 17 de septiembre de 2003, con un viaje a Granada, y cuatro días más tarde, el presidente Aznar utilizó esta aeronave para un viaje oficial a Estados Unidos.
El incidente de ayer no ha sido el único protagonizado por los A-310 de la Fuerza Aérea Española. Un fallo eléctrico también impidió despegar de la Guayana Francesa el avión en el que viajaba el entonces ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos en marzo de 2005.
De boeing a airbus
Largo listado de accidentes
Otros aviones destinados al transporte de personalidades también han sufrido averías de importancia. En junio de 2009, un Falcon en el que se iba a desplazar José Luis Rodríguez Zapatero al término de su visita a Togo tuvo que abortar el despegue después de que el piloto comprobara que el indicador de velocidad no se encendía. El calor excesivo que provocó en las ruedas ese despegue abortado hizo que se desinflaran y obligaron a que el jefe del Gobierno regresara en otro avión que había utilizado para trasladarse a Togo el ministro de Justicia, Francisco Caamaño.
Poco después fue un Hércules en el que viajaba parte de la delegación que acompañó a Zapatero, así como los representantes de los medios de comunicación, el que tuvo que regresar a Togo una hora después de despegar debido a un fallo en un indicador de aceite de una hélice.
Precisamente, Zapatero tuvo que desplazarse a África en un Falcon y el resto de la delegación en un Hércules por una avería de uno de los dos Airbus, ya que el otro estaba siendo utilizado por los reyes en su viaje a Nueva Zelanda y Australia. El 13 de diciembre de 2008 un Boeing 707 tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en Nápoles cuando viajaba a Afganistán el jefe del Estado Mayor del Aire, el general José Jiménez Ruiz. Una fisura en el cristal del copiloto provocó una despresurización del avión que hizo saltar las máscaras de oxígeno y obligó al piloto a descender rápidamente de los 35.000 a los 7.000 pies de altura.
En diciembre de 2005, un Hércules C-130 en el que se trasladaba a Bosnia el entonces ministro de Defensa, José Bono, se salió de la pista, sin que se produjera ningún daño, al aterrizar en Mostar. En 2002, el Boeing que trasladaba a José María Aznar a la República Dominicana tuvo una avería en el sistema hidráulico del tren de aterrizaje, que los tripulantes tuvieron que accionarlo de forma manual.