hay cosas peores que un responsable institucional sin ideas? Sí, un exgobernante sobrado de ideas. Si tienen alguna duda, pregúntenle a Rajoy por José María Aznar. Ha sido muy celebrada entre la derecha española la reaparición en Donostia del expresidente del Gobierno español. Acompañaba a María San Gil, a quien considero una víctima del terrorismo, como el propio Aznar, y por lo tanto pasaré por alto las palabras relativas a la violencia. Son de trazo tan grueso que solo se explican por esa cercanía a un dolor que no ha curado.

Sin embargo me ha interesado especialmente ese supuesto "desfalco de soberanía", española se entiende, que llevan a cabo "los nacionalismos", el catalán y el vasco supongo. En ese estado de cosas es en el que nos encontramos según el presidente de honor del mismo partido de Rajoy. Merece la pena subrayar este hecho, porque escuchándole parece que Aznar fuera opositor y no compañero de filas.

Este hombre es de memoria frágil, o de una hipocresía desmesurada, porque él fue quien pactó con Pujol, y con Arzalluz, y supongo que ninguno de los dos (ni el catalán ni el vasco estaban velando por la soberanía española). En realidad, el síndrome del ex le lleva a ver las cosas con una perspectiva errónea que tiende a magnificar las soluciones que él adopto y a tensar aún más los problemas que le acucian a su sucesor. No es nuevo ni exclusivo de Aznar, pero él cumple a rajatabla ese paradigma.

Si nos atenemos a los hechos, y sobre todo a la legión de leyes y decretos de carácter básico que el PP ha aprobado desde que llegó al poder y las que se anuncian, la conclusión es exactamente la contraria de la que extrae Aznar. El ejemplo más claro es la reciente Lomce, a la espera de los reglamentos que desarrollen la ley en una materia que viene reflejada como de "competencia exclusiva" en el Estatuto de Gernika.

Pero vayan echando cuentas: salario funcionarial, repagos varios en el sector sanitario, ley de garantía de comercio único, ley de urbanismo, ley de acción exterior, ley de cajas, ley de costas, etc... Es casi más fácil enumerar las materias en las que el PP ha dejado las cosas como están. Añadan a esta Loapa camuflada las competencias aún pendientes. ¿Quién es el desfalcado? ¿Qué soberanía está siendo mermada un día sí y otro también?

Si sirve para ilustrar una generalidad, subrayemos la reciente excepción: el acuerdo arrancado por el PNV para que la reforma de las administraciones locales no afecte a los municipios vascos que seguirán con su actual régimen foral. Un buen acuerdo, una buena excepción. Más aún cuando enfrente hay una mayoría absoluta.

Aznar, es evidente, no trataba de ajustarse a la realidad sino que buscaba acelerar un poco más esa recentralización antes de asistir a un efecto rebote que tiene ya una concreción muy peligrosa para su nacionalismo español en Catalunya y un aviso serio desde que en Euskadi fracasó la entente, y la trampa electoral, que llevó a Patxi López a gobernar gracias al acuerdo PSE-PP.

Mientras llega ese nuevo estatus, aunque esbozado en el método, hay un atasco considerable sobre no ya cómo desarrollar nuestro autogobierno, sino de cómo hacer frente a su vaciado. Las instituciones catalanas han optado por un camino arriesgado pero legítimo: confrontar la ley española a la soberanía catalana. Les deseo mucha suerte. Pero en Euskadi no creo que sea factible. Hay muchas razones, pero una lectura realista de los resultados electorales (tercos en cuanto a sentimientos identitarios) desaconsejan arriesgarse a saltar la valla sin haber cogido impulso.

¿Qué hacemos mientras el Estado avanza con paso firme? Descartada esa vía catalana, nos queda otra: jugar con sus leyes, los recursos a un Tribunal Constitucional cada vez más descaradamente proclive a las tesis del Gobierno español frente a cualquier otra institución, y sortear más como pícaros que como gobernantes armados de razones esas leyes invasoras y, frecuentemente, perjudiciales para los intereses de la sociedad vasca.

En ese atasco estamos: invasión competencial, recurso al TC, aplicación cautelar y un previsible fallo. ¿Cómo se sale del círculo? No me siento capaz de elegir entre lo malo y lo peor, pero mi deseo es que nuestros gobernantes encuentren la fórmula y que nosotros estemos ahí para apoyarles como sociedad consciente de la amenaza.