vitoria. Uno de cada tres franceses que votará en la primera vuelta de las elecciones presidenciales lo hará por candidatos que representan los extremos de las tradicionales ideologías de derecha e izquierda. Marine Le Pen, del ultraderechista Frente Nacional, y Jean-Luc Mélenchon, al frente de una coalición de partidos como el Partido Comunista o el Partido de la Izquierda -su propia formación-, obtendrán entre el 30 y 35% de los votos en la cita electoral del domingo, según las encuestas. Los sondeos otorgan a ambos candidatos resultados muy similares -entre el 14 y el 17% de los votos- y pelearán voto a voto por el tercer puesto en la primera vuelta electoral.
Marine Le Pen (Neuilly-sur-Seine, 1968), la favorita entre los jóvenes franceses de 18 a 24 años -un 26% dice que votará por la aspirante ultraderechista, según una encuesta reciente, frente al 25% que lo hará por el socialista François Hollande y el 17% que apuesta por el mandatario conservador Nicolas Sarkozy-, busca en esta elección repetir la hazaña de su progenitor y predecesor al frente del Frente Nacional (FN), Jean Marie Le Pen, quien dio la sorpresa en 2002 al pasar a segunda vuelta con el entonces candidato a la reelección Jacques Chirac. Para ello se presenta como la candidata "antisistema", antiinmigrante y antimusulmana que pone a Francia por encima de todo.
Le Pen aboga por el "patriotismo económico", denuncia el poder de la Comisión Europea y apuesta por abandonar el euro así como renegociar todos los tratados europeos para recuperar la soberanía nacional. En el plano social, Le Pen carga contra la inmigración, que vincula con la criminalidad, y propone, entre otras medidas, que solo puedan cobrar ayudas quienes tengan al menos un "padre francés" y prohibir todos los signos religiosos considerados ostentosos.
Por su parte, Mélenchon, que inició la carrera electoral con apenas el 7% de intención de voto, ha ido subiendo en las encuestas hasta convertirse en la verdadera sorpresa de esta campaña, amenazando el tercer puesto de Le Pen e incluso la victoria de François Hollande en la primera vuelta. El voto de izquierdas se dividirá en la cita electoral del domingo; y es que algunos socialistas, desencantados con la moderación de candidato del Partido Socialista francés (PS), dirigirán sus votos hacia Mélenchon, que aglutina además el apoyo de indignados, comunistas, víctimas del capitalismo y ecologistas que no ven en la candidata verde, Eva Joly, una aspirante convincente.
Para la segunda vuelta, es previsible que Hollande se beneficie de los votos de Mélenchon; no está tan claro, en cambio, que los votantes de Le Pen apuesten por el candidato conservador a la reelección, Nicolas Sarkozy -de la Unión por un Movimiento Popular (UMP)-, ya que suelen optar por la abstención en la segunda vuelta. Este escenario beneficia claramente a Hollande, quien tiene casi asegurada la victoria en caso de pasar a segunda vuelta con el actual mandatario. Otro electorado a tener en cuenta será el del centrista François Bayrou, a quien las encuestas otorgan el quinto lugar con en torno al 10% de los votos.
La sorpresa Mélenchon (Tánger, 1951), emociona a sus seguidores con un discurso anticapitalista, en el que llama a "la revolución ciudadana", aboga por repartir la riqueza y abolir la inseguridad social, arrebatar el poder a los bancos así como al poder financiero, poner en práctica la planificación ecológica y otras formas de producción. Es el único candidato que rechaza las medidas de austeridad para salir de la crisis económica. De hecho, su programa electoral -Primero, lo humano- contempla fijar el salario mínimo en 1.700 euros brutos al mes, la recuperación de las 35 horas semanales y el derecho a jubilarse a los 60 años con la pensión completa. También aboga por el establecimiento de un salario máximo para todas las empresas, tanto públicas como privadas.
Mélenchon, hijo de un funcionario de Correos y una española que huyó a Marruecos durante la Guerra Civil, pasó su infancia en Tánger y se instaló en Francia en 1962. Filósofo de formación y exprofesor, comenzó su militancia política en una corriente comunista de tendencia trotskista a finales de los 60 y se unió al Partido Socialista en 1977. Su divorcio comenzó en 2005 cuando promovió el no a la Constitución europea y se materializó tres años después, momento en el que abandonó la formación y cofundó el Partido de la Izquierda.
"Hago un llamamiento a la revolución y a la insurrección ciudadana para salir de la actual crisis, defender el Estado de bienestar y para que los poderosos paguen las consecuencias de esta crisis económica y financiera", señaló durante un discurso en la plaza de la Bastilla que cerró una marcha de 120.000 personas el pasado mes de marzo. Gran orador, Mélenchon busca inspiración en los movimientos sociales que llevaron al poder a los latinoamericanos Luiz Inácio Lula da Silva, Hugo Chávez o Rafael Correa. "Vamos a hacer de esta elección una insurrección", manifiesta.
Propuestas En su programa electoral, Mélenchon también propone un gravamen a los "exiliados fiscales" -aquellos que fijan su residencia en el extranjero para no pagar impuestos-, destinar el 2% del Producto Interior Bruto (PIB) a la vivienda social, la escolarización obligatoria hasta los 18 años, un referéndum sobre la energía nuclear y apuesta por el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto libre, la eutanasia así como la nacionalización de algunos grupos energéticos.
En materia de inmigración, el candidato izquierdista defiende el derecho a la reagrupación familiar, el cierre de los centros de detención, la eliminación de las leyes aprobadas desde 2002 y un respeto escrupuloso del derecho de asilo. Mélenchon asegura que no se guiará "por la obsesión de la devolución de extranjeros" y apuesta por la regularización de quienes están en Francia así como por la nacionalización de quien lo desee y lleve más de cinco años viviendo en el país. El domingo se verá qué mensaje ha calado más entre los franceses.