LA Unesco acaba de dar al mundo una lección magistral de democracia. Ha desoído las presiones y amenazas, absolutamente inadmisibles, de quienes se oponían -¡después de 5 décadas!- al reconocimiento de Palestina como Estado miembro de la Organización y ha respaldado escrupulosamente la voluntad mayoritaria de los países que la integran.

¡Ya era hora! Ya era hora de que Israel se diera cuenta de que el respeto y afecto no se gana por la fuerza y por la influencia y coacción sino por la concertación, la conciliación, la convivencia.

El Presidente Obama había declarado la pertinencia de que los territorios de la Autoridad Palestina fueran reconocidos como Estado. Pero, inmediatamente, la inmensa presión que es capaz de ejercer Israel, con tantos resortes del poder de los Estados Unidos en sus manos, le llevó a cambiar de opinión, aduciendo que era preferible acelerar el proceso de paz?Y la respuesta de Israel, a través del Primer Ministro Netanyahu fue? ¡más asentamientos en los territorios palestinos! Pocas veces una insolencia de esta naturaleza ha impulsado a tantos países a expresar su apoyo a los afectados por la jactancia. En la Unesco, los Estados Unidos invocaban, para asegurar una votación adversa, una ley de 1994, claramente anti-Naciones Unidas, de cuando el Presidente Bush padre ejercía en la Casa Blanca, que establece que los Estados Unidos no podrán abonar contribuciones a las instituciones que acepten en su seno a Palestina. ¡Una ley "local", en el apogeo hegemónico de los Estados Unidos, para modular las decisiones de todos los demás Estados!

Quiero recordar que también fue el Presidente Bush padre quien en 1989 no suscribió -y sigue siendo el único país del mundo, junto a Somalia, sin hacerlo- la Convención de los Derechos del Niño, presentada por Unicef.

La Unesco ha sabido poner los puntos sobre las íes. No en vano es la única institución del Sistema de las Naciones Unidas cuya Constitución refiere con precisión que son los "principios democráticos" los que deben guiar la gobernación nacional e internacional. Estados Unidos, Israel, Alemania, Canadá? tienen que darse cuenta de que el tiempo de la imposición ha concluido, afortunadamente para todos, ellos incluidos. Sepan esto: la gente ha renunciado a resignarse y la Unesco ha señalado caminos de futuro.

Da pena y tristeza ver a ciertos países "doblegarse" a las amenazas intolerables de los que preconizaban el "no". Da pena, mucha pena, ver la reacción de los que, en lugar de aceptar el veredicto de las urnas y facilitar, de una vez, los Acuerdos de Paz, amenazan con construir más asentamientos en los territorios (todavía más? porque, como he indicado, ya habían decidido ampliar las construcciones en los territorios palestinos en cualquier caso) o con no pagar más sus cuotas?.

No saben el secreto de la fuerza inmensa de la Unesco, la Organización intelectual del Sistema de las Naciones Unidas: su fuerza no son los dólares, son las ideas, son los ideales.