la adhesión del colectivo oficial de presos de ETA al Acuerdo de Gernika ha puesto de nuevo bajo los focos a este texto que hoy cumple un año de vida. 365 días de vértigo que han sido testigos de algunos cambios de calado; imprescindibles para entender el actual escenario y base del nuevo tiempo que se intuye por fin en el horizonte vasco.

El Acuerdo para un escenario de paz y soluciones democráticas llegó consciente de que su presentación era sólo el primer paso del camino. Batasuna refrendaba en él su compromiso con el fin de la violencia y eso permitía que se reencontrara con Aralar y con otra veintena de organizaciones en torno a una "hoja de ruta" compartida. ETA debe declarar "un alto el fuego permanente, unilateral y verificable por la comunidad internacional como expresión de voluntad para un definitivo abandono de su actividad armada", pedían a coro. El cambio estaba en marcha.

los logros

La respuesta de ETA y el paso al frente del EPPK

ETA tenía el balón en su tejado. Debía responder y lo hizo en enero haciendo suyos los términos que se le reclamaban. La cúpula política del MLNV marcaba por fin el paso con la fuerza de las bases. "Ya no ponían peros a determinada terminología relativa por ejemplo a dejar claros los términos del alto el fuego que se exigía a ETA, ni sobre el reconocimiento de las víctimas, ni sobre el futuro de los presos. Querían avanzar. Y eso era sin duda un indicio necesario para creer en la apertura de un nuevo tiempo", subrayaban ya entonces desde Aralar.

El desafío era sumar adhesiones al texto para blindar la irreversibilidad de los pasos dados. El EPPK saludó la iniciativa en febrero, pero la terminología le resultaba aún demasiado rotunda en algunos aspectos sensibles y sus representantes trataban de suavizarla ante el rechazo de los firmantes, contrarios a cambiar una sola coma de lo pactado. El debate se calentó en las cárceles. Los presos críticos no había dudado en participar activamente de este nuevo tiempo tomando la delantera al colectivo oficial y empezaban a disfrutar de una nueva situación penitenciaria en la que vivían acercamientos y concesión de beneficios (permisos, rebajas de grado,...) acordes a la ley. Mientras, los reclusos aún enmarcados en el EPPK no entendían cómo sus representantes políticos podían recorrer esta senda y ellos, los que estaban sufriendo en primera persona la prisión más dura, no podían dar un paso así.

Ninguno de los dos colectivos firmaba. Los oficiales, por la férrea doctrina que no había variado. Los críticos, porque la resistencia de algunos de los firmantes imponía la máxima de o todos o ninguno, convencidos de que era un viaje que no se podía hacer dejando a nadie fuera. Pero el Acuerdo de Gernika era un cabo demasiado importante como para dejarlo pasar y la definitiva implicación del EPPK introduce nuevas claves en la ecuación vasca posibilitando cambios en la situación de los presos. En Irlanda, el IRA dio permiso a sus reclusos para acogerse a beneficios según se puso en marcha el diálogo con el Gobierno británico. Ante la ausencia de un anuncio así por parte de ETA, sus presos han decidido con su adhesión hacer su camino. compartiendo por primera vez incluso la reclamación de que esta organización debe bajar la persiana.

los desafíos

La implicación de los Estados y el compromiso con las víctimas

Pero el camino es aún largo y quedan por dar algunos pasos. De mano de los firmantes queda por ejemplo plasmar en hechos el capítulo referido al reconocimiento del dolor de las víctimas. En los últimos doce meses, el Acuerdo de Gernika ha llamado a manifestarse por los derechos de los presos, por las consecuencias de la Ley de Partidos o por operaciones policiales como la que se llevó a cabo contra Ekin. Sin embargo, los guiños hacia quienes han experimentado en sus carnes el mordisco de la violencia son aún una asignatura pendiente. "Paso a paso. Llegarán, pero sin quebrar consensos con decisiones que podrían crear más problemas de los que solucionarían", explican a DNA miembros de la directiva del acuerdo, hablando así de los equilibrios internos que están conjurados a salvaguardar.

Fuera de su alcance queda el anuncio definitivo de ETA -se vuelve a especular con que llegue estos días al calor del Gudari Eguna-, y lograr la implicación de otros partidos y de los Gobiernos, presos de los ecos de la T-4 y la vecindad del 20-N pero agentes imprescindibles para que se pueda poner en marcha el proceso de diálogo inclusivo y resolutivo que hoy volverán a reivindicar los firmantes para avanzar en esta hoja de ruta que ha demostrado ser la palanca de cambios del actual proceso.