Síguenos en redes sociales:

Dime de qué tierra vengo

Siempre me he sentido en tierra de nadie, extraña en mi propia tierra, siempre fuera de lugar, sin un arraigo, y como un amante que tiene que ocultar su amor por un trozo de tierra en el norte, ya que se le niega el derecho a quererla. Como hija de inmigrantes, siempre hemos sido los maketos, que no es otra cosa que "gente venida de fuera", y aunque no conozco otra patria que ésta, nunca se me ha permitido sentirme vasca, ni alavesa, ni vitoriana.

Con los ya famosos ?taitantos a mis espaldas, qué quieren que les diga queridos ciudadanos vascos de pedigrí, yo no he conocido otra tierra que ésta, aquí nací, crecí, me enamoré, me desesperé con la Transición, corrí delante de los grises, estudié euskera por vocación. ¿Con qué derecho deciden ustedes de donde soy? Yo desde luego les aseguro que ya no necesito su permiso para saberlo.

Mucha gente llegó aquí en los sesenta, dispuesta a trabajar, y eso es lo que han hecho durante toda su vida. Mi padre se unió a otros para crear una cooperativa, que ha dado trabajo y sigue dándole a mucha gente de esta bendita tierra. Yo nunca imaginé que tendría que pedir perdón a cada ilustre apellido vasco, porque el mío procedía de una provincia sin label. Allá por los últimos años de la década de los setenta, aprendí que no era bien acogida en mi, hasta entonces, querida ciudad, porque por mis venas no corría sangre purificada con ocho apellidos euskaldunes. El golpe fue duro, se lo puedo asegurar, y muy difícil de digerir para una persona que, como yo, se implica hasta el tuétano con los que considera su gente. ¿Cómo que no soy vasca?, ¿y entonces de donde soy? "Tú eres de Granada". ¿De dónde? Si yo casi no la conozco, no sé el nombre de sus calles, ni cuándo son sus fiestas, ni qué canciones cantan. Si yo adoro este paisaje, me sé todas las canciones de Donnay, y lloro cada vez que oigo el Agur jaunak. Si le celebro cada agosto con Celedón su casa nueva, si me colaba de niña en Mendizorrotza para animar al entonces Vasconia. Si mi padre, ese maketo que tuvo la desfachatez de pisar y profanar su tierra, se fue hasta Dortmund para apoyar al Alavés. Si lloro en el Rosario de la Aurora con nuestra patrona de la Virgen Blanca, si me encantan los caracoles por San Prudencio.

Lo siento amigos alaveses, yo no soy de Granada por muy bonita que esa ciudad sea, y tampoco soy maketa. Yo soy, por más que les pese, vitoriana, alavesa y vasca. Así decidan ustedes parar el mundo, no me importa, ¡que se pare!, pero yo aquí tengo mi sitio, desde aquí lo reivindico y de aquí no me mueve ni todo el RH de Arzalluz. Además, para su información viniendo de donde vengo, esta tierra que ustedes me niegan, si me quiere y me quiere tanto que me dio su sangre, y me concedió su determinante 0 negativo. Hoy todavía tengo que escuchar que esta cuidad es lo que es por culpa de los gallegos, andaluces y extremeños, todavía un siglo después se les considera culpables de su carácter provinciano.

Por favor, un poco de autocrítica, mézclense, dejen que todo fluya y se diluyan las diferencias, no pongan frenos, avancemos todos a una, que todos somos parte de este paisaje, de este aire y de estas sendas.

María Valenzuela

Vitoria