Las personas activas, en especial durante la edad adulta y la vejez, tienen el doble de probabilidades de evitar una muerte prematura o una enfermedad grave que las que no hacen ejercicio. No es lo mismo ejercicio físico que deporte. El deporte es fuente de salud, aunque el deporte profesional, el de competición, es fuente de patologías.
El ejercicio es el mejor medicamento
La persona que hace ejercicio para adelgazar y no lo consigue, está haciendo algo muy bueno. No debe dejarlo. Es mucho mejor para la salud, tanto física como mental, tener sobrepeso y hacer ejercicio, que simplemente estar pasado de kilos.
El Dr. William C. Roberts dijo: “Conozco un medicamento que disminuye las grasas, es antihipertensivo, mejora el funcionamiento del corazón, disminuye la frecuencia cardíaca, dilata las arterias, es diurético, es reductor del peso, estimula el funcionamiento intestinal, disminuye el azúcar, es tranquilizante y con cualidades de antidepresivo y favorece el sueño”. Ese medicamento es el ejercicio físico. Pero es tan barato y lo tenemos tan a mano que lo despreciamos y buscamos fórmulas milagrosas para estar más sanos, más ágiles, con menos peso y de mejor humor.
El ejercicio físico disminuye el riesgo de padecer cardiopatía, hipertensión arterial, diabetes, osteoporosis, obesidad, estreñimiento, varices, hemorroides, hipercolesterolemia, insomnio, ansiedad, depresión, etc.
El ejercicio además mejora las defensas del cuerpo. Aumenta la producción de glóbulos blancos y de anticuerpos. El ejercicio previene y a la vez acorta el curso de la enfermedad. Ante un proceso infeccioso febril, una gripe, por ejemplo, si uno no puede levantarse de la cama, ahí está bien. Si puede estar levantado, sentado en un sillón, mejor. Si puede hacer vida normal en casa, será bueno. Pero si puede salir a la calle y dar una vuelta a la manzana, mejor. Si puede ir a trabajar, que trabaje, siempre que el trabajo no sea peligroso, como actividades que impliquen conducir, hacerlo en las alturas, etc. Y si puede hacer deporte, eso sería el no va más, lo ideal.
Vencer la pereza
El polo opuesto del ejercicio es el sedentarismo. Palabra, derivada de sedente, sentado, y que se aplica a una vida carente de ejercicio. Los peligros que conlleva no se han dado a conocer al gran público hasta que no se le ha advertido del peligro de producir trombosis venosas en las piernas, cuando se tiene que guardar cama o en los viajes largos de avión. En esos casos se permanece sentado muchas horas, sin caminar. Si la circulación se enlentece, la sangre tiende a coagularse, a hacer trombos, que pueden dar embolias pulmonares mortales.
Se ha calculado que el número de muertes al año debidas a la falta de ejercicio está entre un 6 y un 8 %, de lo que se deduce que las personas que hacen ejercicio viven unos años más que las que no lo hacen. Y viven en mejores condiciones físicas.
El problema es que da pereza, se está muy cómodo sin hacer nada, es muy fácil dejarse llevar y para justificarnos ponemos todo tipo de excusas. Una muy utilizada, para no hacer ejercicio físico, es la falta de tiempo. Séneca decía que: “Todo aquél que no pierde el tiempo, tiene el suficiente”. No se trata de cambiar los horarios de nadie, sino hacer una redistribución de las tareas habituales y del tiempo que empleamos en ellas. El tiempo empleado en analizar como realizamos nuestra jornada habitual es muy útil y nos hará ver que hay muchos ratos desaprovechados y otros ocupados en cosas que sería mejor no hacer.
Pautas sencillas diarias
Podríamos empezar por hacer ejercicio media hora diaria, que no tiene por qué ser de una sola vez. Un paseo puede ser suficiente, siempre que se haga con un ritmo un poco exigente. Con paso suficientemente rápido para poder hablar sin jadeos, y para no tener resuello suficiente para canturrear o silbar. Se puede aprovechar el recorrido para ir o volver del trabajo o el instituto. Si la distancia es muy larga y vamos en autobús o metro siempre podremos bajarnos en una parada o estación anterior a la de destino. Si andamos apurados de tiempo por la mañana lo haremos en el recorrido de vuelta a casa.
Si vamos en metro, subir las escaleras de piedra y no las mecánicas. Bajar escaleras es más cómodo, pero es peligroso. Subir a casa andando. Mientras vemos la TV hacer bicicleta estática, hacer flexiones mientras se enfría el café demasiado caliente, saltar a la comba. Las personas mayores sentarse y levantarse de la silla unas cuantas veces seguidas cada hora. Estirar y encoger las piernas y los brazos, incluso sin moverlos podemos contraer y relajar los músculos. Mover el tronco y la cabeza hacia delante, hacia atrás y hacia los lados.
Una buena idea para utilizar la bicicleta estática es poner una película de vídeo y mientras la vemos, pedalear. ¿Estamos cansados y no podemos más? No hay problema, se para el vídeo y se deja la bicicleta. ¿Que queremos ver cómo continúa la película? Nos subimos a la bici, a pedalear, y damos al mando a distancia para seguir viéndola. Nadie lo ha hecho así.
También se puede buscar tiempo prolongando la jornada. Al salir del trabajo ir a un gimnasio o a nadar. Se vuelve a casa una hora más tarde, pero al cabo de unos días está uno más descansado y de mejor humor.
El ejercicio es imprescindible, cuando uno padece deficiencias físicas, ya sea por la edad, por enfermedad o como consecuencia de traumatismos y fracturas. En estos casos siempre se pauta una tabla de ejercicios para recuperar la función perdida. Si hay una pérdida irrecuperable de masa muscular, ósea o nerviosa es imposible llegar a la recuperación total.
Pero lo que ocurre en estos casos es que una vez recuperado lo máximo posible, considera cumplido el objetivo y deja de hacer lo mandado. No se da cuenta que lo tan duramente logrado se puede perder con gran facilidad. Tiene que saber que hay que continuar con los ejercicios, toda la vida, para conservar lo ya recuperado.
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