En la tercera edición del festival internacional de fotografía de Euskadi “participarán artistas de la talla de Richard Kalvar, de la Agencia Magnum, la fotógrafa contemporánea de moda Eliska Sky, el fotógrafo neoyorquino Gus Powell, la fotoperiodista hispano-palestina Maysun o la artista parisina residente en Baiona Gabrielle Duplantier”, explica el bilbaíno Josu Zaldibar, satisfecho por la vuelta de un evento que hará las delicias de los amantes del arte fotográfico y del público en general que se emociona con bellas imágenes. El listado de invitados lo completan la artista vasca Bego Antón, la fotógrafa documental parisina Scarlett Coten o el fotógrafo David Salcedo. Además de las conferencias de los invitados, el programa de BasqueDok Festival dará a conocer en breve al profesional que recibirá el galardón Basquedoksaria a su carrera profesional, que en las dos ediciones anteriores recayeron sobre la fotógrafa de la Agencia Magnum Susan Meiselas (2018) y el fotógrafo Cristóbal Hara (2019). Además, incluirá una exposición sobre el punk, de título Ansia, del fotógrafo madrileño David Arribas, o la pieza experimental de José Bautista de título Aiyéniariwo (en los cines Golem), un documental de 60 minutos con paisajes sonoros que recorren el planeta. De todo esto y más hablamos con Zaldibar.

¿De dónde le viene su pasión por la fotografía?

No me llegó de joven, fue algo larvado durante bastantes años, aunque sí es cierto que había tenido contactos con la fotografía, pero no con dedicación plena. Aunque soy de Bilbao viví durante muchos años en Vitoria-Gasteiz, hasta instalarme definitivamente en la capital vizcaína, donde llevo catorce años como profesor de fotografía y más de diez años como director de Blackkamera. Mi entrada de lleno en la profesión data de los últimos 14 años, una llegada muy potente a este mundo, porque descubrí que esto es a lo que me quiero dedicar el resto de mi vida.

¿Por qué se decidió a crear la escuela en Bilbao? 

Me pareció que era la capital idónea para ello. Ahora creo que somos la única escuela, porque desgraciadamente alguna ha tenido que cerrar. En los once años en marcha hemos ido creciendo en tres sitios diferentes hasta llegar al lugar donde estamos ahora, en el centro de Bilbao. Hemos tenido transformaciones profundas en la estructura, el profesorado, el alumnado, pero hemos salido airosos. Si cuando empezamos con esta maravillosa aventura me hubieran dicho que once años después estaríamos así, no me lo hubiera imaginado.

"El móvil no ha democratizado la fotografía; solo la ha popularizado”

¿Dar clases también fue vocacional?

Sí. Además, un grupo de alumnos me propuso en noviembre de 2011 que tomara las riendas del proyecto que teníamos en manos y surgió Blackkamera. La virtud de la iniciativa fue ser horizontales a la hora de tomar las decisiones, y además contar con el alumnado para que los encuentros con ellos fueran cercanos, directos. Comenzamos con cursos sencillos y con pocas horas, y hoy en día ofrecemos masters, tenemos el Festival y podemos decir, con orgullo, que por la escuela y por las distintas actividades que hemos organizado han pasado más de 4.000 alumnos y alumnas.

¿Cuál es el perfil del alumnado? ¿Periodistas, gente que quiere aprender el oficio, amantes de la fotografía?

La mayor parte del alumnado son mujeres. Ha habido un cambio profundo en las personas que se interesan por la fotografía no solo como una actividad amateur, sino con la intencionalidad de dedicarse a ello. Pero el 90% de las personas vienen a hacer actividades relacionadas con la fotografía y las artes visuales en general, sin ningún interés profesional. Luego contamos con un 10% –que para esta escuela está muy bien– que tiene interés a medio plazo, más que a corto, en dedicarse profesionalmente a la imagen. Ahora hay una nueva tipología de alumnos que surgen para dedicarse a páginas webs o que tienen negocios y quieren posicionarlos mejor en las redes sociales con imágenes innovadoras. Y luego están los alumnos que quieren entrar en los sectores clásicos de los diarios, que intentan trabajar en prensa haciendo reportajes gráficos y que desean vivir a medio plazo de la fotografía.

Es fotógrafo y profesor de fotografía en la UPV.

Es fotógrafo y profesor de fotografía en la UPV. Oskar Martinez

¿Usted es de los que coge unas zapatillas, una cámara de fotos y buenas ideas en la cabeza y sale a disparar con la cámara?

Una de las mejores universidades que puede existir para un fotógrafo es la calle, el espacio público. Es cierto que hay que formarse en las escuelas, en las universidades, pero el pasear con una cámara por la calle y fotografiar lo que te llama la atención visualmente es un gran aprendizaje. Estoy inmerso en un proyecto iniciado en 2016, que se llama 6 años 12 ciudades europeas, y que concluirá el próximo año. Se trata de plasmar en imágenes esos lugares, y la iniciativa nos ha llevado, entre otros lugares, a Londres, a Palermo, Cracovia, Praga, Lisboa, Sevilla, París, Roma, Berlín y Estambul, y a la misma se han ido sumando muchos alumnos con otros proyectos diferentes vinculados a ciudades que estén bañadas por el Mediterráneo. Al final, lo que pretendemos es salir a pasear y fotografiar lo que nos llama la atención, lo que consideramos que es atractivo, aunque a otras gentes no se lo parezca.

¿Está de acuerdo con que una imagen vale más que mil palabras?

No, creo que actualmente el contenido en texto tiene un público concreto que sabe discernir y cuando lee cualquier artículo comprende perfectamente de lo que trata, bien sea una novela, un artículo en un periódico u opiniones en internet. Pero la imagen es bastante más compleja que todo eso y requiere una alfabetización, que es uno de los grandes hitos que está consiguiendo muestra escuela.

¿La imagen tiene un tipo de lectura concreto?

Sí. La fotografía va más allá del contenido de las mil palabras y está más vinculada a otro tipo de aspectos, como son los sentidos, las emociones. Es cierto que a veces una fotografía no necesita un texto porque lo dice todo, pero también tiene otro tipo de contenidos sobre los que la gente no se ha formado. La lectura de una imagen es más compleja, diferente. Un texto puede tener una interpretación general con la que puedes estar de acuerdo o no, y sin embargo, si se comparte una imagen entre un grupo de personas cada una hará una lectura diferente. 

Con los móviles, ¿la fotografía se ha democratizado?

No, solo se ha popularizado. Ahora hay acceso directo porque los móviles lo han permitido, pero eso es diferente al hecho de democratizar la fotografía. Con los actuales móviles se hacen unas fotografías que petan las redes sociales y que pueden ser auténticas maravillas, pero luego te das cuenta de que existe una parte de analfabetismo visual importante. En los centros educativos no se estudia esta materia, no se analiza la antropología de la imagen, la filosofía o su historia, porque es un arte muy joven en comparación con otras disciplinas. Nadie diría que por tener un trozo de arcilla en la mano se es escultor, ni por tener un lienzo blanco en la mano y un pincel se es pintor, o que por tener una pluma delante seas escritor, Y sin embargo, en la fotografía nadie dice esto. Todo lo contrario, dicen: Es un fotógrafo excelente, solo porque tiene algo en las manos que le permite tomar imágenes. El que se haya popularizado la fotografía lleva a este tipo de lecturas, pero en las escuelas lo que intentamos es generar sinergias para que el número de gente que tenga una cultura visual interesante sea el mayor posible.

La fotografía está en continua transformación. Las redes, internet, lo cambian todo, y hasta los periodistas hacen sus propias fotos. ¿Qué le parece?

Lo que ocurre es que ha habido diferentes etapas en todo el proceso durante los 150-160 años que tiene la fotografía. Su evolución ha ido acompañada de los cambios tecnológicos que ha habido: hace 25-30 años fue del carrete y ahora está el paso de lo analógico a lo digital. Y hubo mucha gente que no dio el salto o no le interesaba y se quedó en el camino, pero la mayoría de los profesionales y las personas aficionadas se adaptaron y supieron transformar todos los contenidos. En estos momentos nos encontramos en una revolución. Yo imparto clases en Ciencias de la Información y hace ya siete años comenté a los alumnos que los periodistas iban a salir a la calle en busca de la noticia con un pinganillo, con un trípode, un teléfono móvil y un palo selfie. No me creían, pero ahora están por la calle así. 

Para subir rápidamente las noticias a las redes...

No considero que esté mal, el tema es que hay una serie de cambios muy profundos y cada vez se aceleran más. Las redes sociales tampoco son el demonio, depende del uso que se haga de ellas. Son soportes interesantes para dar a conocer noticias rápidamente, proyectos que de otra forma no saldrían a la luz. Otras personas y medios las utilizan para distintos usos, las interpretan como un show, un espectáculo para mostrar su vida, para llegar a ciertas cimas lo antes posible, y cuelgan contenidos constantemente para lograrlo. Todo está bien, pero en su justa medida. Vamos a asistir todavía a cambios más profundos, y por eso necesitamos una ecología visual, y no la aceleración de imágenes a la que estamos asistiendo. Es prácticamente imposible navegar por la red y ver cosas que te den cierta satisfacción, porque hay muchas cosas que no sirven para nada, aunque la gente pase horas y horas subiendo cosas a Instagram. Y cuando no tienes que pagar un servicio, el producto eres tu.

¿Un fotógrafo tiene que ser una persona multimedia?

Fotógrafos profesionales trabajan ya directamente con smartphones para generar contenidos para páginas web de prestigio. Norteamérica es la punta de lanza de todos estos cambios tan profundos que se están dando. Un buen amigo del National Geographic me comentó hace tiempo que un fotógrafo es una persona orquesta. Cuanto más sepas de todos los temas –sociales, de política, geopolítica, economía–, domines cuatro o cinco idiomas, tengas control multimedia, hagas contenidos para las redes sociales, y seas un genio en SEO, entonces serás perfecto. Lo que intento transmitir a los alumnos en la Universidad es que los nuevos profesionales serán así. Esto ha cambiado y no hay marcha atrás. Tenemos que adaptarnos para generar productos y contenidos de calidad e intentar colocarlos en lugares y medios que estén interesados en ellos. El plumilla de mesa, el redactor de una rueda de prensa o de una noticia, no va a volver a existir, ese trabajo ha cambiado.

"La imagen es algo complejo; requiere de una alfabetización”

¿Animaría a la gente joven a que estudiara Periodismo o Fotoperiodismo?

Cuando voy a las clases de la UPV las aulas están llenas. Siempre les digo que alguien tiene que contar las cosas bien y estudiar una carrera profesional es perfecto. Pero como fotoperiodista, si tuviera que elegir entre un master o utilizar el dinero que cuesta para comprender el lugar donde vivo o recorrer mundo, optaría por lo segundo. El periodismo es una de las profesiones más interesantes, al menos para mí, porque te permite estar al pie de la realidad, contar historias y saber la verdad. Es una de las carreras más apasionantes que hay. Yo no hice periodismo, estudié fotografía tres años, pero es una carrera deliciosa por la que hay que luchar muchísimo. Dedicarse a ello de una forma digna es una de las mayores recompensas que una persona pueda soñar.

¿Es un sector muy precarizado?

Sí, y sin embargo, muchos veinteañeros que salen al mercado tienen el firme deseo de dedicarse a ello. La demanda profesional ahora va por otro camino, y conozco a mucha gente de mi entorno, alumnos que se han dedicado a otras cosas que socialmente están mejor valoradas, y posteriormente por una cuestión vocacional lo han dejado y han vuelto a empezar. Hay que tener una buena actitud, sea lo que sea a lo que te dediques. Lo tremendo es tener que vivir toda su vida haciendo un trabajo que no te gusta. Yo no cambiaría mi profesión por ninguna otra. Hay que luchar mucho, pero la recompensa es superior a cualquier otra actividad. 

¿Por qué eligieron Bilbao para el Festival?

Cuando nació en 2018 vimos que la capital vizcaína carecía de un festival de estas características y no teníamos que competir con otras actividades. Queríamos una alfombra roja, como el Zinemaldia de Donostia, por donde pasaran las mejores figuras de la fotografía. Deseábamos hacer realidad un festival cercano, y que haya actividades externas en la calle también es uno de nuestros objetivos. Por otro lado, tenía que ser un encuentro donde los fotógrafos amateurs pudieran codearse con los profesionales. Una parte que destacamos es mostrar los trabajos de locales a los ya consagrados. Y está también la presentación de libros. Se trata de situar a Bilbao, y en consecuencia al resto de las capitales vascas, en el punto de referencia internacional de los festivales de fotografía.