Al menos 163 migrantes y refugiados han muerto como consecuencia de dos incidentes ocurridos la semana pasada frente a las costas de Libia, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que ha lamentado esta "tragedia evitable".
Según la portavoz para libia de este organismo dependiente de la ONU, Safa Msehli, 102 de ellas perdieron la vida al volcar el viernes la embarcación en la que navegaban a la deriva tras haber dejado horas atrás una playa en el oeste de Libia mientras que los cadáveres de otras 62 más fueron hallados flotando en el agua tres días después por una patrullera de la controvertida Guardia Costera libia.
Ese mismo día, el citado cuerpo interceptó una tercera embarcación que navegaba azotada por el frío y el mal tiempo y logró salvar a 210 mgrantes más, que fueron devueltos a tierra pese a estar considerada Libia "un lugar no seguro". La noticia del naufragio del viernes la dieron ocho personas que lograron sobrevivir al mismo, explicó Msehli sin dar más detalles.
Estas muertes fueron en los últimos desastres en el mar Mediterráneo que involucran a migrantes que buscan una vida mejor en Europa.
MÁS DE 1.500 MUERTOS EN 2021
Más de 1.500 personas han perdido la vida a lo largo de 2021 en la llamada "ruta migratoria del Mediterráneo Central", una de las más mortíferas del mundo, frente a las 970 del pasado año. Además, más de 31.500 personas fueron interceptadas cuando trataban de viajar de forma irregular a Europa y devueltas a Libia, frente a las 11.900 de 2021, según datos de la OIM.
De acuerdo con las cifras del proyecto "Missing Migrants", igualmente vinculado a la ONU, cerca de 19.000 personas han perecido en el Mediterráneo desde que en 2014 comenzara a computarse la crisis migratoria. La mayoría, víctimas de las mafias que desde la caída de la dictadura de Muamar al Gadafi en 2011 han aprovechado el caos y la guerra civil para convertir Libia en un estado corsario, en el que el contrabando de todo tipo -armas, personas, drogas, combustible y otros productos- es la base de la economía nacional.
Pero también de las que actúan en países vecinos como Libia, Chad, Sudán, Egipto y Níger, puerta éste último del Sahel. Diferentes organizaciones, incluida la OIM, denuncian que los migrantes son tratados como esclavos y recluidos en centros de detención controlados por las diferentes milicias armadas, en condiciones infrahumanas y sujetos a abusos y torturas.
Investigadores asociados a la ONU advirtieron en octubre pasado que el maltrato de los migrantes en Libia podría constituir crímenes de lesa humanidad.