La Historia deja a veces herencias que son muy difíciles de aceptar u olvidar. Lo sucedido en Europa central hace un siglo es un buen ejemplo de ello.
La Gran Guerra (1914-1918) dejó en Europa Central lo que, visto desde el siglo XXI, se puede llamar la gran tristeza local: El fracaso político de la creación de Checoslovaquia, la amputación de Hungría (perdió dos tercios de su territorio y población) y la relegación de Austria a pequeña potencia.
La II Guerra Mundial (1939-1945) no arregló nada de todo esto, pero su principal consecuencia última en Europa -la desaparición de la Unión Soviética- ha permitido que por lo menos el desaguisado checoslovaco se enmendara solo, con la separación amistosa y exitosa de Chequia y Eslovaquia (1 de enero de 1993), acontecimiento que acaba de cumplir su 25 aniversario.
Las buenas relaciones entre estas dos naciones son tan notables que la pasada semana el primer ministro checo -Andrej Babis- visitó a su colega eslovaco, Robert Fico, para organizar conjuntamente los actos conmemorativos del centenario de la creación de la extinta Checoslovaquia. Y como se conmemora algo que fue fruto de la Gran Guerra, en Praga lo van a celebrar con una gran, grandísima, parada militar a la que se quiere invitar tanto a checos y eslovacos como a representantes de las potencias vencedoras en la I Guerra Mundial.
También Austria celebrará (en noviembre) el centenario de su creación como república, aunque el programa de actos no se ha concretado aún. Y que en Hungría la efemérides no sea recordada con agrado no sorprende a nadie. Claro que tampoco sorprende que en el país nadie quiera recordar que la brutal amputación se debió en gran parte a que los magiares fueron unos amos muy duros para las etnias que les estaban sometidas en el Imperio austrohúngaro.
Solo como recordatorio, hay que citar que otros frutos políticos de la Gran Guerra fueron la creación de Yugoslavia, la resurrección de Polonia como nación independiente, amén de unos retoques territoriales en el sureste europeo que beneficiaron principalmente a Rumania y Albania.