ace ya ocho días desde que la compañía Iberdrola, con nocturnidad y parapetada en el anonimato de su cuenta de Twitter, se pronunció a modo de rectificación y disculpa para apagar el incendio generado por su presidente, Ignacio Sánchez Galán. No le quedó más remedio a la eléctrica que salir al paso para contener la indignación de los 10,7 millones de fieles clientes a los que su máximo mandatario tildó de “tontos” por mantenerse en el mercado de la tarifa regulada y no haber dado el salto a la de mercado libre. Como suele suceder en estas ocasiones se recurre al simplón argumentario de que el hasta ahora cabal Sánchez Galán vertió esas “frases” de una “forma coloquial” y sin la intención de “zaherir a nadie”. Como se suele decir hubiera estado mejor con la boca cerrada en lugar de poner en entredicho su reputación con semejante aseveración. Puestos a pedir, tampoco hubiera estado de más que, de la misma manera que se vino arriba en esa presentación de la fábrica de baterías de Volkswagen para largar el exabrupto, a la hora de expresar su “máximo respeto por todos los consumidores” que se rascan el bolsillo cada mes, hubiera salido en primera persona para expresar su verdadero y sincero arrepentimiento por esa salida de tono. l
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