Ya ha comenzado la temporada de la oruga procesionaria del pino. Hasta la Guardia Civil, a través de su cuenta de Twitter ha lanzado dos avisos alertando de que las filas de estas orugas ya bajan por los troncos para enterrarse en el suelo, terminar su metamorfosis y emerger de nuevo como una mariposa adulta.
Ademas de su peculiar forma de desplazarse, en fila de a uno, la mariposa Thaumetopea pityocampa, en su etapa de oruga su cuerpo aparece cubierto de un gran número de pelos urticantes que pueden producir graves irritaciones en caso de entrar en contacto con la piel de los perros, llegando a provocar la necrosis de mucosas del hocico y en la lengua.
Por ello es importante que llegado el final del invierno y comienzo de la primavera los responsables de mascotas sean especialmente cuidadosos cuando se sale con los perros a pasear por el campo o parque cerca de pinares, árboles de los que esta mariposa, o más exactamente su oruga se alimenta.
Entre los meses de mayo y junio, al final de la primavera, esta mariposa sale del suelo donde ha permanecido como crisálida para completar su metamorfosis y comienza con su época de apareamiento, que dura hasta julio. A lo largo del verano irán poniendo los huevos entre la agujas de los pinos para que eclosionen entre agosto y septiembre. A lo largo del otoño las orugas se alimentaran del pino, causando grades daños al árbol. Cuando el invierno empiece a intuirse, en las ramas de los pinos comenzarán a aparecer los característicos nidos blancos donde pasarán el invierno. A partir de febrero y hasta marzo-abril, depende del clima, las orugas descenderán de los pinos para terminar su metamorfosis bajo tierra y recomenzar el ciclo en mayo.
Y en este punto nos encontramos ahora, con las orugas de la procesionaria del pino arrastándose en fila por el suelo.
Graves daños
La curiosidad natural de los perros, y también de los niños así que atención con ellos también, les hará acercarse a este fenómeno para ellos extraño. Cuando la oruga se siente amenazada, suelta pelos urticantes que quedan flotando a su alrededor y pueden legar a la piel de su víctima. En contacto con ella, una enzima proteolítica causará picores, urticarias y sensación de quemazón.
Pero si el animal lo toca u olfatea de muy cerca, la cantidad de pelos urticantes que se lleva será mayor, por lo que puede empezar a babear con profusión o a rascarse con frenesí, agravando las lesiones. Puede darse el caso de que les de un lametón, y el contacto del agente irritante puede adquirir tal magnitud que los daños pueden llegar a necrosar los tejidos de las mucosas o la lengua. Lo mismo puede ocurrir en la trufa del hocico se ha acercado mucho la nariz.
Finalmente, si la mala suerte hace que se la coma o se la trague, los daños serán más graves además de internos, llegando a necrosar la garganta además de la lengua. El perro puede llegar a morir por la inflamación producida.
En caso de que este accidente ocurra, hay que actuar muy rápido. La directa es llevarlo con la máxima rapidez posible al veterinario para que tome las medidas oportunas en función del gravedad del caso., que pueden llegar hasta la amputación de la zona afectada. También, una de las primeras cosas que se pueden hacer es lavar la zona afectada con abundante agua, a poder ser caliente ya que la temperatura desnaturaliza las enzimas irritantes. Lo que no hay que hacer es frotar la zona afectada ya que se pueden liberar más toxinas y empeorar la irritación.
Para evitar todo esto, lo mejor es evitar los paseos por zonas próximas a pinares, especialmente si se ven ente sus ramas los inconfundibles nidos de estas orugas. Además, llevarlos sujetos con la correa impedirá que se acerquen peligrosamente a estos insectos en un descuido.