La vida de Miguel Bosé ha estado rodeada de un halo de misterio y ambigüedad que en parte se está destapando en los últimos tiempos, tras conocerse la relación que mantuvo durante 26 años con Nacho Palau y ahora al emitirse la primera serie biográfica que ha obtenido su beneplácito, titulada Bosé y que emite Telecinco tras ser estrenada previamente hace un año en varios países a través de Paramount + y después en SkyShowtime. Una serie que recorre su trayectoria personal y profesional y que confirma episodios de su vida de los que se hablaba mucho pero sobre los que el cantante no se había pronunciado.
De hecho el primer capítulo arranca con una reflexión que podría resumir su vida: “Una vida en la carretera, siempre de gira, lejos de casa como el torero que nunca quise ser”. Y añade un momento dramático: “De pequeño me caí en un pilón en el que abrevaban los animales en la finca de mi padre. Bajo el agua no peleé, me dejé hundir. No tuve miedo, ni ansiedad, ni necesidad de respirar, solo sentía una paz inmensa. Me sacaron creyendo que me estaba ahogando, pero yo me hubiera quedado allí toda la vida”.
Palabras que hacen referencia a una infancia y adolescencia difícil en una familia dominada por su padre, el torero Luis Miguel González Dominguín, quien adoptó como nombre artístico su segundo apellido. De hecho, su hijo fue registrado al nacer como Luis Miguel González Bosé, hijo también de la actriz y modelo Lucía Bosé; más tarde pasaría a Miguel Dominguín Bosé y finalmente a Miguel Bosé Dominguín.
Es el mayor de tres hermanos (después llegaron Lucía y Paola) y llegó al mundo en Panamá en 1956 porque su parto se adelantó. Estaba previsto que naciera en Colombia, donde residía la familia en aquella época, aunque tiene las nacionalidades española, panameña, colombiana e italiana. Su padrino fue el cineasta italiano Luchino Visconti, algo que no era de extrañar ya que su familia tenía entre sus amistades a talentos de la época como Pablo Picasso o Ernest Hemingway.
Dominguín, torero de profesión y de tradición familiar, quería que su hijo heredera su pasión e hizo todo lo posible para convertirlo en un ‘hombre hecho y derecho’ pese a que lo que le mostraba Miguel distaba mucho de su idea de masculinidad.
Desde pequeño vivió rodeado de mujeres y se definió como un “niño solitario” que recurría a la lectura para sentirse acompañado. Al volver la familia a residir a España, estudió en el Liceo Francés de Madrid y a principios de los años 70 tomó clases de danza tanto en París como en Nueva York con los mejores coreógrafos, escenógrafos y bailarines del momento.
Una decisión que no gustó nada a su padre, al igual que los looks que eligió cuando comenzó en el mundo de la música, tachados de afeminados, con mallas, colores estridentes. melena y maquillaje. Debutó en 1973 y contó con el apoyo de Camilo Sesto, que compuso para él, hasta que en 1977 llegó su primer contrato con una multinacional, CBS, con la que publicó el álbum Linda, que tuvo un enorme éxito y que incluía la canción con el mismo nombre.
Cambio de voz, imagen y estilo en busca de un público más maduro
Bosé se convirtió rápidamente en el sueño de muchas adolescentes, y hasta 1983 interpretó ese papel, el de sex symbol con pinta de niño bueno y temas dirigidos principalmente al público femenino. Se sucedieron varios discos, su música adquirió una proyección internacional, sobre todo en Italia y en México, y en aquellos años arrasaron temas como Don Diablo, Te amaré o Súper Supermán, siempre con esa voz aguda tan característica de esa primera época.
Una voz que moduló de manera más que notable a partir de 1984, cuando pasó a ser mucho más grave, con una clara intención de dirigirse a un pueblo más maduro. Un propósito que acompañó con unas letras que dejaban de ser infantiles para pasar a ser crípticas y con un estilo musical que lo alejaba de su hasta entonces público más fiel. Su aspecto físico y su imagen también cambiaron radicalmente: apareció la barba dentro de un look moderno, urbano, sofisticado y oscuro, con una calculada ambigüedad y estética glam muy a lo David Bowie y con la falda pantalón como seña de identidad.
Eso no evitó que sus temas siguieran siendo comerciales. De hecho de esos años son dos de las canciones más conocidas de toda su carrera: Amante bandido y Sevilla, dentro del álbum que representó ese cambio, llamado Bandido, que supuso un principio en el camino de experimentación que emprendió a partir de entonces y que dejó otros dos exitosos singles a finales de los 80: Nena y Como un lobo.
El complicado equilibrio entre lo comercial y la experimentación
Aunque el arranque de los 90 le devolvió a un sonido y a una estética más comercial con Los chicos no lloran, ese paso atrás fue fugaz para adentrarse aún con más fuerza en la experimentación con los álbumes Bajo el signo de Caín y Laberinto.
Se acercaba el nuevo milenio y Bosé decidió abrazar de nuevo una música más comercial, con un álbum de versiones de sus canciones latinas favoritas, Once maneras de ponerse un sombrero (1998), tras el que se embarcó en una gira (Girados) con Ana Torroja.
En 2001 publicó Sereno, con el hit Morenamía, y tres años después el sinfónico Por vos muero, antes de dar otro paso hacia la experimentación con Velvetina (2005), en el que dio un paso hacia la música electrónica mezclando el pop con el dance, el chill out y el trip hop, con diseño de David Delfín.
Pero en 2007 volvió a arrasar en las listas de ventas con Papito, un recopilatorio en el que cantaba sus grandes éxitos a dúo con figuras de la talla de Ricky Martin, Shakira, Laura Pausini, Paulina Rubio, Julieta Venegas o Antonio Vega. Ondas a mejor disco de 2017, álbum más vendido del año, cuádruple platino en España con trece semanas como número 1 en ventas, grandes cifras en toda América e Italia... Tal fue el éxito, que después de experimentar con Cardio (2010) repitió la fórmula con Papitwo (2012), esta vez con Alejandro Sanz, Tiziano Ferro, Juanes, Malú, Pablo Alborán, Juan Luis Guerra, Bimba Bosé o Penélope Cruz.
En 2014 volvió a cambiar su aspecto, con pelo largo y túnicas como vestuario al sacar Amo, su vigésimo y último álbum de estudio hasta el momento, antes del MTV Unplugged (2016), tras el que no ha vuelto a publicar discos. Sí que ofreció algunos conciertos entre 2017 y 2019, pero ya se le empezaba a notar una afonía y su aspecto físico llegó a preocupar a sus fans.
Unos problemas en la voz que fueron a más y que ya le acompañan desde hace ocho años, impidiendo su regreso a los escenarios como pretendía en 2021. Visitó a los mejores médicos de todo el mundo intentando recuperar su herramienta de trabajo y parece que al final va por buen camino, tras detectar que el problema viene de una infección provocada por un implante dental, que se une a sus problemas de espalda derivados de un fortísimo accidente de coche en 1999. Así que a diario ejercita la espalda y acude al foniatra con la intención de volver a dar conciertos a finales de 2024.
También reconoció en una entrevista con Jordi Évole en 2021 que otro de sus males había sido la adicción que tuvo a la cocaína, la marihuana y el éxtasis durante 20 años, un consumo “a diario” que dejó por sus hijos.
Televisión y cine, otras facetas menos cultivadas
Mientras tanto, sí ha vuelto a televisión, donde este 2023 ha sido jurado del programa musical Cover Night (TVE). Casi todas sus experiencias televisivas han sido musicales: presentó Séptimo de caballería (1998-2000, La 1) y la versión italiana de Operación Triunfo (2002), y fue jurado en El número 1 (2012, Antena 3), además de ser uno de los expertos en La Voz (2012) y Pequeños gigantes (2019) en México.
Miguel Bosé también tuvo su pasado como actor, aunque hace casi 30 años que no practica esta faceta. Debutó con 16 años en el cine y en su trayectoria destaca su papel de juez travestido en la película de Pedro Almodóvar Tacones Lejanos (1991), además de papeles en Sentados al borde de la mañana con los pies colgando (1978), Cosa de locos y El caballero del dragón en los 80 o La reina Margot, Felpudo Maldito o Libertarias en los 90.
Parejas, rumores, bisexualidad, hijos y negacionismo
Es inevitable que habiendo nacido en una familia como la suya Miguel Bosé fuera un personaje mediático desde niño, aunque se ha sabido con cuentagotas de su vida privada, marcada por una ambigüedad que ha mantenido hasta hace poco, cuando ha hecho algunas confesiones en sus memorias y en la serie.
Siempre se especuló con su condición sexual (las discográficas ejercieron su presión, porque le podía perjudicar en su carrera) pese a que públicamente sólo se le conocieron novias mujeres. Él mismo confirmó que en una comida en casa de Dalí su padre, Luis Miguel Dominguín, le dijo a Amanda Lear, musa del pintor: “Por favor, hazle un hombre”.
Su primera novia oficial fue Ana Obregón, a la que conoció en una fiesta y con la que coincidió en el rodaje de Sentados al borde de la mañana con los pies colgando, en 1978. Ahí comenzó una relación que duró hasta 1982. Poco después empezó a salir con la actriz costarricense Giannina Facio, a la que separó de Julio Iglesias y con la que también estuvo cuatro años. A ella le dedicó la canción ‘Nena’.
En los 90 se le relacionó con la televisiva mexicana Rebecca de Alba, con la que se le vio en multitud de ocasiones y que años después tuvo una relación de siete años con Ricky Martin antes de que éste revelara su homosexualidad.
En los últimos tiempos el propio Bosé ha confirmado algunos rumores surgidos a lo largo de décadas. En sus memorias afirmó que su primer amor fue el actor austriaco Helmut Berger (hasta que se lo arrebató Enrique del Pozo) y dejó caer, como se ve en la serie, que mantuvo una relación con el bailarín Nacho Duato, con quien se marchó muy joven a Nueva York a estudiar danza y que habría coincidido en fechas con su noviazgo con Ana Obregón. También se rumoreó que tuvo algo con Nacho Vidal, Toni Cantó y Rafa Sánchez, cantante de La Unión.
Pero la principal relación de su vida, que llevó con absoluto secretismo durante 26 años, fue la que tuvo con Nacho Palau. Con el escultor valenciano convivió entre 1992 y 2018 y tuvo cuatro hijos por gestación subrogada: Diego y Tadeo (2011), con material genético de Bosé, e Ivo y Telmo, siete meses después, con ADN de Nacho Palau. Su relación se rompió cuando se fueron a vivir a Panamá y se hizo pública cuando el escultor denunció a Bosé por la manutención y custodia de sus hijos. El cantante no quiso reconocer como suyos a los nacidos con ADN de Palau y el Tribunal Supremo le dio la razón en mayo de este año pese al interés de Palau de que se pudieran criar juntos. Eso sí, tras un fuerte enfrentamiento entre ambos, el cáncer de pulmón que ha pasado Palau propició que suavizaran su disputa y que este año se hayan ido de vacaciones juntos por el bien de sus hijos.
Además de esta polémica, los últimos años de Bosé, que vive en México, han estado marcados por sus vídeos y declaraciones negacionistas, con punto álgido en la pandemia, cuando aseguraba estar en contra de las vacunas de la covid-19 (“el bicho” lo llamaba) y asumía las teorías de que con ellas se introducía un chip para controlar a la población. Lejos quedan ya aquellos rumores, cuando no había redes sociales, que le llegaron a dar por muerto por culpa del sida.