Miles de publicaciones en redes sociales sobre los alimentos que no se deben tomar. Corrientes que promueven el real fooding. Padres y madres que no saben qué hacer cuando sus hijos no quieren comer. La nutrición, o más bien una correcta nutrición que nos aporte lo necesario para estar fuertes y sanos, es clave, y entre todas esas voces a quienes es conveniente escuchar es a los que cuidan nuestra salud.
María Hernández Bascuñana (1978, Alicante) trabaja en el campo de la nutrición con adultos y patologías, y ahora nos ha invitado a adentrarnos en Vitaminápolis con su nuevo libro infantil María y Coco en Vitaminápolis, en el que en la voz de una niña y su fiel amigo (un gato) aprenderemos todo lo necesario sobre las vitaminas y lo que estas nos aportan. Pero, ¿cuál es la principal clave para que tengamos una relación sana con los alimentos? “Aquí tuvo un papel muy importante el movimiento realfooding, o comida real, que también ha tenido sus críticas más recientemente. En la cabeza de las personas entró esa idea de que no hay que ir tanto a la restricción, y que lo más importante es una alimentación con alimentos de verdad, no seudoalimentos”, cuenta. Esto se traduce en que reconozcamos el tipo de alimento, que un niño pueda identificar a qué grupo pertenece cada alimento, buscar los orígenes, y que haya más abundancia de colores naturales. Eso sí, sin demonizar lo demás. “Hay corrientes que demonizan ya no el azúcar, sino cualquier alimento que tenga hidratos de carbono, como puede ser el arroz, un cereal, las legumbres… Yo me asusto. Yo soy del Mediterráneo, y en la comunidad valenciana hemos comido legumbres, arroz… Y en nuestro día a día había muchísimas legumbres en la mesa, que es una buena fuente de proteínas. Si lo mezclas y a la lenteja le añades arroz, ya tienes una proteína completa”, confiesa Hernández Bascuñana, al tiempo que señala que ahora hay corrientes incluso en las que “detrás hay médicos que lo promueven, que tienen sentido para personas que están enfermas o que tienen desequilibrios y mejoran mucho, pero no tenemos por qué irnos a ese extremo la población en general ni demonizarlos”.
Mis hijos no quieren comer. ¿Qué hago?
Esta es otra de las grandes incógnitas que acuden a la mente de muchos padres a diario, cuando se descubren con el plato de sus hijos casi intacto, con las verduras a medio comer o el filete o el pescado aún reposando sobre la mesa del comedor. ¿Qué hacemos en una situación así? ¿Qué pasa si les obligamos? “Es una imposición, algo que el niño vive con rechazo, con tensión. En algunos casos ves en consulta casos de adultos que tienen un rechazo a algunos alimentos, y cuando buscas en el pasado comprendes por qué tienen ese rechazo. Ellos mismos se sienten sorprendidos cuando se permiten probar de nuevo determinado alimento que tanto le metieron a fuerza, y descubren que les gusta. Esas imposiciones no son buenas”, señala esta nutricionista, que explica que para ella el camino intermedio es poder explicarles a los niños qué sentido tiene que coman eso, qué beneficios tiene… “Pero es complicado que un padre en el día a día, con el tiempo limitado, se detenga”, reconoce. Y es por eso que cuentos como al que ella ha dado vida pueden llegar a cumplir esa función, la de explicar el porqué de su importancia.
“Es una forma de introducir de una forma divertida, como una aventura, cómo el niño o la niña va descubriendo un mundo de vitaminas, aprende qué son, qué habilidades y superpoderes tienen… Hay aventuras, misiones especiales secretas… Mi intención es que cuando miren la comida la miren con simpatía, que la comida les guiñe un ojo. Y entiendan que esos alimentos son sus aliados”, resume en definitiva; que comprendan que estos están ahí para protegerles.
Dieta vegana
Una dieta vegana es sostenible. Así nos lo confirma la nutricionista María H. Bascuñana. Eso sí. “ No hay negociación, la B12 se tiene que suplementar en una alimentación vegana, especialmente en veganos que no comen ni huevos ni lácteos. Incluso el que toma huevos, o huevos y lácteos, hay que valorar porque puede ser insuficiente”, explica. Y en niños es igual. Deben suplementar la B12, pautarla en una cantidad adecuada para la edad de ese niño y su peso. “Y es totalmente factible, se puede obtener la proteína completa con una buena combinación de legumbres y cereales principalmente”. Pero es aquí donde ve errores, porque “te ponen legumbres en la comida o cereales, legumbres o un tofu por la noche. Lo ideal sería que en la misma comida, en el mismo plato o en el de al lado, tengas los cereales y las legumbres, no un plato por la mañana y otro por la noche”.
Y en este libro, además de desterrarnos el mito de la vitamina C -que no, no sirve para combatir resfriados. De eso se ocupan sus hermanas A y D-, conoceremos al hermano de María, la protagonista, que no tiene hambre a la hora de la cena porque ha estado comiendo chuches. Un alimento que para Hernández Bascuñana, está lejos de ser “interesante. Las chuches y los refrescos tienen sabores muy fuertes y elaborados en palatabilidad, y desplazan la apetencia por otro alimento de la comida que toca. No tienen hambre los niños”, explica. ¿Qué ocurre, entonces? Nos cuenta que hay padres que se quedan tranquilos porque dicen que la chuche lleva vitamina C, o el bollicao es rico en hierro, y es “una barbaridad porque no les están dando comida real. Están cambiando el paladar y el gusto, hasta el punto de que yo veo en adultos que han perdido la sensación de sed”. Pero, ¿eso puede suceder? “Hay corrientes que dicen que no debes beber agua si no tienes sed porque el cuerpo es sabio. Eso era así cuando solo había agua. Cuando tiene coca cola, vino, sidra, cerveza… a su alcance, y todo lo que bebe tiene sabor, al final el sensor de sed de tu cuerpo está afectado. Si cada vez que tienes sed a tu cuerpo le das una bebida con sabor, al final eso el cuerpo no lo diferencia del hambre, y llegamos a jóvenes o adultos que dicen que no tienen sed pero sí hambre. El cuerpo igual tiene falta de sales minerales o hidratación y te lo pide en forma de alimento. Te toca reeducar a ese adulto”, nos explica.
Entonces, ¿qué hacemos para cuidarnos? “Desde un punto de vista nutricional, creo que la clave especialmente en el mundo de las familias, que haya muchos colores presentes. Diversidad de alimentos, es un buen indicador de que hay alimentos variados. Pero que sean originales. Algún procesado no pasa nada, buscarlos de buena calidad. Y cuidado, que somos una sociedad muy enferma. Tenemos muchos desórdenes en la sociedad que normalizamos. Hay muchas cosas que están en nuestro día a día y las vamos normalizando y tapando con fármacos, pero son parches”, nos recuerda finalmente.
Convertir la comida en un arcoiris
Que nuestros platos sean arcoiris, esa es una de las claves para darnos cuenta de que la alimentación que estamos llevando es equilibrada. Eso sí, los colores deben ser de procedencia natural, y no con colorantes, por supuesto.
La leyenda de la vitamina C
No, la vitamina C no combate resfriados. “Descubrimos que es un falso mito y está muy arraigado”, señala Hernández. La vitamina C es antioxidante. Lo que sabemos es que la vitamina D, junto a la A, es la que protege nuestro sistema inmunitario.
Las chuches no aportan nada
Efectivamente, las gominolas y los refrescos no solo no aportan nada sino que tienen sabores muy fuertes y elaborados en palatabilidad, cuenta la nutricionista María Hernández, que explica que desplazan la apetencia por otro alimento de la comida que toca.
¿Una copita de vino al día es buena?
Tal y como explica Hernández, esto está basado en resultados de un estudio en hombres varones entre 30 y 35 años. “Lo hemos extrapolado a toda la población, pero no es así”. Eso sí, reconoce que si en la cultura de un pueblo está el consumo de buen vino y es con moderación, adelante.