Los electrodomésticos, unos más imprescindibles que otros, son esos aparatos que nos facilitan mucho las tareas del hogar y en consecuencia la vida. Lavadora, placa vitrocerámica o de inducción, horno, microondas, frigorífico, lavavajillas, robot de cocina... cada uno de ellos tiene un espacio fijo asignado en el hogar.

Si tu cocina es grande o tiene un tamaño medio, no tendrás ningún problema para disponer de cualquier electrodoméstico de un tamaño estándar; sin embargo, si es pequeña y en ella no cabe todo, tendrás que priorizar. En estos casos, el lavavajillas, considerado uno de los electrodomésticos no esenciales, suele ser uno de los primeros sacrificados. Sin embargo, la falta de espacio ya no es excusa para que no puedas contar con uno de ellos en tu cocina.

Junto al modelo tradicional, cuyas medidas suelen ser de 60 centímetros de ancho, por 60 de fondo y unos 85 de alto, existen otros más estrechos (45 x 60 x 85 centímetros) que te ofrecen un servicio similar y ocupan menos espacio. Además, si vives solo o tu familia es pequeña se adaptarán perfectamente a tus necesidades.

Minilavavajillas

Si tu problema es que no puedes encajar el lavaplatos de ninguna forma entre tus muebles de cocina, puedes recurrir a los minilavavajillas que, según el modelo, puedes colocarlos fijos sobre la encimera de la cocina o incluso sacarlos y recogerlos cada vez que los necesites. Son opciones compactas y muy ingeniosas diseñadas para espacios reducidos y tienen una buena capacidad y un gran rendimiento.

Antes de comprarlo, debes fijarte en sus dimensiones (suelen tener unos 60 centímetros de ancho, 45 de alto y 60 de fondo), para cuántos servicios es (pueden oscilar entre 2 y 7) y el tipo de instalación que requiere (con o sin toma de agua).

Observa qué programas incluye: su duración, temperatura y para qué piezas están indicados. Algunos cuentan con funciones específicas para diferentes tipos de carga, desde los utensilios de cocina más toscos hasta la cristalería más delicada.

Ten en cuenta también su distribución interior porque no todos aprovechan igual el espacio; su consumo eléctrico, que dependerá de su potencia, pero que suele rondar los 600 W por ciclo de lavado, y, no menos importante, el ruido que emite, para poder ponerlo por la noche sin que tu sueño se vea alterado.

Lavavajillas portátil sin toma de agua. Lidl

Dos modelos, una misma función

A la hora de elegir un minilavavajillas podrás elegir principalmente entre dos modelos: uno que necesita instalación y que debes conectar a una toma de agua y a un desagüe, y otro, portátil, con su propio depósito de agua, que no requiere instalación y que puedes llevártelo donde quieras. Cada uno de ellos cuenta con sus ventajas y sus inconvenientes.

Con toma de agua

Para instalar este tipo de lavavajillas necesitas tener cerca una toma eléctrica, un grifo y un desagüe. Los tubos podrás pasarlos haciendo un pequeño agujero en la encimera.

Si lo colocas cerca de la fregadera, podrás conectar directamente las gomas cuando vayas a ponerlo en funcionamiento y así no necesitarás ningún tipo de instalación. Su consumo de agua ronda los 8 litros.

Entre sus inconvenientes, el aparato no quedará perfectamente integrado en la cocina y te quitará espacio de trabajo en la encimera.

Sin toma de agua

Este tipo de lavavajillas tiene la ventaja de que no necesita instalación, es portátil y cuenta con un depósito de unos 5 litros de agua que debes rellenar antes de cada lavado. No necesita ni un grifo ni un desagüe cerca para poder instalarlos y funciona simplemente conectándolo a la red.

El desagüe puedes verterlo directamente al fregadero o incluso a un cubo. Resulta muy cómodo porque puedes cambiarlo de sitio, llevártelo de viaje o incluso guardarlo en un armario cuando no vayas a emplearlo.

En el mercado puedes encontrar una amplia variedad de diferentes fabricantes, con o sin toma de agua, y su precio oscila por lo general entre los 200 y los 400 euros. Una buena inversión si tu cocina es pequeña y no llevas nada bien eso de fregar a mano...