El recién elegido presidente de Catalunya, Salvador Illa, tiene ante sí una ardua tarea en el nuevo ciclo que ha iniciado el país. El Partido Socialista de Catalunya (PSC) ha basado su crecimiento electoral entre la sociedad catalana contraponiendo un discurso de políticas visibles para la ciudadanía. Cuestiones como la vivienda, el feminismo, la migración o los jóvenes fueron algunas de las cuestiones sociales que el nuevo president catalán desgranó en su discurso de investidura, consciente de que es el camino alejado de la polémica soberanista el que quiere que guíe sus pasos en una legislatura de clara fragilidad. Eso sin obviar que la gestión del operativo policial del jueves, con la entrada y salida de Carles Puigdemont de Catalunya sin que se lograra su detención, ha puesto en entredicho uno de los pilares fundamentales del autogobierno catalán, como es la dirección de los Mossos d’Esquadra, cuya imagen ya quedó muy cuestionada en 2017 con la colocación de las urnas. La minoría del PSC al frente de la Generalitat predice una larga negociación en todas las áreas, con una ERC que ya le ha advertido que el sí concedido el jueves para favorecer la investidura no es un sí para cuatro años. Así, junto a la débil política de pactos con el que arranca su mandato, el president Illa encara la imposibilidad de tener el nuevo sistema de financiación funcionando para sus presupuestos de 2025 y 2026, lo que le dificultará la llegada de nuevos recursos para poder elaborarlos. Paralelamente, la ciudadanía espera que se produzcan cambios sustanciales en cuestiones tan relevantes como los servicios públicos, la sanidad o el ámbito educativo. Un endiablado tablero de juego en el que, además, sigue estando muy presente (más tras la fuga de Puigdemont) la cuestión soberanista catalana, que la derecha española no va a dudar en utilizar para continuar en su política de desgaste al PSOE y el presidente español, Pedro Sánchez. La práctica ruptura de relaciones entre ERC y Junts deja las aspiraciones independentistas al albur del pulso por el liderazgo entre ambos sin que exista, como en el pasado, perspectiva de unidad de acción en Catalunya ni en Madrid. Un distanciamiento que avanza lo que será un duro enfrentamiento en la legislatura recién iniciada, que no facilitará consensos al Ejecutivo de Salvador Illa.