- Los Planes Estratégicos de Reactivación y Transformación de la Economía (PERTE) y el intento del Gobierno Vasco de acercarlos a la realidad del tejido productivo de la CAV a través de un modelo de coperación abre un nuevo frente.

Europa ha reaccionado esta vez rápido y con otra filosofía.

-Con otra filosofía, sí.

Pero los fondos no llegan y además los flecos no se resuelven.

-En la anterior crisis Europa reaccionó de forma diferente: con recortes y reducción del gasto público. Es verdad que aumentar el endeudamiento entonces habría sido mucho más caro, pero no apostó por la austeridad por eso. Lo hizo porque entendía que era la política correcta. Muchos dijimos que el camino era otro, que había que impulsar la actividad económica, la inversión pública, para salir de la crisis. Hasta que Mario Draghi no dijo que iba a comprar toda la deuda que fuera necesaria, no se recondujo la situación. Se perdió mucho tiempo y tuvo un coste enorme.

Por eso le pregunto por los tiempos de este rescate.

-Europa ha tomado aparentemente medidas muy potentes, como poner 750.000 millones al servicio de la inversión pública y de proyectos de transformación más allá de la recuperación. Compartimos esa idea, pero una cosa es la música y otra pasar de las musas al teatro. Hay que bajar a la realidad. Es más complicado de lo que parecía llevar a los estados esas dotaciones europeas tan grandes y luego canalizarlas a los proyectos a través de comunidades autónomas o empresas. Eso es lo que se está demorando y reduce los efectos positivos de esa cantidad ingente de recursos, aunque es verdad que en Europa casi todo se demora. Cuando sacan recursos, fondos estructurales, por ejemplo, siempre se demora la ejecución. Pero el retraso tiene repercusiones económicas. Esperemos que lleguen cuanto antes. A partir de ahí, la pregunta es qué ha hecho España.

¿Qué ha hecho España?

-Tratar de poner en circulación el dinero lo antes posible. Este año ya ha destinado una cantidad considerable, se supone, a proyectos que iba a bendecir Europa, que iban a ser coherentes con las condiciones europeas. Los fondos no han llegado todavía y además, en nuestra opinión, no lo está haciendo bien del todo. España ha pretendido adelantarse. Tiene el reto de poner en circulación 70.000 millones en subvenciones más otros 70.000 millones en préstamos. Es una cantidad enorme que si se destina a lo que se debe destinar puede tener un efecto muy positivo sobre la economía y el crecimiento futuro por la capacidad de transformación de los proyectos. Ya veremos qué hace España.

El caso es que al Gobierno Vasco le ha dado tiempo a presentar un plan Euskadi Next y una segunda edición sin que se hayan materializado los proyectos.

-Hicimos un Euskadi Next y lo hemos revisado. Tenemos nuestra crítica al modelo de España, que es el de poner mucho dinero, pero repartirlo de una manera que no nos gusta especialmente. Aunque nos faltaban bastantes datos, hicimos el primer documento Euskadi Next porque era importante. Colaborando con otras instituciones y las empresas, definimos qué proyectos había en Euskadi con ese carácter de recuperación, pero sobre todo de transformación. Nos creímos el discurso europeo. Llegaba una lluvia de millones a disposición de la transformación y tenía que dedicarse a ese objetivo y no a otra cosa.

¿Y porque un Euskadi Next II?

-Han ocurrido cosas para elaborar un segundo plan. Se ha aprobado un documento europeo que nos dice cómo había que haber actuado y que los estados tenían que haber colaborado con las comunidades autónomas. No ha sido así. No se ha establecido un modelo de cogobernanza y no nos parece adecuado. Es un modelo de gobernanza muy centralista, poco colaborativo y no sirve para aprovechar el potencial que tienen las comunidades. Lo que hemos hecho es elaborar otro Euskadi Next, tratando de incorporar cambios importantes, como el de los PERTE regionales. Entendemos que esos PERTE nos pueden servir para que muchos de nuestros proyectos encajen con proyectos de otras instituciones o empresas. Y luego también está el resto de recursos que se van a poner a disposición a través de licitaciones, concursos o a través de las ventanillas de los ministerios, que están repartiendo dinero a las comunidades autónomas. Tendremos que estar atentos para ver cómo acceder a esos fondos porque tenemos proyectos de esa naturaleza. Se trata de ordenar nuestros proyectos para llevarlos a unos ámbitos o a otros en función de sus características.

¿Hay diálogo con el Estado?

-Los contactos son continuos, diría que permanentes. Hay líneas de comunicación abiertas que son las que pemitirán reorientar las cosas para hacerlas mejor. Estuvimos el martes pasado en Moncloa y son bastante receptivos. Entre todos iremos aprendiendo y ajustando los recursos a los proyectos que merece la pena financiar. Somos críticos con el comportamiento que ha tenido la Administración del Estado: una parte del dinero lo han repartido a través de los ministerios, van a establecer unas cuantías fijas y unas exigencias que no compartimos. Queremos más flexibilidad, más capacidad de acción.

Mientras estas cuestiones se ajustan, la planta de electrolizadores se ha ido a Guadalajara. ¿Están en riesgo otras actuaciones?

-Intentaremos que proyectos de interés para Euskadi se queden. Hay que potenciar las fortalezas de cada país. Si Euskadi tiene fortalezas en materia industrial, en energía o aeronáutica hay que invertir para dar el salto transformador. No creemos que los recursos europeos deban dedicarse a cubrir deficiencias de ámbitos económicamente más retrasados. Tiene que haber políticas de cohesión, pero estos fondos hay que dirigirlos a proyectos de transformación energética, digital o social que sirvan para dar un salto cualitativo y de resiliencia para que, si vienen mal dadas, estemos mejor y en situación de superarlo.

¿Hay prisa por arrancar?

-El momento y los recursos son tan importantes. Europa nos ha permitido además romper las reglas que exigían un nivel de gasto y de deuda determinados. Esas reglas no existieron en el año 20, no existen en el 21 y posiblemente tampoco en el 22. Aprovechemos la oportunidad para hacer las cosas que merecen la pena, porque en el futuro van a volver las restricciones. Sin prisa, pero sin pausa. Es verdad que queremos que todo avance rápido, pero que no signifique eso que destinamos los recursos a cualquier cosa y despilfarrarlos.

¿Son optimistas? ¿Va a llegar a buen puerto la negociación para el impulso regional de los PERTE?

-Queremos intensificar la comunicación con Madrid. Estos dos o tres próximos meses van a ser muy importantes para poner en marcha proyectos y empezar a recibir fondos. Encauzar esta cuestión antes de que eso ocurra nos preocupa y vamos a aumentar nuestra presencia en Madrid. No podemos dejar de ser optimistas porque es lo que nos permite el ímpetu de trabajar en esa dirección. Es complicado, no podemos pensar que porque nos hayamos planteado los PERTE regionales va a salir de una manera natural. Pero vamos a pelear. Vamos a trabajar intensamente en esta línea con La Moncloa, con los ministerios, con quien haga falta, porque es una manera acertada de hacerlo y porque tampoco tenemos una señal en contra del Gobierno de Madrid. Entienden que nuestros planteamientos son positivos y posibles.

“Hay que potenciar las fortalezas de cada país e intentaremos que se queden los proyectos interesantes”

“Criticamos el modelo de España, el de poner mucho dinero pero repartirlo de una manera que no nos gusta”

“Madrid entiende que nuestra apuesta por proyectos regionales es positiva y posible”