Los amigos de lo ajeno no paran de reinventarse y, cómo no, siempre para mal. Idean continuamente nuevos robos cada vez más sofisticados o estafas cada vez más ingeniosas para hacerse con el botín de sus víctimas sin dejarse notar mucho.

Entre los timos que se están popularizando y que es probable que no lo veas venir, está ganando terreno la estafa del motorista; llega desde el Reino Unido y allí ya ha dejado un buen número de afectados. 

En este caso, la estafa no se produce en el entorno digital como suele ser lo más habitual en los últimos tiempos (phishing, smishing, malware...), sino en tierra firme y más concretamente en la carretera. Si hay que conducir siempre con los cinco sentidos puestos en la vía, en este caso es importante ver también un poco más allá para evitar caer en las redes de los estafadores. 

Una moto circula por la carretera detrás de varios coches.

Un método muy simple

El método empleado por los estafadores es tan sencillo que a menudo las víctimas no se dan cuenta del engaño que sufren hasta que ya es demasiado tarde. A diferencia de otros timos que se cometen en la carretera, en este caso los ladrones no pretenden robar los vehículos de los afectados distrayendo previamente a las víctimas, sino lograr un botín económico estafando a las aseguradoras de los vehículos y a los propios conductores con accidentes falsos.

El objetivo prioritario de estos ladrones en este tipo de estafa suele ser conductores que circulan en solitario y especialmente mujeres de edad avanzada

Para poder ejecutar el plan, los delincuentes actúan siempre en pareja. El modus operandi consiste en que un primer motorista circula delante del vehículo que va a ser objeto de la extorsión y en un momento dado le hace una serie de señas a su conductor para que se acerque hacia él

La persona del coche se detendrá creyendo que se trata de una emergencia; en ningún momento dudará de la mala fe de la otra persona. Y es precisamente en ese momento en el que el conductor cae en la trampa cuando entra en acción el segundo motorista: este chocará su moto ligeramente contra el vehículo en una situación totalmente controlada. 

Impacto con consecuencias

El impacto de la moto con el coche será lo suficientemente fuerte como para dejar alguna marca visible en los vehículos y, en ese momento, la primera moto que ha llamado la atención del conductor habrá desaparecido como por arte de magia.

El segundo motorista, el que ha sufrido el accidente, al ser supuestamente la parte más vulnerable de este falso accidente, comenzará a tomar fotografías para dar parte al seguro y pedir una alta indemnización, tanto a las aseguradoras como a los propietarios, por las lesiones causadas.

En el peor de los casos, los motoristas pueden llegar a pedir a la víctima que le entregue de inmediato una cantidad determinada de dinero para reducir el importe de la indemnización.

Los motoristas que protagonizan el timo eligen cuidadosamente a su víctima.

No bajar nunca la guardia

Ante este tipo de engaños, los expertos y las autoridades recomiendan estar siempre alerta en la carretera, especialmente en lugares donde es fácil sufrir un accidente de tráfico como cruces, rotondas o cambios de rasante. Los estafadores eligen estos lugares para no levantar sospechas de los seguros

Si no ha sido posible eludir el accidente y sospechamos que estamos siendo víctimas de una estafa, es muy importante ser muy riguroso con la forma de proceder. Lo más aconsejable es tomar el mayor número posible de fotografías de la escena donde se ha producido la colisión de los vehículos implicados, así como de los motoristas, para tratar de conocer la identidad de los estafadores. 

Dar parte al seguro

Si te ves envuelto en esta estafa es importante que llames cuanto antes a tu compañía de seguros para contarles lo ocurrido y ponerles sobre aviso para que estén al tanto del posible timo. Cuantos más detalles y pruebas aportemos más fácil será dar con los estafadores.  

Ahora ya lo sabes, no solo debes conducir con los cinco sentidos puestos en la carretera, sino que también debes estar muy despierto para detectar las posibles dudosas intenciones de otros conductores. Una labor complicada, pero muy necesaria para evitar caer en las trampas de los más despiadados, y descarados, timadores.