El tercer hombre. El hombre libre. Hace referencia a la situación en la que un jugador posee el control de la pelota y el compañero más cercano tiene una marca encima, por lo que no la puede recibir. Existe un bloqueo. Es entonces cuando aparece un tercer jugador libre de marca con el objetivo de crear una situación de superioridad y poder avanzar superando líneas.
En el Jumbo, que dice vivir en ocasiones de las tácticas del fútbol, vinculado a la escuela neerlandesa, la del fútbol total, la naranja mecánica, encontraron en un elemento del fútbol, vital en el juego, la inspiración que ha supuesto el éxito en la Vuelta.
El tercer elemento era Sepp Kuss, el inesperado, el ciclista libre de marca. Jonas Vingegaard y Primoz Roglic, campeones extraordinarios, estaban vigilados. Eran las grandes estrellas. Atrajeron todas las miradas. A Kuss, excelso escalador, pero gregario, nadie le prestó atención.
Eso concedió la superioridad del Jumbo, que es el ciclismo total, como aquella naranja mecánica. El resto de favoritos solo tenía ojos para el danés y el esloveno. Los tres posaron en el podido final de Madrid. Kuss, campeón, escoltado por Vingegaard, segundo, y Roglic, tercero. Luz cegadora.
Jugada maestra
Liberado Kuss, desmarcado, el Jumbo generó otro juego. Los neerlandeses alteraron el tablero de ajedrez, el peso real de las piezas que manejaron con maestría. El rey era un alfil. Cuando Kuss se filtró el sexto día en una fuga camino de Javalambre, hizo cima en el Pico del Buitre, el resto de equipos no comprendieron el impacto real de aquella maniobra, que fue, en realidad, la Epifanía del norteamericano.
"Normalmente, estoy el otro lado. A menudo estoy en el equipo que ha ganado, pero ser el que lleva el jersey de líder es simplemente increíble. Así que sí, ¡sigo viviendo un sueño!!"
No entendieron la obra del Jumbo. Creyeron apreciar un juego de damas, superficial, liviano, de escaso calado, pero desde el cerebro del Jumbo su apuesta era profunda, a largo plazo, que precisaba una mirada global. Se necesitaba una visión cenital. Ensimismados con Vingegaard y Roglic– los señuelos, el ancla que daba vuelo al colibrí de Durango– Kuss adquirió rango y estatus.
En aquella fuga, el omnipotente escuadrón amarillo (vestido de negro en Madrid y condecorado el maillot con los colores del Giro, del Tour y la Vuelta), introdujo varias piezas en juego. De hecho, medio equipo acompañó al norteamericano. No era un capricho.
¿Para qué enviar media alineación al frente para vencer una simple etapa? Con Kuss buscaron el desequilibrio. Lo obtuvieron sin que el resto lo percibiera y optará por situarlo en los lugares comunes. Eso provocó una posición muy ventajosa para lo que restaba de carrera al Jumbo.
Jerarquía y dominio
Nunca abandonaron la jerarquía sobre la Vuelta. Además, aquella fuga logró el tiempo exacto de ventaja para dar aire a Kuss y no alejar demasiado a Roglic y Vingegaard, que permanecieron en el pelotón hasta la última ascensión, donde mostraron sus capacidades.
El Jumbo no era un gobierno de cohabitación danesa y esloveno. En la coalición estaba Kuss, que era la pieza, primero, indetectable, después desequilibrante y finalmente triunfadora.
A ese punto de dominio no sólo llegaron los ideólogos del Jumbo a través de esa variación. Pudieron introducir a Kuss en la ecuación de la Vuelta porque días antes Vingegaard, el patrón, impuso su criterio en el pelotón en medio de la lluvia.
En la segunda jornada de competición, antes de que Kuss se acercara al maillot rojo, Roglic se fue al suelo en un día de piso resbaladizo y peligroso por culpa de la lluvia. La reacción del danés fue pastorear el grupo junto a Van Baarle, su compañero, y exigir el freno del pelotón. Evenepoel también accedió. Paró el ritmo y Roglic se reincorporó a la marcha sin ningún daño.
Mando de la carrera
Con Roglic, el Jumbo disfrutaba de sus tres cartas intactas. Además, esa jornada, los ciclistas presionaron y los tiempos de la general se tomaron antes de la ascensión al Castillo de Montjuïc y su posterior bajada. Así, esquivaron el riesgo.
Por la mañana, Vingegaard visitó a Enric Mas en el bus de Movistar y le convenció de que aquello era lo correcto. El resto de equipos aplaudió la decisión del Jumbo, que, en realidad, velaba por sus intereses.
Habían conseguido mantener a sus tres líderes, uno encubierto, con todas las opciones abiertas. Esa era la jugada maestra del Jumbo. En lugar de dos opciones nítidas, la de dos campeones contrastados, Vingegaard, el mejor ciclista de grandes vueltas, y Roglic, vencedor de tres Vueltas y un Giro, disponían de otro nombre, Kuss.
Victoria en Javalambre
Su apellido se fue haciendo viral a medida que adquirió protagonismo. Su victoria en el Pico del Buitre define al norteamericano, un tipo simpático. Antes de cruzar la meta como vencedor, era el más fuerte de la fuga, Kuss fue chocando las manos de los aficionados. Espontáneo, feliz. Juego de niños. Lenny Martinez se quedó con el rojo a modo de préstamo, pero el Jumbo había dispuesto la cartografía de la Vuelta.
Sostenido sobre la fortaleza de un equipo extraordinario, el mejor, la alternativa de Kuss fue cogiendo fuerza mientras Vingegaard y Roglic amenazaban al resto con su mera presencia. Abrumaban al resto de opositores al triunfo.
Kuss parecía el eslabón débil, pero en realidad, el colibrí de Durango llegó a la Vuelta con fuerza y descaro. Después de subir sobre sus hombros a Vingegaard al cielo de París e impulsar a Roglic a la azotea del Giro con su enorme despliegue en las montañas, Kuss se tachonó en terraza de la Vuelta.
Gran crono de Kuss
En su despegue hacia la historia, el infiltrado fijó la fortaleza de su candidatura a la corona en tres actos que le siguieron al de Javalambre. La contrarreloj de Valladolid fue un test que le concedió una confianza enorme en sus opciones. Jamás había disputado una crono en esas circunstancias. No era su desempeño habitual.
Él cuidaba de sus líderes en las montañas. En un recorrido llano, Kuss, en su mejor actuación, superó el test con enorme solvencia. Salió de la crono con menos ventaja, pero con el crédito intacto. En el peor escenario para sus características supo sostenerse con firmeza.
Tourmalet y Vingegaard
A partir de ahí, el final del Tourmalet, donde quedó descartado Evenepoel por el hundimiento en el Aubisque, llenó la moral de Kuss. Vingegaard, el que abría los ataques, fue el primero en disparar. Se ganó la cumbre, pero el líder, eléctrico, apenas concedió medio minuto frente al mejor escalador. Roglic secundó a Kuss.
Por entonces, el juego mental y las intrigas palaciegas en el Jumbo elevaban el suflé de los análisis, las interpretaciones y los augurios. Vingegaard y Roglic se acercaron a Kuss entre la crono y Tourmalet. Con el corrimiento de tierras cercaron al líder, pero también blindaron el podio del Jumbo. El resto no contaba. La segunda semana de carrera se cerró en Nafarroa. En el Vejo Reino lucía todavía la corona Kuss.
Juicio final en el Angliru
A la Vuelta le restaba el Angliru, el último gran escenario antes de la capitulación. Un día antes, Vingegaard sorprendió con su ventaja en Bejes en una jornada llana con un puerto como remate. Se aproximó aún más a Kuss. Roglic rascó algo. Kuss salvó el día. Sería el coloso asturiano el que determinaría el escalafón del Jumbo, para entonces resuelta la carrera a su favor, inexpugnable el podio, pero no quién sería el vencedor.
En la montaña que se repta, que se sube para no caer por sus rampas imposibles, territorio de cabras, Roglic se puso de pie. Le siguió Vingegaard sin pestañear. Kuss padeció. No le iban a regalar la carrera. Se la tendría que ganar. Lo hizo.
Agarrado a Mikel Landa en los estertores, salvó el gaznate por 8 segundos. Un día más tarde, Vingegaard entregó 9 segundos a modo regalo. Para entonces el Jumbo designó que la Vuelta pertenecía al norteamericano. El ciclista del pueblo, con el que más se identificó la afición, sería el rey para siempre. Kuss corona en la Vuelta la obra maestra del Jumbo.
Kaden Groves vence el último esprint en Madrid
La Vuelta se cerró en Madrid, con una salida desde el Hipódromo, que concluyó al esprint a pesar del intento de Evenepoel, Ganna, Kämna, Rui Costa, Denz y Groves. Finalmente, el australiano se impuso en el esprint definitivo tras un pulso intenso con Evenepoel y después con Ganna, al que derrotó.
La próxima edición de la Vuelta, que arrancará el 17 de agosto de 2024, se pondrá en pie en Lisboa y finalizará, como es habitual, en Madrid el 8 de septiembre.
La jornada inaugural arrancará en Lisboa y concluirá en Oeiras. En la segunda etapa, el pelotón partirá desde Cascais para enlazar con Ourém. El tercer día de competición por suelo luso unirá Lousã y Castello Branco.