No empezaron las cosas bien en el Manomanista de Promoción para Iker Salaberria. El finalista de 2022 encajó un 22-10 ante Javier Zabala que le puso las cosas cuesta arriba en la liguilla de cuartos de final. El navarro se revolvió con dos victorias consecutivas: ante Larrazabal (22-19) y Agirre (18-22). El delantero de Amurrio, en un remontada espectacular sobre el potente delantero riojano –levantó un 20-4–, benefició a Salaberria y le dio el pase a las semifinales, donde tumbó a Egiguren V (15-22). En su segunda cita por el título, el goizuetarra espera tocar la gloria este sábado, a partir de las 17.15 horas. Joanes Bakaikoa, delantero de mentón de cemento, espera en el Labrit de Iruñea.

¿Cómo llega a la final del Manomanista?

—Estoy bien. Considero que he hecho un campeonato completo. Estoy con ganas de que llegue la final y dar la talla. No hay excusas de manos o de físico. No hay problema ninguno en ese aspecto. 

El campeonato no se inició de la mejor manera posible, ya que cayó ante Javier Zabala en su primer partido por 22-10. Sí que es cierto que el logroñés era uno de los principales favoritos al título. 

—Me tocó un grupo de cuartos de final muy difícil –junto a Salaberria estaban Zabala, Larrazabal y Agirre–. Parecía casi imposible que pudiera clasificarme para las semifinales tal y como empecé, pero aquí se ha visto que hay que seguir luchando y trabajando hasta el final. En el mano a mano los partidos pueden cambiar en pocos pelotazos. Hay que estar enchufados desde el principio hasta el final. He hecho un gran trabajo.

“Bakaikoa es muy pelotari y defiende mucho. En ocasiones parece que no hace gran cosa, pero hace muchas bien”

Son nombres importantes en la categoría, desde luego. Casi pasar ese grupo era el trance más complicado, ¿no?

—No lo sé. Siempre se ha dicho que para llegar lejos en el mano a mano hay que tener mucha pegada, pero no estoy de acuerdo con ello. Es importante la pegada, desde luego; pero también son vitales otras cosas: terminar el tanto, defender, ser constante… A veces nos fijamos en la fuerza, pero, tal y como se juega hoy en día y con las pelotas que hay, no es lo esencial. 

De hecho, tanto Joanes Bakaikoa, el otro finalista, como usted son un tipo de pelotari que difiere de los grandes pegadores. Son muy pelotaris, farragosos, constantes…

—Opino que antes era más importante la pegada que en la actualidad. Sé que no puedo ganar un partido a base de pelotazos, pero también soy consciente de que tengo otras armas e intento arprovecharlas al máximo en los encuentros. Eso es lo que me ha llevado a plantarme en la final. 

Se mide a Bakaikoa, un manista experimentado y áspero. Posiblemente, uno de los más duros de todo el cuadro profesional. 

—Joanes es muy pelotari y defiende mucho. En ocasiones parece que no hace gran cosa, pero hace muchas bien: defiende, mete muchas pelotas a la pared, saca muy bien… Tendré que hacer un partido completo. 

¿Preparado para dar un montón de pelotazos?

—Sí. Contra Larrazabal en Ataun tuve que dar 311 pelotazos y en la semifinal ante Egiguren V fueron 331. No tengo miedo de pelotear. Me siento cómodo en ese juego. No tengo prisa de acabar el partido.

En 2022 también alcanzó la final y sucumbió ante Jon Alberdi (22-11). 

—He evolucionado como pelotari desde entonces y llego mejor a la final de esta edición. Antes de debutar no solía jugar demasiado mano a mano, pero desde que me estrené con Aspe –1 de noviembre de 2019– me he sentido a gusto en la modalidad. Es mi segunda final del Manomanista y la tercera en un año –junto con la del Cuatro y Medio de Promoción de 2022, que ganó a Egiguren V–. 

¿En qué apartado cree que ha evolucionado más?

—Las victorias contribuyen. La txapela del acotado me ayudó a tener más confianza en mí y más tranquilidad a la hora de jugar. En ese Cuatro y Medio tuve que remontar dos partidos que se me pusieron muy difíciles –ante Egiguren V fue perdiendo 18-8 y ante Zubizarreta III 14-4– y en la final también empecé por detrás; cuando te das cuenta de que puedes darle la vuelta a encuentros complicados, ganas confianza. Sobre todo, he evolucionado en ese aspecto: creo más en mí.

“Parecía casi imposible que pudiera clasificarme para las semifinales, pero aquí se ha visto que hay que seguir luchando y hasta el final”

De todos modos, lleva un año muy bueno. A la txapela de la ‘jaula’ hay que sumar esta final y un notable Parejas de Promoción. Destacó junto a Oier Etxebarria en la primera fase, pero luego se quedaron fuera de la final. 

—Es el tercer Parejas seguido que hago una liguilla de cuartos de final en la que quedo primero y luego no me meto en la final. Las semifinales son a tres jornadas y cambia todo. De todos modos, es un campeonato largo y no es comparable a los individuales, que duran apenas un mes. En el Parejas, durante cinco meses, el estado físico y de las manos pueden variar. Hicimos una fase de cuartos muy buena, pero en mi caso particular llegué a las semifinales muy justo.