- El último fotograma que se recuerda de Primoz Roglic es el que enmarcó a un campeón con mascarilla en Madrid. El esloveno cerró el curso conquistando por segunda vez la Vuelta a España. El logro conviene resaltarlo porque el esloveno tuvo que reconstruirse por dentro después de que el Tour que era suyo se lo quedara Pogacar en La Planche des Belles Filles. El joven esloveno entró como un cohete en la historia de la Grande Boucle con una actuación que aún cuesta digerir sin evitar la cara de asombro. Roglic se quedó a un dedo de la gloria, sentado en suelo y tratando de entender todo aquello que recogió Code Geel, el documental del Jumbo. “No puedo creerlo. Dos minutos. Esa es una gran diferencia. Tienen que calcular qué tipo de potencia se necesita para eso. Está pedaleando a un nivel completamente diferente. No puedo entenderlo. Si puedes pedalear tan rápido, puedes ganar todas las etapas con una pierna”, dijo Roglic sobre la hiperbólica gesta de Pogacar.

Esa profunda herida no logró, sin embargo, destruir a Roglic, un competidor excelso. El esloveno se alistó a la Vuelta y venció la carrera en una enorme demostración de carácter y capacidad de concentración tras sobreponerse a la fatiga física y al hondo daño anímico que le provocó la derrota del Tour. De todo eso se repuso Roglic, que inicia el domingo su camino hacia el trono de los Campos Elíseos a través de la París-Niza, que se disputa entre el 7 y el 14. El esloveno, que no sabe correr sin buscar la gloria, es el máximo favorito para la corona de la cita francesa, en la que se medirá a Tao Geoghegan, vencedor del Giro, Jai Hindley y Maximilian Schachmann, que tratará de retener el título de 2020. La ronda francesa tiene como primer punto de inflexión la tercera etapa, una crono de 14,4 kilómetros. Al día siguiente llegará la montaña con seis puertos de Segunda y final en Chiroubles. La sexta etapa cuenta con cinco altos y un final en repecho antes de la etapa reina con llegada a Valdeblore la Colmiane. El cierre en Niza enfocará la Cote de Peille y el Col d’Eze como principales escollos en el retorno a escena de Roglic.