Con una celebración gutural, un grito de hermandad y gloria, abrazados los hermanos Izagirre, Ion, el vencedor, y Gorka su faro, finalizó la Itzulia de 2019. Entonces, en medio de aquel festejo familiar, nadie intuía que el mundo tal y como lo conocimos, lo alteraría un virus que nació en China. El covid-19, un patógeno que se creía exótico cambió nuestras vidas y encerró en casa a la humanidad para evitar el contagio. Al galope, avanzó el coronavirus como un jinete del Apocalipsis. Se fueron y se van muchas vidas, y las otras quedaron confinadas. Se amuralló el mundo y se evitó el contacto.
Los Izagirre fueron los últimos en abrazarse en la Itzulia. En la presente edición, donde el contacto queda prohibido, se espera, a falta de confirmación oficial, el duelo de Tadej Pogacar, campeón del Tour, y Primoz Roglic, segundo en los Campos Elíseos y dos veces ganador de la Vuelta. Entre ellos querrá interponerse Mikel Landa, que ama la Itzulia, una carrera con aires de revancha. "Esperamos una participación de lujo, pero es una pena que la carrera tenga que celebrarse en estas condiciones. Sin el calor de la gente", expuso Julián Eraso, director de la Itzulia durante la presentación telemática de la carrera.
Será el reencuentro de la Itzulia con la carretera, porque en 2020 la prueba se quedó muda. En silencio. "La edición fantasma", definió Eraso. La prueba no se disputó por el impacto de la pandemia y regresa en 2021 con un estricto protocolo anticovid, que supone un gasto extra de 150.000 euros para una competición con un presupuesto de 1.300.000 euros. Readaptada y reconstruida, la cita vasca del WorldTour se correrá entre el 5 y el 10 abril con el recorrido remozado, reorientado tras perder dos llegadas, las de Errenteria e Ibardin, y reordenar la carrera.
La Itzulia partirá con una contrarreloj individual desde Bilbao, tal y como desveló DEIA La crono, que contará con 13,9 kilómetros, estaba prevista para la jornada final, pero la organización ha optado por situarla al comienzo de la prueba. La etapa saldrá desde la Basílica de Begoña para finalizar en el Parque Etxebarria tras subir Santo Domingo. En una novedosa apuesta, los corredores atravesarán la plaza del Gas para ascender hasta el parque de Etxebarria por la vía que serpentea la ladera del parque. "Será espectacular", expuso Eraso, que invitó a los aficionados a seguir la carrera por la tele para garantizar la salud de la caravana ciclista y evitar contagios.
La segunda jornada de la Itzulia unirá Zalla y Sestao. Serán 154, 8 kilómetros en los que se ascenderán los altos de San Cosme, Bezi y la Asturiana, una novedosa subida, para concluir en la localidad de Ezkerraldea. Será una etapa totalmente vizcaina y enfocada en recorrer al detalle Enkarterri y Ezkerraldea. La tercera etapa se mantiene como estaba diseñada en la edición de 2020. La Itzulia acampará el tercer día en Araba con una jornada que unirá Amurrio y Laudio, con la subida final a Santa Lucía, un puerto con rampas de hasta el 22% e inédito en la biografia de la Itzulia. Antes, el pelotón deberá coronar Altube, La Tejera y Malkuartu para completar los 167 kilómetros del trazado.
La clásica salida de Gasteiz será el punto de partida de la cuarta etapa, que concluirá en Hondarribia tras 189,2 kilómetros. Deskarga, Alkiza, Jaizkibel y Erlaitz impondrán la dureza del recorrido. La localidad costera de Hondarribia dará el banderazo de salida de la quinta etapa, que se rematará en Ondarroa después de 160 kilómetros que tocarán los puertos de Mendexa, Gontzagaragaina y Urkaregi. La meta se situará cerca del campo de fútbol del Aurrera de Ondarroa. El club festeja su centenario y lo celebrará con la Itzulia.
UN ESPRINT ENTRE MONTAÑAS
La carrera finalizará en el Santuario de Arrate en una etapa comprimida, con siete ascensiones en apenas 112 kilómetros entre Ondarroa y la mítica cima eibarresa. Será un esprint entre montañas. El recorrido estará salpicado de puertos. Arribinieta, Elkorrieta, Azurki, Gorla, Krabelin, Trabakua y Usartza coserán la jornada definitiva de carrera vasca. La novedad de esta etapa será la ascensión a Arrate por Azitain que da a Krabelin. Después se conectará con Trabakua y se accederá al Santuario de Arrate, el altar del ciclismo vasco
Ahí quiere subir el Euskaltel-Euskadi, que regresará a la Itzulia ocho años después de su última aparición en escena. "Es nuestro Tour", dicen desde la Fundación Euskadi, "ilusionadísimos" con la vuelta al hogar, a los paisajes que tejen el corpus del equipo naranja, al fin en la competición que más quieren por lo simbólico y sentimental. Probablemente, la marea naranja tendrá que esperar y observar la prueba desde el salón de casa en una carrera que se correrá de puertas adentro para protegerse del covid-19. La Itzulia de la reconstrucicón será el escenario de la revancha del Tour.