Beñat Garmendia (Beasain, 1997) se confirmó como uno de los debuts a corto plazo de Aspe en septiembre, pero tuvo que esperar hasta diciembre para que los rectores de la promotora le confirmaran que iba a hacer su estreno en el profesionalismo. La empresa fechó el descorche de sus dos años como integrante de la marca de Eibar el 5 de enero, fecha en la que dará el salto junto a Peio Etxeberria en el Campeonato de Parejas de Segunda. El zaguero guipuzcoano pondrá de largo su carrera en el frontón Beotibar de Tolosa. Para empezar, sin concesiones. Su nombre y el de Oier Etxebarria, cuyo descorche está previsto para un día después en Eibar, vienen precedidos de las no renovaciones de los jóvenes Aitor Irusta e Iñigo Martínez.
A pesar del tiempo de espera, en el que Garmendia trabajó para mejorar sus prestaciones, el beasaindarra cumple un “sueño”. “Al recibir la noticia sentí una alegría enorme. Tengo mucha ilusión y ganas de que llegue ese día. Todos los pelotaris que estamos en aficionados soñamos con dar el salto al campo profesional”, determina Beñat. Le llamaron después de varios meses de entrenamientos con la escuadra eibarresa y no pudo contestar nada más que que estaba encantado con el salto. Eso sí, lo hará en un campeonato, lo que es un “plus añadido”. “Espero dar el nivel”, recita. Mezclará con Peio Etxeberria, con quien llegó a la final del Torneo ETB-LEPM en 2017. “Es maduro y seguro que me ayudará”, agrega el guardaespaldas.
Así las cosas, la vida de Garmendia se mide en pelotazos. Los daba en cualquier esquina. Siempre había cuero en el bolsillo de Beñat. “No recuerdo mi primera pelota, pero sí estar un día viendo un partido en casa y no sacarme nunca la pelota del bolsillo desde entonces. Iba a todos los lados con ella”, analiza Beñat, quien afirma que “cuando íbamos de comida familiar la llevaba para ver si podía jugar en alguna pared del restaurante. También he dado muchos pelotazos a la pared de casa”. No obstante, el deporte siempre ha estado presente en el hogar de los Garmendia: un tío y un primo jugaron en aficionados a pelota, Nicasio Garmendia, padre de Beñat, mientras, fue remero y la hermana hizo “muchos deportes”. Relata el beasaindarra que su aita comenzó su carrera arraunlari en Tolosa. “Después paso a Hernani, siguió en Donostiarra y acabó su carrera en Orio”, evoca. El veneno de la pelota a mano llegó por Beñat: “Desde pequeño veo todos los partidos que puedo y sigo haciéndolo. Le entró el gusanillo a toda la familia”.
El perfil de Beñat Garmendia, no obstante, se cincela con el mismo martillo con el que se construyó Abel Barriola, su ídolo. “Tengo muchas fotos suyas y junto a él en el cuarto. Me queda la espinita de no haber podido entrenar con él o de haber compartido vestuario. Sí que he hablado varias veces con él y eso ya es un sueño”, desgrana el de Beasain, quien se califica como “parecido a Abel o a Julen Martija. Soy seguro, de los que pierden poca pelota. Siempre me han dicho que soy un zaguero al que le falta un cuadro”. Además, admite que es un deportista que parece “tranquilo”, pero que lleva los nervios “por dentro”. Su anhelo a corto plazo es “dar el nivel” en el Parejas de Segunda.
ESTUDIANTE Y ATHLETICZALE “Desde pequeño he sufrido muchísimo de manos, pero llevo dos años sin dolores. Espero continuar así”, manifiesta, entretanto, Garmendia, cuyas meta es ponerse “a punto” físicamente. “Llevo un tiempo cuidándome más en la alimentación y me siento más fuerte físicamente”, confiesa el guipuzcoano, quien es consciente de que debería coger “algo más de cuerpo”.
Actualmente, Beñat se encuentra cursando el cuarto y último curso de magisterio en Gasteiz y espera “con un poco de suerte” terminar este año. “Tengo la suerte de que la empresa respetará mis horarios: por las mañanas, iré a estudiar y por la tarde, a entrenar”, concreta. “Sigo todos los deportes y soy del Athletic. Soy el único de la familia”, finaliza Garmendia.