Aitor Elizegi (Santutxu, 1966), en su intenso e incansable viaje personal alrededor del mundo con la cocina y el Athletic convertidos en dos de los principales ejes de su vida, alcanzó anoche su última y, a la vez, primera meta soñada: el sillón de Ibaigane. En el club rojiblanco aterriza, lleno de “ilusión” y “energía”, un hombre moldeado a sí mismo con el emprendimiento como bandera. Elegido en marzo de 2017 presidente de BilbaoDendak, plataforma público-privada que vela por la promoción de la actividad comercial y turística de la capital vizcaína, Elizegi puede presumir de ser un referente en la cocina vasca. Sus restaurantes Gaminiz, Bascook, Txocook y Basquery, próximos al paseo de Uribitarte en la villa, reflejan su dedicación y pasión por una cocina orgánica, basada en el aprendizaje que le han proporcionado a lo largo de los años sus numerosas vivencias de carácter internacional, en las que los encuentros con chefs de distintos puntos del planeta han nutrido un conocimiento que, en materia deportiva, ha depurado también al calor de distintos expertos.
En su hoja de ruta, con los fogones y el Athletic siempre en primer plano, ha hecho de la imaginación y de una creatividad desbordante dos de sus puntos fuertes, condiciones necesarias para alcanzar el éxito en los innumerables retos afrontados. El último, el asalto a la presidencia del club de sus amores, misión que siempre vio complicada, pero nunca imposible. Rodeado de un “magnífico equipo” con el objetivo de otorgar al Athletic la mejor dirección posible, titubeó a la hora de presentarse a unas elecciones en las que no ha dudado en poner toda la carne en el asador. Perejil, desde luego, no ha faltado a una campaña electoral en la que Elizegi, con una innata facilidad para la oratoria y una contrastada capacidad en la dirección de personas, no dudó en subir el tono cuando lo vio oportuno.
EXIGENCIA Y RESPONSABILIDAD Incansable de noche y de día en sus apariciones públicas, el afamado cocinero bilbaíno, que sucedió al frente de BilbaoDendak a Juan Carlos Ercoreca, a quien ha convertido ahora en presidente de la Fundación Athletic después de acompañarle en su plancha electoral en 2007, no ha ocultado que lleva años trabajando y cocinando -nunca mejor dicho- un proyecto por y para el club rojiblanco, el cual pondrá en funcionamiento a partir de hoy convencido de que las decisiones deben tomarse de manera “colegiada”. Así lo ha hecho a lo largo de su vida y así advierte que hará, por el bien de la entidad, en Ibaigane, lugar en el que asoma desde hoy, orgulloso, como máximo dirigente rojiblanco, porque su vicepresidente, Mikel Martínez, “no quiso serlo”. La humildad, nunca reñida con las conquistas personales, acompaña también al empresario de Santutxu, aliado con la exigencia y la responsabilidad en su aterrizaje en el Athletic.