Bojan Krkic es un delantero que no es especialmente rápido. Tampoco tiene una constitución que le permita ser un factor en el juego aéreo. No tiene un gran golpeo de balón y carece de habilidad para jugar de espaldas a la portería. De gol anda escaso. Estas características las pueden sumar a las de un equipo que nunca en la temporada ha jugado con un esquema en el que se pudiera sacar el poco jugo que hay en Bojan -por detrás de un nueve de referencia- y el resultado es un paquete de mucho cuidado con una ficha descomunal. Sergio Fernández lleva varias semanas haciéndose la pregunta que muchos veranos se tuvieron que hacer Txiki Begiristain y Zubi. ¿Dónde colocamos al Bojan? El problema añadido es que cada vez quedan menos primos en la mesa al que endosar el farol. La aparición de Bojan se enmarca en un Barcelona de entreguerras que asistía aturdido al inexplicable ocaso prematuro de Ronaldinho mientras aguardaba la eclosión de Messi, que por aquel entonces no terminaba de producirse. En un Barça que hizo el famoso pasillo al Real Madrid, en un Barça de “Al loro, que no estamos tan mal”, Bojan, que marcó diez goles en esa Liga, fue la única nota positiva de un equipo que se descomponía sin remisión ante la decadencia de sus estrellas y las lesiones constantes del que a partir del siguiente curso se convertiría en el verdadero transformador de la entidad. En aquel Barcelona que vivió expectante la irrupción de Bojan, Xavi Hernández era un futbolista cuestionado e Iniesta no estaba plenamente asentado. Que Van Bommel fue titular por delante del manchego en la final de Champions de París o que el que ahora chupa del régimen de Catar era poco menos que un bulto sospechoso hasta que Guardiola y, sobre todo Luis Aragonés, se cruzaron en su vida, hay que recordarlo más. A aquel Bojan le bastó el desparpajo y el hambre en un entorno viciado para ser catalogado como el nuevo fenómeno del fútbol español. El futbolista de Lérida fue incluso convocado para la Eurocopa de 2008 pero rechazó la llamada de Aragonés. “No fui por a la Eurocopa 2008 por mis ataques de ansiedad”, reconoció en una entrevista años más tarde. Visto una década después, quizás Bojan se puede considerar el primer gran producto de la maquinaria propagandística nacional-barcelonista, que se vertebró en torno a mostrar al mundo una supremacía moral y ética, especialmente en contraposición a su gran enemigo. No contento con ganar y ser considerado (merecidamente) uno de los mejores equipos de todos los tiempos, el Barcelona empezó a hablar de cantera, de valores, de que ellos no tenían a Bankia y tal...

Las consecuencias de la propaganda y los messiniestas defectuosos han repercutido durante estos años en varios clubes de LaLiga que han tenido la mala suerte de tener por secretario técnico a un jugador de football manager con poder de decisión. Tipos dispuestos en 2017 a firmar Bojans o Cuencas, marketeados a un nivel extremo y con un cartel que les ha dado para hacer diez años en Primera División sin demostrar nada. A Bojan se lo acabaron colocando el último día del mercado al más lento de la clase y a un precio de oro. El canterano del Barcelona acabó en Vitoria después de su Erasmus en Italia, Holanda, Inglaterra y Alemania. Quitando su primera temporada en la máxima categoría, sus números son para desmayarse. 45 goles en 224 partidos y un promedio de una diana cada 230 minutos. Sergio Fernández tiene que encontrar a otro Sergio Fernández para empaquetarle este pufo.