La redención y las revoluciones
MANOMANISTA DE PLATA | Merino e Irribarria se citan en una semifinal con brecha generacional
Igor G. Vico
EIBAR - La moneda de Miguel Merino en 2011 tuvo una cara y una cruz. Por un lado, Mikel Olaetxea, que por entonces se mostró infranqueable en el Parejas y el Manomanista, fue su bestia negra. Le ganó las dos finales en las dos modalidades. Por el otro, el guardaespaldas riojano demostró que podía estar en la horquilla de pelotaris capaces de jugar estelares con Aspe. Fue un curso en el que el delantero de Lizartza le tumbó y él se levantó. Junto a Jon Ander Albisu, el habilidoso delantero de Asegarce le arrebató la txapela de Parejas de plata que peleó con Gorka (22-16), aunque lo más doloroso fue caer en el Adarraga en el mano a mano cuando Miguel acumulaba en la pugna por el cetro que da acceso a Primera un jugoso 9-18. Un sotamano que no llegó a frontis fue el principio del final. El saque-remate fue el que evitó que volviera a sumar en el luminoso aquel día (22-18).
Cuatro cursos después, el zaguero de Villar de Torre asoma en otro Manomanista de redención al que llega a semifinales después de tumbar a Erik Jaka, un puntillero con mucho olfato cerca del frontis y en gran estado de forma, y Ladis Galarza, un pegador. Dos manistas de dos pelajes bien distintos. La mixtura le espera en el Astelena de Eibar, Iker Irribarria, un neófito con potencia y estilo. “Es una semifinal y quiero salir a disfrutar. Contra Jaka me encontré bien y ante Ladis Galarza no estuve tan fino, cometí errores, pero conseguí ganar”, concreta el manista riojano, quien apostilla que “el domingo tengo un partido muy complicado. Iker es un pelotari que le pega muy fuerte a la pelota y, al ser delantero, tiene muchos recursos. Yo intentaré jugar a bote y tenerle muy lejos del frontis”. Esa es la receta de Merino, porque el saque-remate es una espina clavada. Miguel aprovecha muy bien la última losa y en el Astelena tendrá que evitar el aire de su contrincante y mostrar el ariete de su resto. La final supondría una nueva oportunidad para el veterano pelotari, que tiene complicada tesitura frente a un adversario que, como contemplan desde los servicios técnicos de Aspe, personifica “la novedad”. “Aunque vemos una semifinal más abierta de lo que parece a simple vista, porque a Miguel hay que ganarle”, certifican.
Iker Irribarria es la revolución. El zurdo de Arama debutó el 22 de marzo con Miguel como padrino, hace dos meses hoy mismo, y está subiendo como la espuma. Con apenas 18 años, cumple 19 el próximo mes, ya tiene programados estelares y destaca como una de las más firmes promesas que posee Aspe en la delantera, con permiso de Jokin Altuna, Erik Jaka y compañía. De hecho, pase lo que pase, tiene cerrado un encuentro de campanillas el próximo martes en el Municipal de Bergara junto a Beñat Rezusta frente a dos primeros espadas como Joseba Ezkurdia y Abel Barriola. “Cada vez me encuentro mejor en el Manomanista de Segunda. Empecé muy nervioso contra Xabier Tolosa (7-22) y contra Iker Tainta me vi mejor (8-22). Me hace mucha ilusión pensar que si gano el domingo podría llegar a mi primera final en profesionales. Eso sí, según avanzo en el campeonato, siento más tensión”, confiesa el guipuzcoano, quien analiza que “Merino es un rival muy incómodo. Es muy rocoso y con mucha experiencia. De los que lleva todo a buena. Tendré que salir a hacer mi juego. Es un partido muy difícil”. En las entrañas de Aspe apelan al nerviosismo como una de las aristas con las que tendrá que lidiar el zurdo y, con su bisoñez, todavía es una incógnita su despliegue en estas lides.
Respecto a los cueros propuestos para la cita, ambos manistas quedaron contentos tras el paso por el cestaño ayer en el Astelena de Eibar. “El material separado por Miguel lo hubiera escogido yo mismo, así que perfecto”, argumentó Irribarria, quien se decantó por pelotas de 106 y 105,1 gramos; mientras que Merino los prefirió de 105,3 y 106. “Una de las suyas es algo más viva, pero no hay excusas”, concluyó el experimentado riojano.