catar - Marc Márquez no transmite egolatría. Un tipo que, con el pesar de su dimensionado talento, es recatado, modesto. Le acompaña en este sentido su rostro, que no infunde temor con esa sonrisa perenne plagada de naturalidad; sí lo hacen sin embargo sus aptitudes como piloto proyectadas en pista. Pero dentro de su discurso, con la exposición y el reclamo, se ha podido escarbar en ese fondo interior, el inconfesable, el que viaja cerrado con candado. El de Cervera ha mostrado alguna fisura sobre su condición, acerca de lo que piensa de uno mismo. Realmente le importan las estadísticas, los números, las crónicas... El protagonismo merecido, no el de cartón. La historia en definitiva, y el papel que puede ocupar dentro de la misma, su lugar en el gremio del motociclismo. Lo hizo, sincero, cuando, en el mar de las especulaciones periodísticas, que se podían haber quedado en eso, en escritos sin confirmaciones, confesó que anduvo dubitativo sobre la posibilidad de correr al mismo tiempo en dos categorías del Campeonato del Mundo.

Hubo un día de cábalas en que su hambre le hizo mutar en matemático. Aplicó reglas de tres, fundamentadas en el más optimista de los pronósticos, como si estos se tornaran en realidad. Y en ese marco de dudas, de cálculos, barajó que debía ganar tiempo al tiempo. Pensó en multiplicarse. Creyó que debía hacerlo si pretendía erradicar cualquier debate, porque lo hay. Siempre lo habrá. Más en una sociedad ávida de superhéroes. La crítica es injusta en este sentido. Meditando, viendo meditar al prójimo, pudo ver que para escalar hasta la cúspide, ser proclamado el mejor, no basta con ser literalmente el mejor de todos cuantos un día fueron pilotos. No basta con serlo, al menos, de manera parcial, en un fragmento de la historia, porque en este debate de la extraordinariez, en el que Márquez es protagonista ineludible, siempre brotan las estadísticas, a veces tan injustas como con Dani Pedrosa, octavo piloto de la historia en cuanto a victorias, pero sin corona de la categoría reina. Esta discusión de la trascendencia de los resultados, amparado en números, lo fundamenta, entre otros, Valentino Rossi: “Giacomo Agostini es el mejor, ganó más que nadie”. Las expectativas sobre Márquez apuntan así de alto, como una de las luminarias de las dos ruedas. Ya lo es según la ciencia numérica. Pero ansiaba más. El chico es consciente de que los de Agostini eran otros tiempos, época que reverdeció con esa idea de ser aspirante a dos títulos el mismo año.

El planteamiento para la regla de tres de las conjeturas de Márquez es el siguiente: Agostini corrió 14 años en el Mundial, 13 de ellos en dos categorías a la vez (350 c.c. y 500 c.c.), conquistando 15 títulos y 122 victorias, una etapa para la que hoy necesitaría 27 años de carrera deportiva como inversión; Rossi, en un ciclo más actualizado, con 19 temporadas a lomos del Mundial ostenta 9 títulos y 108 triunfos; Márquez, en 7 cursos, alberga 4 entorchados y 45 victorias. El catalán ha consumido 22 febreros de su vida y se plantaría con 34, en la hipótesis de ganar de manera ininterrumpida -lo cual habiendo cedido en 3 años de 7 no le cuadra para la regla de tres-, el más ilusionista de los porvenires, al igualar a Agostini. Ello sin variantes como el sustento de su nivel, posibles lesiones, su escala de motivación, ni la competencia naciente. Cuanto menos, complicada esta ascensión.

Desechada por de pronto la posibilidad de emular a quienes corrían dos carreras por gran premio -ya se verá en adelante-, renunciando a pelear contra el tiempo y quizás por ello a las 15 coronas, la inmediatez de Márquez es orquestar la cacería de las 122 victorias del ilustre italiano, la cumbre de logros parciales, más asequibles sin duda, aunque en esta carrera aún corren delante Pedrosa (49), Read (52), Doohan (54), Lorenzo (54), Hailwood (76), Nieto (90) y, por supuesto, Rossi y Agostini. Rebasando al líder sabe que exiliaría parte del debate histórico, al menos, haría del pasado presente. “Márquez es más peligroso para mi récord que Rossi”, dice Agostini, la presa, la liebre.

El cartel que pende de la espalda de Márquez en el Mundial de MotoGP de 2015, que amanece este domingo en la noche de Catar, es el de favorito. La opinión es unísona. Pero tendrán que entrecruzarse sus intereses con los orgullos y poderes de Jorge Lorenzo, Dani Pedrosa y Rossi, que a sus 36 años dice que si sigue en esto es porque es competitivo, porque conserva la fe en recortar la estela de Agostini. Las 390 victorias totales de la parrilla hacen del campeonato el más rico de la historia, el que contará, asimismo, con 12 campeones.

ducati suma competencia En la pretemporada invernal, en sus tres estaciones, Honda se desmarcó en la primera, en Sepang (4-6 de febrero); Yamaha fue oposición en la segunda, también en Sepang (23-25 de febrero); Ducati sorprendió en la tercera, en Catar (14-16 de marzo). Si bien, en esta última se canceló la última jornada de entrenamientos, la más rápida, pero eso no quita para que los pilotos Ducati estén reafirmados como más próximos a Los Cuatro Magníficos, siendo Lorenzo el mayor aspirante tras Márquez. De hecho, la primera sorpresa podría llegar este mismo domingo con algún Andrea, Dovizioso o Iannone. El autor de la GP15, última versión de la máquina de Borgo Panigale, es la razón, una firma de Gigi Dall’Igna. “Creo que tenemos la base necesaria para luchar por el podio”, asevera Dovi, que, de mentir, lanzaría piedras contra sí mismo.

La virtud del equipo oficial Ducati, además, es su condición, enmarcada en la clase Factory, pero con reglamento Open, dando lugar así a la denominada Factory 2. Lo que le permitirá, como los equipos Open, desarrollar durante todo el año 12 motores, gozar de una pareja de neumáticos blandos extra y 4 litros más de combustible (24 en total) que los equipos Factory. Por contra, los Factory contarán con 5 propulsores y congelados, sin permiso de evolución, además del uso de un software propio. A esta clase pertenecen los equipos Repsol Honda, Movistar Yamaha, Tech3, el LCR Honda de Crutchlow y el Estrella Galicia de Redding. Más allá de la pugna por el título, de aquí brotará la batalla por el reinado de las motos satélites.

En la categoría Open, con centralistas administradas por la organizadora Dorna, quedan enmarcados el resto de los equipos, donde cabe destacar el retorno a la categoría reina de las marcas Suzuki y Aprilia, aunque ambas en proceso de optimización. Las caras nuevas como pilotos, todas compitiendo en este colectivo Open, son Melandri, Laverty y Baz, procedentes ellos de Superbikes, así como Maverick Viñales y Miller, este último con una ascensión desde Moto3.

“Ha sido un invierno largo y ya tengo ganas de que empiece la competición. El arranque del campeonato es genial”, dice Márquez, y amenaza: “Me siento mejor que el año pasado (en el que se rompió el peroné en invierno y arrancó el curso trenzando 10 victorias)”. Sabe que el tiempo corre en su contra. Se lo dicen sus reglas de tres. Tiene prisa. Ambiciona mayor jerarquía, persigue su tercer título de la categoría reina.

moto2 y moto3 En Moto2 la candidatura con más fuerza es la del vigente campeón Tito Rabat, inmerso en su particular apuesta de repetir el título para coger mayor impulso antes de un posible salto a MotoGP. Es su alternativa para tratar de gozar en un futuro de una moto competitiva. Lowes, Luthi, Kallio y Zarco se erigen como principales opositores de Rabat.

El bilbaíno Efrén Vázquez tratará en Moto3 de arrojar esperanza a su trono en su última campaña en la categoría inferior, donde Quartararo ha certificado su gran proyección en los entrenamientos. Kent, Fenati, Isaac Viñales, Brad Binder o Antonelli son algunos de los que lucharán en amplios grupos por el podio, lugar donde podrá brillar la presencia femenina de Herrera y Carrasco.