BILBAO - “O les aplastas o te aplastan, tal y como juegan...”. Es la conciencia, la voz del interior, la cruda realidad de Juan Martínez de Irujo y Aimar Olaizola, los dos colosos de la mano actual. Grandes, no; gigantescos. Del tamaño del Himalaya. Las dos puntas de un iceberg que es la mano profesional y que no se entendería en la actualidad sin la personificación en dos personajes punteros, dominadores, carismáticos y con la conciencia de que forman parte de otra Liga. El de Ibero y el de Goizueta son el yin y el yang, pero también partes de un todo, de la globalidad de la pelota, que es redonda como una noria y apenas deja de girar. Ellos personifican el duelo clásico encontrado en todas las facetas de la historia y en todos los aspectos de la vida. Como la luz y la oscuridad, como el bien y el mal, como el rojo y el azul o el blanco y negro. Izquierda y derecha o derecha o izquierda. ¡Qué más da! Con dos estilos, además, reconocibles, distintos, dos formas de andar, de moverse, de defender, de atacar, de encontrar las costuras al partido. Son distintos, pero son lo mismo. Son los reyes. Y en el presente Cuatro y Medio se jugarán el dominio en distintas circunstancias en el frontón Bizkaia de Bilbao, a partir de las 18.00 horas.
Por un lado, Aimar Olaizola aspira a colocarse su octava txapela de la modalidad que domina con puño de hierro. Atrás quedó Julián Retegi y sus cuatro entorchados dentro del Cuatro y Medio. Atrás, hace un lustro, igualó al maestro de Eratsun y el de Goizueta le adelantó en tres años de puro fuego. Acumula el pelotari navarro tres txapelas de la distancia consecutivas, ganadas en las finales a Juan Martínez de Irujo (2011 y 2013) y Oinatz Bengoetxea (2012) con las que ha batido a todos los pelotaris amarrados a la cercanía de la jaula. Suma siete cetros el de Goizueta en tantas otras finales, en las que no conoce la derrota. Mal presagio para Irujo, pero los números no tienen alma y el alma no alumbra pasado ni futuro, solo presente. Asimismo, el delantero navarro jugará hoy su octava final en el acotado y se ata a las musas del botillero de su contrincante, Patxi Eugi. Curiosidades de la vida, el agoizko tenía hasta el encuentro de Aimar contra Saralegi el récord absoluto de finales jugadas de la competición en total soledad con ocho disputas, pero no se acerca a la efectividad del de Asegarce. Así, Aimar Olaizola rompe otra de las marcas de la mano moderna. Aun así, el cien por cien de triunfo argumenta una facilidad camaleónica a adaptarse a las circunstancias que tiene una final: nervios, tensión, problemas de sueño y marcadores caprichosos. Eso lo domina el goizuetarra, atado al reloj de arena de los tiempos del partido y a la lupa de lectura del juego. Es un as en eso.
En los números, Juan Martínez de Irujo también tiene lo suyo. Encorsetada su pegada dentro del Cuatro y Medio, su incomodidad es patente. Aun así, tiene en su palmarés un total de seis finales, de las que ha ganado únicamente dos a Barriola (2006 y 2010) y ha perdido cuatro -tres de ellas contra Aimar (2008, 2011 y 2013) y otra contra Gonzalez (2009)-. “Para mí la txapela no importa más de lo que es: el Cuatro y Medio”, confirma el navarro. Sí. Pero el de Ibero podría ser el único pelotari capaz de imponerse en las tres modalidades en un solo año dos veces. Logró el triplete Julián Retegi en 1990 y lo hizo Martínez de Irujo en 2006, su gran curso. Ahora lo tiene a tiro de piedra, aunque no sea algo que le “obsesione”. En caso de ganar, el pelotari de Aspe se convertiría en el primer pelotari de la historia capaz de alcanzar un hito tan enorme. Una barbaridad al alcance de los elegidos. La Triple Corona es algo secundario, no obstante. La mirada del delantero iberoarra está puesta sobre el tapete negro del Bizkaia. Nada más. Por ahora, se han enfrentado en ocho finales individuales y Aimar saca ventaja en el parcial de victorias: seis a dos.
“Si lees últimamente la prensa y los comentarios de la gente, el que llega mejor al partido es Juan, pero habrá que verlo en el frontón”, comentaba en la elección de material de la final Aimar Olaizola. La espada de Damocles de las sensaciones pende sobre su cabeza tras tres cursos perfectos, increíbles. “Es normal que baje, lo normal no es estar así durante tres años”, manifiesta el de Goizueta, aunque confiesa no sentirse preocupado “porque ha sido de tres partidos hacia aquí”. Quizás el aterrizaje de Aimar Olaizola en la modalidad que mejor domina no ha sido del todo satisfactoria visto el despliegue mostrado en anteriores ediciones, pero la realidad es que, bien o mal, está en la final, jugándose la txapela ante un delantero que llega de menos a más. Para Aimar, lo más importante es la globalidad, hacer un buen choque de principio a fin. Le ha costado arrancar en todos sus envites, exceptuando el de Saralegi, mermado físicamente. “En algunos partidos, de la mitad hacia adelante me encuentro bien, pero al principio me siento mal. Lo que no he hecho son partidos completos. En este tipo de partidos es muy importante eso”, revela el puntillero. Así las cosas, frente a Bengoetxea acabó estelar.
Martínez de Irujo, por su parte, confía en sus buenas sensaciones, fruto de la “chapada” que le dio Yves Xala en su debut en la modalidad. Después de caer en el Astelena con un regusto amargo, Juan resucitó, encontró la llave de su buena suerte y dio velocidad a la pelota. “Estoy bien, con muchas ganas”, sostiene. Así, el inicio, argumenta, también le resulta capital aunque admite que prefiere un epílogo dulce. Y, como siempre en las luchas individuales, el saque supone un arma clave. “Sacar bien y restar supone cambiar el signo del partido. Con el saque-remate se te abre un mundo para acabar el tanto”, agrega el puntillero de Ibero.
Cimbrean las siete txapelas de Aimar Olaizola en el Universo Pelota como máximo dominador de la historia de la jaula y su contrincante le ve como favorito. Aun así, ni él ni los corredores observan la situación de ese modo. Se cantarán en las tablas de contracancha del frontón Bizkaia posturas a la par entre los dos pelotaris. “No hay favorito claro. Puede pasar cualquier cosa”, analizan los artekaris. Lo lógico sería que la cátedra se decantara por el puntillero de Asegarce, pero, entre las manifestaciones hechas por él mismo y la fotografía de anteriores encuentros, no le da ese aire. Pero las apuestas no rompen un partido. “Si por tener siete txapelas me ven de favorito, que me den la txapela ya, sin jugar”, ironiza el de Goizueta.
En Kiroljokoa sí que parte el de Asegarce como vencedor. El triunfo de Olaizola II se paga a 1,66 por euro apostado, mientras que el de su rival, Juan Martínez de Irujo, se abona a dos. Una victoria del de Ibero por 22-10, 22-9 o 22-8, por ejemplo, se pagaría a 15 euros.