A Coruña - El fallecimiento de Francisco Javier Romero Taboada, Jimmy, en la reyerta del pasado puede llevar a su disolución al grupo al que pertenecía, los Riazor Blues, un deseo que también tiene el club coruñés y que expresan incluso familiares de los aficionados radicales.

La historia no es nueva. Hace algo más de once años, tras la muerte de otro seguidor blanquiazul, Manuel Ríos Suárez, en los aledaños del campo compostelano de San Lázaro, a la conclusión de un partido de Copa entre los locales y el Deportivo, los Blues emitieron un comunicado en el que anunciaban su disolución.

Entonces admitían que el juguete se les había ido de las manos y el grupo desapareció, pero en cuestión de meses regresaran al fondo que habían ocupado desde 1987 en Riazor.

En 2003, la tragedia de Santiago, donde Manuel Ríos falleció golpeado por ultras de su mismo equipo cuando intentaba proteger a un niño aficionado del Compostela, cambió la visión de muchos seguidores del Deportivo que tenían contacto e, incluso colaboraban, con los Riazor Blues. Uno de ellos, que ya no está ligado los Blues, explica que aquel episodio en la capital de Galicia fue decisivo para desvincularse de la corriente ultra. Este aficionado, que prefiere mantener el anonimato, relata que había acudido a Santiago con su pareja y sostiene que el fallecimiento de Ríos le llevó a separarse de los Blues: “Me quité de ese ambiente. No me parecía normal que muriese una persona por un partido”.

Y también se alejó del fútbol: “A día de hoy, ni siquiera voy a los partidos. Me da vergüenza y miedo”, confiesa el aficionado del Deportivo que iba a la grada de los Blues y que nunca defendió “las ideas con los puños”.

Desde que se desligó, reconoce que “ha cambiado mucho” el grupo ultra, en el que sigue habiendo hinchas de la vieja guardia, como era Jimmy, al que apodaban El abuelo, y otros nuevos miembros que la rejuvenecen.

Esos cambios generacionales los ha vivido en primera persona otro aficionado del Deportivo que lleva varios lustros como socio del club y la mayor parte de ellos en la grada de los Riazor Blues, aunque no es uno de los ultras.

Confiesa, también desde el anonimato, que la sección más peligrosa del grupo está en la parte más baja de la grada y asegura que la Policía sabe “quiénes son, dónde paran, con quién andan y qué hacen”. Él ha evitado viajes con los Blues en los que “unos cuantos saben a qué van y otros se meten desconociendo lo que les espera”.

Esa es, precisamente, una de las teorías que se manejan en la reyerta de Madrid, la que sostienen aficionados ligados a los Riazor Blues, de que al menos una parte de los que viajaban en los dos autobuses desconocían la supuesta cita para pelearse con el Frente Atlético. El aficionado fiel al Deportivo, que ha mantenido distancia prudencial con los ultras, sigue en esa grada porque le gusta el ambiente, también los cánticos y la animación, pero no la violencia.

Cerrar por dos partidos la zona de la grada en la que se instalaban los Riazor Blues es el primer paso que tomó el Consejo de Administración del Deportivo. Quizás por las críticas a su tibieza, o por las noticias que se van conociendo de la parte de culpa que tuvieron los Riazor Blues en la reyerta, el presidente del Deportivo, Tino Fernández, ha ido endureciendo su mensaje, y ahora asegura que el objetivo último es que no haya “más Riazor Blues en Riazor”.

Un deseo que comparten algunos familiares de los identificados en Madrid, como Esther, madre de Alberto. “Espero que los disuelvan”, deseó este martes a las puertas de los juzgados madrileños donde su hijo prestaba declaración tras haber sido detenido en el hospital en el que se encontraba con el fallecido.

La súplica de Esther puede cumplirse si los Riazor Blues, una vez que pase el entierro de Jimmy y se reúnan, deciden disolverse como grupo.