vitoria ? Le dijeron a Patxi Peula (01-VI-1988) que quizás era demasiado mayor para empezar con los patines, que lo normal era que el que quería avanzar a niveles importantes tenía que ponérselos a los tres o cuatro años, que es lo ideal por aquello de que, al ser más pequeños, los críos se empapan como esponjas con mayor facilidad, aprenden más rápido y paladean las enseñanzas. Lienzos en blanco. Diamantes en bruto. “Pero mi evolución fue buena”, confirma el gasteiztarra. Cuenta el velocista que sus primeros patines llegaron a su casa de casualidad, “como un regalo” y cambiaron el devenir de su vida. “Yo jugaba a fútbol con los compañeros de colegio en el equipo de la escuela y me regalaron unos patines. Creo que fue cuando tenía ocho años, porque mi primer trofeo fue en el 97 y yo andaba aún con los patines de calle. Esos fueron mis segundos patines. Aquellos me los regaló mi padre cuando llevaba un año en la escuela Jostaldi, los primeros fueron un regalo de mi tía”, rememora Peula. Aun así, la historia se asfaltó en el suelo. “Me los regalaron, bajé a la calle y, caída para aquí, caída para allá, mis padres vieron que me gustaba, me preguntaron si quería patinar y me apuntaron a una escuela. En solo un año superé los tres niveles que había allí y lo siguiente era pasar a hacer carrera. Ahí me plantearon si me quedaba con el patinaje o el fútbol, porque coincidían las competiciones. No sé si con nueve años tienes capacidad de elección, pero pienso que elegí los patines porque todo el mundo jugaba a fútbol y quería hacer algo diferente”, describe Peula.
Aquel regalo sí que le cambió la perspectiva al joven Patxi, quien agradece mecerse en la élite mundial desde hace años a “mis padres, que han sido los que me llevaron a todas las competiciones desde que empecé en esta disciplina”. Después, gran parte del esfuerzo ha sido suyo, que fue quemando etapas tan rápido como aterrizaron los patines en su vida.La velocidad se transformó en su leit-motiv. “La dedicación profesional y total hacia este deporte ha sido algo evolutivo y que va con la persona. Ha sido más natural que una decisión. Reitero que tengo que agradecer todo a mis padres, porque han puesto todo de su parte”, sostiene el gasteiztarra, quien analiza que “cuando eres pequeño empiezas en la escuela y más tarde en carreras. Los entrenamientos son distintos, empiezas a competir para divertirte y cuando vas compitiendo tienes ese nivel de superación. Cuando consigues el primer trofeo, siempre quieres otro, siempre quieres más. ¿Cuándo, en plenitud, decido seguir hacia adelante? No lo sé. Para mí, es algo evolutivo, natural, porque mis padres me dieron la oportunidad de hacerlo. Desde empezar y no saber nada hasta competir en las carreras, campeonatos de España, mi primera selección, mi primera medalla... Te vas marcando el listón. Te dices: Quiero más, quiero más”. La ambición movió el mundo de Peula hacia una modalidad desconocida para el gran público pero que él mismo reconoce que “engancha”. “Veo a amigos que lo han dejado y no hay momento fácil de hacerlo. Cuando hay una competición cerca, es un momento complicado. Este es un deporte en el que se suelta mucha adrenalina y ayuda para la vida diaria de cada uno”, confiesa.
dedicación inmensa La vida de Patxi Peula gira como las ruedas de sus patines sobre los rodamientos de la velocidad. Durante la semana en la temporada de invierno realiza alrededor de diez sesiones de entrenamiento, doblando varios días de la semana, con una duración de entre una y dos horas. “En invierno hago gimnasio tres días y bicicleta otros tres. Por la tarde, entrenamos con patines, entre una y dos horas, dependiendo del tipo de sesión. Doblamos mañana y tarde. También depende de cuándo haya competición”, sostiene el patinador alavés, quien agrega que “no es fácil compaginar la vida deportiva y la laboral. Al final, hay que separar los dos entrenamientos para tener tu descanso. Si trabajas o estudias, tienes que levantarte para ir al gimnasio a las 6 de la mañana”. En la actualidad, Patxi corre bajo la disciplina del club Marianistas de Gasteiz. Cuando compite en el extranjero, lo hace con el EOSkates francés.Estos clubes, junto a la Federación, costean los gastos de las competiciones.
el mundial de Rosario Acaba de aterrizar el alavés del campeonato del mundo de Argentina, disputado en Rosario, donde llega con la etiqueta de velocista triunfal: oro en 10.000 puntos eliminación en pista, plata en 20.000 puntos eliminación en circuito, bronce en los 10.000 puntos eliminación en circuito, un cuarto puesto en la prueba de un kilómetro y un sexto puesto en la primera prueba del campeonato, los 15.000 metros eliminación. “Para mí el Mundial se puede calificar con un diez. Quizás más de un diez. Por la forma de competir, por el nivel mundial visto otros años, le doy un sobresaliente”, certifica el gasteiztarra, quien analiza que “el patinador tiene que tener un conjunto de todo. Hay patinadores que tienen mucha fuerza, que en el gimnasio son capaces de levantar mucho peso, pero la técnica es muy importante. Hay que saber imprimir esa fuerza a los patines. Tiene que haber técnica, fuerza, ser ágil para moverte en el pelotón, ser rápido y la cabeza te tiene que funcionar muy bien. Tienes que ser muy seguro de ti mismo y hacer las cosas rápido en momentos difíciles. El patinador más completo tiene que tener todas estas cualidades”. Mientras que, para la carrera de fondo, según admite Peula, necesita que el patinador se “conozca a sí mismo”. “La experiencia de años atrás te da la oportunidad de conocer cuál es tu tope, cuál es tu velocidad máxima, cuál es tu fatiga y tu cansancio. Puedes planificar una carrera, pero puede cambiar por completo”, finaliza. Coronado en Rosario, el sueño de Peula sigue volando en ocho ruedas. No era tarde para él. Un campeón. l