Vitoria. La expedición naranja ha regresado a casa tras sus últimos kilómetros en China y la amargura en la voz de Garikoitz Bravo es evidente. El final de Euskaltel-Euskadi es doloroso e injusto para muchas personas, pero para un hombre que esta temporada cumplía su sueño de tantos años, la disolución del equipo vasco ha sido un mazazo. El de Lazkao llegaba a Euskaltel después de debutar como profesional en Caja Rural y tan solo un año después se ve sin un hueco en el pelotón. Tiene esperanza de que el décimo puesto conseguido en el Tour de Pekín le sirva para despertar el interés de algún equipo: "Saqué fuerzas no sé de dónde e intentado darlo todo en esta última carrera. No sabía si iba a ser mi última prueba de este año o de mi carrera. Ahora toca esperar a ver si sale algo y podemos continuar".
La satisfacción de su mejor resultado del año se mezcla con la decepción de ver morir a Euskaltel. "Sientes muchísima pena", confiesa Bravo, "yo he peleado durante muchos años por intentar llegar aquí, al equipo que más he admirado de pequeño. Es el equipo que más ha amado la afición vasca y, al final, solo he logrado estar aquí un año. La adaptación que estaba teniendo con los auxiliares, técnicos, masajistas y corredores ha sido buenísima, pero corta. Me da pena que me tenga que separar también de toda esa gente".
Ese sentimiento quedó plasmado en las calles de Pekín, cuando todos los corredores de Euskaltel-Euskadi se agruparon en la cola del pelotón: "Compartes entre todos las penas porque desaparece el equipo. Para muchos de nosotros supone acabar la trayectoria como profesional. Hablábamos de eso y tonteábamos sobre el futuro. Francamente, lo tenemos todos difícil. Los ocho corredores que hemos ido a Pekín no tenemos todavía el futuro solucionado y la situación está difícil".
Ver que su sueño se desmoronaba hizo mella en el ánimo del corredor guipuzcoano, pero ha sabido reponerse para terminar la temporada con un buen resultado: "Hace cuatro semanas estaba totalmente derrotado. No tenía ganas de entrenar, en casa estaba mal, no dormía? Pero le di la vuelta. Lo he dado todo en Pekín y me ha salido bastante bien. Espero que sirva para algo".
De momento, en la calle Las buenas sensaciones vividas en Asia hacen que Garikoitz mire las próximas semanas con algo de optimismo: "Hoy en día el ciclismo está muy mal. Hay muchos corredores que valen como ciclista y que se van a quedar en la calle. ¿Y por qué no yo también? Pienso que puede surgir algo, pero de momento estoy en la calle. Me quedo contento con lo que he hecho aquí. Es una vuelta World Tour y da igual que corras en China, en Marruecos o Francia. En las pruebas World Tour todos andan e intentan hacer buenas carreras para tener un futuro bueno e intentar vivir de esto. Me quedo muy satisfecho por esta décima plaza. Creo que puede ser valorada y puede servir para salvarme y continuar aquí".
Ha sido solo una temporada con su nueva piel naranja, pero Bravo tiene claro que "ha merecido la pena vivir este año". El equipo de sus sueños le ha dejado mucho más que el disgusto por su disolución: "Me quedan muchos recuerdos bonitos de este año. Destacaría momentos vividos con los compañeros, los auxiliares y la directiva en los viajes. Cuando el equipo consigue un puesto bueno en alguna prueba es muy satisfactorio para todos y vives momentos muy bonitos. Esto se ha terminado y espero que todos tengamos un futuro decente y, si no es en el ciclismo, que nos adaptemos a otra cosa".
Mientras llega su nuevo maillot, el que confíe en su talento, Garikoitz Bravo saborea lo que esta temporada se ha ganado en la carretera: "Me quedo bastante contento con lo que he hecho. Me gustó mucho el primer día de la Tirreno Adriático. Siempre que consigues una victoria secundaria te satisface mucho. En Normandía estuve dos días como líder de la montaña, que disfruté como un crío. Pero donde más he disfrutado, sin duda, ha sido en China".