Formigal. Tiene buen aspecto Vinokourov. Hace un verano que, con 38 años, se proclamó campeón olímpico en Londres para anunciar después una retirada dorada y aún le aguanta el tipo. O eso, o lo disimulan bien los vaqueros y la camisa corta a rayas que viste en Graus, antes de que la etapa parta hacia Formigal. "Sigo andando en bici", asegura. Cuatro o cinco días a la semana y 100 o 150 kilómetros diarios. "Eso y la piscina, nado mucho". En Mónaco. Sigue viviendo allí, como cuando era ciclista y pesaba "cuatro kilos menos que ahora". Dónde los esconderá.
Esos kilos le pueden pesar el reloj de pared que lleva en la muñeca y las gafas, grandes y oscuras. Tras ellas habla, bajito, la voz delgada como su figura y la mano jugando con el sillín de una de las bicicletas del Astana, como si lo echara de menos.
Vinokourov se bajó de la bicicleta pero sigue por aquí. Lleva la gestión del Astana y las relaciones con Kazajistán, el país que le venera. "Intento que el ambiente sea bueno". Con Martinelli, y claro, con Nibali, el líder de la Vuelta que ayer sufrió para mantener el rojo en Formigal pero sigue siendo el máximo aspirante a ganarla como hizo hace unos meses con el Giro, un doblete poco habitual que ya firmó hace cinco años Alberto Contador con el mismo maillot del Astana. "Pero todavía no es así", dice el kazajo; "la Vuelta se gana en Madrid y todavía quedan etapas difíciles. Aunque es cierto que Vincenzo parece el más fuerte y regular mientras Valverde y Rodríguez han hecho el Tour y quizás están un poco más fatigados".
Vinokourov ganó los Juegos con 38 años y ahora que ve a Horner pelear con Nibali por la Vuelta con cuatro años más que él entonces no deja de sorprenderse. "Va fortísimo y está siendo una pequeña sorpresa, pero tiene sus limitaciones", asegura. "Mientras, Vincenzo no es ninguna sorpresa: lleva varios años sin bajarse del podio". El italiano fue tercero en el Giro de 2010 y ganó la Vuelta de aquel año; volvió al podio del Giro en 2011, segundo tras la descalificación de Contador; pisó el tercer escalón del Tour de 2012 y el pasado mayo ganó el Giro. Ahora toca la Vuelta con los dedos. "Pero espera que queda carrera", avisa. "Eso sí, Nibali aún no está al 100%, está cogiendo la forma y confiamos en que en las próximas etapas aumente su ventaja".
"¿Landa? ¿Por qué no?" Cuando tras los Juegos se hizo cargo del equipo, Vinokourov, que había apostado por el fichaje de Nibali costase lo que costase, se fijó como objetivo ganar una grande. "Y ya tenemos una y ahora podemos ganar la Vuelta, pero también pensamos en el Mundial -Nibali es uno de los favoritos para ganar en Florencia-". Pero hay más cosas tras ese horizonte. "Está el Tour", asegura. "Será el objetivo en 2014. Debemos esperar a conocer el recorrido, pero queremos reforzar un poco más el equipo y nos quedan un par de plazas libres". Desde hace tiempo que suena el nombre de Mikel Landa, el alavés de Euskaltel que se comprometió con el conjunto kazajo después de que el equipo vasco anunciara su disolución y ahora que Alonso ha comprado la estructura con la que Landa tiene un año más de contrato no se sabe aún cuál va a ser su destino. Sí se sabe que Vinokourov le quiere. "Lo estamos viendo. Landa es un buen corredor, ¿por qué no? Es joven y puede progresar. Tenemos una buena plantilla, pero queremos reforzarnos pensando en el Tour". Landa sería una de esas piezas. Y Nieve?
De Nieve no habla Vinokourov, pero sí del futuro del Astana. El contrato con Kazajistán es para tres años más, hasta los Juegos de Río. "Pero si hay buenos resultados, el equipo va a continuar porque es una gran imagen y una gran publicidad la que hacemos de mi país", asegura el kazajo, que cuenta que los ministros del país, "cuando acaban su trabajo", se plantan frente al televisor para ver las carreras. Ayer, sufrirían con Nibali en Formigal.