Vitoria. Edurne Pasaban (Tolosa, 1 de agosto de 1973) se destapa en su biografía, que ha salido a la venta recientemente. Una retrospectiva de su desafío por coronar las catorce cimas más altas de la Tierra, reto que culminó en mayo del año pasado y con el que se convirtió en la primera mujer en alcanzar semejante gesta. Una mirada atrás en la que se descubre a la Edurne más íntima: la que se enamora, la que intenta suicidarse... y por supuesto, la que escala las más altas cumbres. Este es parte del camino que se recorre por completo en las páginas de Catorce veces ocho mil, de editorial Planeta:
Everest (2001)
Primer éxito
Fui al Himalaya para disfrutar del alpinismo, para probarme, porque parecía que era el siguiente episodio lógico en la vida de una montañista tras haber ascendido los Alpes y los Andes. Y en el Himalaya me enamoré. A esta historia de amor, que ya terminó hace años pero que recuerdo con mucho cariño, debo mi pasión por aquellas tierras (...) y, en definitiva, el hito por el que se me conoce ahora más allá de mis círculos más cercanos. (...)
Si no llego a conocer a Silvio (Mondinelli), después de aquello seguro que lo hubiera dejado. Porque realmente mi primera experiencia en un ochomil, en el Dhaulagiri, me pareció muy dura, brutal (…) Silvio y yo andábamos como tortolitos todo el tiempo (...). Sentía que estaba viviendo a tope y que cada vez estaba más enamorada y notaba de retorno la misma sensación en Silvio (…) pero en el momento de los proyectos, aparecía toda la crudeza: estaba casado, su mujer y su hijo lo esperaban en Italia. (…) Mi relación con Silvio significó no dejar el alpinismo y no dejar de frecuentar el Himalaya. Esto es un hecho. ¿Puedo decir, pues, que toda esta historia, mi hazaña de los ochomiles, nació con una historia de amor? Sin duda. (…)
A menudo me decía a mí misma: "Edurne, tú estás como un cencerro. Conoces a un tío hace unos pocos meses, te invita a ir nada menos que al Everest, ¿y tú te crees que así por las buenas lo vas a poder subir, con lo que te costó el Dhaulagiri el año pasado? (…)
No dormí ni un minuto a causa de los nervios: pensar que si todo iba bien a la mañana siguiente coronaría el Everest, mi primer ochomil.
Makalu (2002)
Descubriendo la parte menos buena de la montaña
El Dhaulagiri fue la primera expedición en la que fallecía un compañero mío (Pepe Garcés). (...) Llegamos al campo base. Y allí sí que nos quedamos destrozados; todos los miembros de la expedición lloramos desconsoladamente, sobre todo en el momento en que tuvimos que ir a recoger la tienda de Pepe, guardar su ropa y hacer con ella un paquete. Nunca las cuentas dolieron tanto: habíamos llegado cinco y nos íbamos cuatro. (...)
Aquella expedición al Makalu de 2002 (...) es una de las más complicadas que he hecho en mi vida. (...)
De repente, uno de los sherpas se acercó y nos dijo que habían llegado unos guerrilleros (...) irrumpieron en el aula dos chavales muy jóvenes, armados con fusiles y granadas, y tras anunciarnos lo que ya sabíamos, es decir, que eran maoístas, nos exigieron que les entregáramos todo el material que llevábamos (...).
Al cabo de unos días nos despedimos en Katmandú, como en cada expedición, nos dimos un hartón a llorar. No pronunciamos si quiera una palabra que aludiera a la ruptura. No, aparentemente todo estaba como siempre, pero en realidad aquellas lágrimas tenían el sabor de algo que se termina. (...) Y esta sensación persistió en las llamadas telefónicas que nos prodigamos en las semanas siguientes, hasta que en una de ellas, me dijo que su mujer estaba embarazada, que debía tomar una decisión y que, en realidad, ya lo había hecho.
Cho Oyu (2002)
Un punto de inflexión
Una vez terminada mi relación, decidí que iría al Himalaya, a pesar de que ya no estuviera Silvio. En cierto modo, ya tenía el veneno del Himalaya dentro, me lo habían inoculado, y lo que deseaba más que nada en el mundo era seguir viviendo aquellas experiencias y demostrarme que podía hacerlo sin alguien que me tutelara. Puede parecer banal, pero aquello era para mí, una prueba que superaba el reto alpinista: era como madurar de golpe, tomar las riendas de mi destino, aceptar las responsabilidades sin delegarlas en nadie más. Y la prueba había de ser el Cho Oyu. (...) La ascensión fue modélica, me encontré tan bien conmigo misma como nunca me había encontrado antes.
lhotse (2003)
Cuarto 'ochomil' con las mejores sensaciones
Ahora que había que atacar el Lhotse, esta sensación se encontraba en su punto más álgido y, de hecho, me permitió cumplir la ascensión deseada con una impresión de confianza muy alta. El 26 de mayo de 2003 podía contar ya con cuatro ascensiones a cumbres de 8.000 metros (...). Tal vez en aquellos años, me encontré mejor que nunca. En el Lhotse, sin ir más lejos, incluso marcaba yo el paso a Iván Vallejo.
Gasherbrum II (2003)
La primera ascensión con 'Al filo de lo imposible'
En Al filo de lo imposible han intentado siempre que han podido que cada expedición, es decir, que cada programa que iba a emitirse, tuviera uno o varios atractivos además de la pura ascensión. En este caso la propuesta de Juanito (Oiarzabal) era la de que protagonizaran la ascensión a los Gasherbrum dos mujeres, algo que el programa no había explotado en absoluto hasta entonces. Y para ello me propuso a mí, además de a una escaladora suiza, Marianne Chapuissat, que tenía el honor de ser la primera mujer que había realizado un ascenso a un ochomil en invierno, en concreto el Cho Oyu.
Gasherbrum I (2003)
De seguido, el sexto
Parece mentira lo que unas pocas palabras, pronunciadas en el momento adecuado, pueden hacer para darte un suplemento de fuerzas, para estimularte en vistas al empujón final. Muchas veces, la gente me pregunta qué siento al coronar la cumbre de una montaña que me ha costado tantos esfuerzos. Y, de hecho, las mejores sensaciones, las que me dejan un mejor recuerdo, son estas, las que se producen en el instante justo, en este caso, unos metros antes de la cima, cuando alguien te transmite una energía que necesitas, o cuando de repente sientes una comunión total con esta persona que te alimenta esta emoción y, a través de ella, con el resto del equipo, la montaña y la misión que estás llevando a cabo.
K2 (2004)
Toparse con la muerte cara a cara
Por aquel entonces yo no tenía en mente ir tachando un ochomil más, ir sumando montañas una a una hasta completar las catorce. Pensaba simplemente en aprovechar que las cosas me estaban saliendo bien y que podía irme dedicando cada vez más a lo que más me gustaba, la montaña. Pero no había planeado en ningún momento que en aquel instante de mi trayectoria tocara justamente el K2. De hecho, quizá no me encontraba lo suficientemente preparada o con la seguridad necesaria para planteármelo personalmente. (...)
Lo que sucedía, además, era que por primera vez estaba dejando atrás, en casa, a la persona a la que amaba, con la que había comenzado una relación. (...) Una persona de la que estaba muy enamorada (...) Había momentos en que me decía: "¿Y a mí qué me importa el K2? Si lo que quiero es estar con mi novio, vivir como una persona normal, fundar una familia". (...)
El caso es que, sin darme cuenta, me adormecí, ni siquiera recuerdo cuánto tiempo debí de pasarme sentada allí, hasta que Juan (Vallejo) me encontró exhausta, dormida. Llevaba 21 horas a más de 8.000 metros, sin oxígeno, sin parar de caminar, con apenas medio litro de agua y habiendo comido tan sólo una barrita energética. Cuando alguien me pregunta si he estado a punto de perder la vida alguna vez, les digo que sí; en esta ocasión, por ejemplo, pero no fui consciente de ello. (...)
Juan hizo un esfuerzo sobrehumano y sin lugar a dudas, me salvó la vida. (...)
Yo perdí dos falanges del dedo índice de cada pie y Juanito (Oiarzabal) los diez.
Nanga Parbat (2005)
Una nueva cima antes de sufrir una fuerte depresión
La verdad es que estaba muy fuerte (...) y llegamos a la cima del Nanga Parbat muy bien. (...)
Hasta mi ruptura, yo me había planteado una vida sentimental muy estable. (...) Y al romper, todo aquello se había desmontado. (...) Pensaba que no deseaba sufrir por un amor roto. (...) Empezó una auténtica lucha en mi interior. (...) Una parte de mí me decía que la montaña ya se había terminado para mí, que la montaña era la culpable de que yo no tuviera una vida más estable y de que los hombres no me quisieran (...).
-¡Ama, no puedo más! ¡Yo quiero morirme!
- Quiero que me metáis en algún sitio. (...)
Y así fue como decidieron ingresarme en el hospital de Pamplona. (...) Y me llevaron a la sección de psiquiatría. (...)
Poco a poco, fui mejorando, gracias también a los antidepresivos. (...)
Pero no estaba curada todavía, y de hecho un día caí en lo más profundo del pozo. (...) Cogí los frascos de antidepresivos, volqué en el hueco de mi mano la máxima cantidad que pude y me los tragué, mientras, de la manera más torpe posible, intentaba cortarme las venas de la mano izquierda. (...) Tuve tanto miedo que llamé de inmediato al teléfono de urgencias.
Broad Peak (2007)
Nace la idea de conquistar los catorce 'ochomiles'
Al bajar del Annapurna había albergado ya el plan y el deseo de formar un equipo para este proyecto que no se había concretado del todo pero que estaba empezando a cobrar forma en mi mente, el desafío 14x8.000.
Fue realmente una de las veces en las que en la cumbre se han concentrado más emociones, ya que, aunque a mí ya me parecía un auténtico veterano, Asier (Eizagirre) coronaba, al llegar a la cima del Broad Peak, su primer ochomil. Por otra parte, Silvio acababa los catorce (...) y finalmente para mí fue muy emocionante llegar a la cumbre junto a Gerlinde (Kalterbrunner).
Dhaulagiri (2008)
Una victoria que se resistió
Aquella montaña nos había costado tres intentos. (...) Había sido mi primera montaña y en aquella ocasión todo había salido mal. Ahora hacíamos cumbre, diez años más tarde.
Manaslu (2008)
Una ascensión sin dificultades
La ascensión no tuvo grandes complicaciones, a pesar del mal tiempo típico de esta montaña, por culpa del cual el índice de víctimas es más elevado casi que en cualquier otra. Solo teníamos que procurar subir a la cumbre real del Manaslu.
Kangchenjunga (2009)
Otra vez acecha la muerte
Ya no podía más. Me senté, tiré la mochila y les dije:
-Dejadme aquí, ya no puedo continuar.
-Venga, venga, Edurne, que puedes, me decía Alex (Txikon) mientras me iba animando como a un niño, dándome besos, abrazándome. Pero yo recuerdo que más que animarme, aquella atención me agobiaba, sólo quería que me dejaran en paz.
Al final decidieron abandonar las mochilas y entre Ferran (Latorre) y Alex, me llevaron a rastras, tal cual. (...) Yo seguía insistiendo, llorando, que me dejaran allí. Pero Alex, que se portó como un auténtico héroe, no dejó que desfalleciera. (...)
Annapurna (2010)
A ser la primera
En aquel momento ya pensábamos, obviamente, que valía la pena ser los primeros en terminar el reto. Había quien me decía: "Estás entrando en una competición, y habías dicho que lo importante era terminar y no el lugar en el que lo hacías". Pero tal y como me veía en 2010 (...) veía que si tenía oportunidad de terminar la primera, iba a intentarlo.
Mi relación con Miss Oh siempre ha sido cordial. (...)
Shisha Pangma (2010)
Sueño cumplido
Cuando llegué a la cumbre no me hacía mucho a la idea de que se había terminado el desafío. Es verdad que lloré, pero casi era porque veía que me felicitaba todo el mundo. (...) Pero íntimamente no tenía la sensación de haber acabado. (...) Lo estoy viviendo mucho más ahora. (...)
Messner me escribió. (...) En su mensaje me felicitaba y me decía que lo importante era la vida, no haber terminado los catorce ochomiles. (...) Que los reconocimientos y las malas críticas no dependían de mí. Pero el esfuerzo y el sacrificio sí eran míos.