EL domingo fue un diazo. Salimos con la intención de montar el Campo 1 a 7.100 metros, pero con muy pocas esperanzas de conseguirlo. Lograr hacer un depósito de material por encima de 6.800 ya hubiera estado muy bien, a 6.900, fenomenal. Pero el caso es que dejamos una tienda montada, con gas, cocinas, sacos y esterillas a ¡7.100 metros! Si al salir de casa me dicen que para esta fecha íbamos a tener montado el C.1 no lo creo. La cosa no puede ir mejor.

Ahora bien, que nadie piense que se regala nada. Estuvimos casi nueve horas non-stop. Al C.1 llegamos arrastrándonos como gusanos y seguramente forzamos demasiado. Hubiera sido más prudentito hacer un depósito más abajo. Al llegar al Campo Base Avanzado parecía que volvíamos de la guerra. Pedro vomitó…Por una vez estuve el que más entero de los tres así que estoy muy contento, por el campo instalado y con mi rendimiento. ¡Ahora sólo hace falta que no se lo lleve el viento!

La subida no puede ser más espectacular, entre enormes seracs, bloques gigantescos de hielo colgados, aunque por lo mismo es un tanto peligrosa. Y va a haber que cruzarla unas cuantas veces. Hasta el momento no estoy teniendo ninguna sensación de masificación. Hemos estado la mayor parte del tiempo solos. Quizás sea que las hordas estén por llegar, pero de momento se está muy bien. Nos hemos ganado dos días de descanso.

Hoy lunes -por ayer- el viento ha soplado fuerte toda la noche y sigue soplando todo el día. Te hace consciente de la fragilidad de este mundo de tela en el que estamos instalados. Además es difícil dormir con la tela de la tienda todo el rato flameando y come bastante la moral.

Los alemanes Andreas y Rolf han intentado llegar al Campo 1, como nosotros el domingo, pero con el viento les ha ido peor. Rolf ha desistido y ha llegado temblando como un pollito. Se ha quitado los guantes con aprensión. Falsa alarma, las congelaciones pueden esperar.