La gira 'Algo está ardiendo' no para. A la espera de que se publique un nuevo disco de Burning, el grupo madrileño sigue pisando escenarios de aquí y de allá a punto de soplar las 50 velas de su particular tarta rockera. Johnny Cifuentes regresa dentro de este tour a Gasteiz después de ser uno de los protagonistas de aquella edición especial del ARF que se llevó a cabo en el Iradier Arena. “Tocar rock and roll, con la gente sentada, parada, con las mascarillas, fue como irreal”, recuerda. Nada que ver con lo que sucederá este día 7 en la Jimmy.

Cualquier otro, con tanta trayectoria detrás, hubiera decidido, con la pandemia, dejarlo y dedicarse a la ‘dolce vita’.

Es el contacto con la música. Es algo que se te mete en el cuerpo y ya está. A mí me pasó cuando era adolescente. Empecé a conectar con todo lo que había por ahí y decidí quedarme con una, aunque al principio no fuera demasiado en serio. Comencé a escuchar mucha música, a conocer gente, a hacer tu grupo. Al principio, era un grupo de amigos. No pensaba más que en pasarlo muy bien y poder ligar con alguna chica que, de otra forma, no me hubiera hecho caso. Pero al final las cosas fueron sucediendo y la música se convirtió en algo como ingresar en una secta: vives, duermes, te manifiestas con ella. Claro, cuando no has conocido otra cosa tan magnífica, tienes que seguir. He decidido seguir hasta que el cuerpo aguante, sobre todo teniendo en cuenta el momento tan álgido en el que está Burning. Mira a nuestros queridísimos Stones. Aguantan no porque les haga falta la pasta. Es que quieren seguir soñando, viajando y recibiendo lo que les da la gente.

Se dice pronto, pero el grupo está a nada de cumplir 50 años.

En primavera los cumpliremos. Los últimos 45 se me han pasado rapidísimo (risas). Jamás hubiera pensado en llegar a esto. Haremos un concierto aquí en Madrid. Uno de los discos que más nos lanzó hacia arriba fue el directo del 91 que grabamos en nuestra ciudad y volveremos a hacer ese repertorio. Además, a eso se unirá que estoy terminando el nuevo álbum, que saldrá dentro de no mucho.

A los conciertos va gente que no había nacido en los 70, 80, 90... ¿tiene que ser curioso ver a los espectadores desde las tablas?

En el escenario, entre las gafas, los focos, la emoción y la adrenalina, veo poco (risas). Yo también soy espectador de conciertos. Muy habitual, además. Y ves que el público va sumando a nuevas generaciones. Sigo pensando que el rock, y todo lo que significa, es la música más auténtica. Es con la que yo más gozo y queda una legión de personas que piensa igual. A la gente que siempre nos sigue y a quienes se han ido sumando, no puedo hacer otra cosa que darle las gracias por el calor que nos hacen sentir. Es una gozada seguir en esta misión sagrada de salvar esta música que se llama rock and roll.

Seguro que mucha gente a lo largo de los años se le ha acercado para decirle que con esta o la otra canción ha vivido momentos muy íntimos y especiales.

Eso es lo que me da gasolina para seguir. Ni sé cuántos comentarios de esos habrá habido. Todos sabemos el camino de Burning, la carretera, el peaje que se ha pagado, pero en la balanza siempre está lo positivo. No veas la de sitios y gentes que he conocido. La de noches interminables que he vivido. Cuando me vaya, me iré bastante repleto.

Si algún joven, como aquel adolescente Juan Antonio de principios de los 70, se le acerca hoy y le pide un consejo para, en la época del trap y de la música urbana, dedicarse al rock...

Lo primero, que escuche mucha música, mucha. Es importante también que se haga con un instrumento y trate de sacar algo de música. Que empiece a envenenarse mágicamente de esto. De todas formas, la gente que está escuchando ahora trap o urbana, si de verdad es melómana, abandonará esas modas y seguirá por el camino del R&B y el rock. Es que es la piedra filosofal.

Meterse en la furgoneta con tipos no muy recomendables, salir de gira, subirse a escenarios de todo tipo y ¿a por otros 50 años?

(Risas) No lo sé. No se trata de mirar atrás o adelante. Estamos abocados al presente, no queda otra. Tienes razón en que me toca viajar con unos tipos poco recomendables, pero resulta que conforman una magnífica banda. El grupo está en un momento realmente bueno. Lo que me gusta de los conciertos es que nunca sabes lo que puede llegar a pasar. Es una gozada vivir eso con esta gente. Esto no es un rollo robótico, ahí está lo bueno.

En 50 años han cambiado muchas cosas en el mundo de la música. Ahí están las redes sociales, por ejemplo. ¿Cómo se mueve en ellas?

No soy muy de eso. Prefiero estar tocando algo, escribiendo o leyendo. Pero las redes sociales son necesarias, eso lo tengo claro. En mi caso, lo lleva bastante mi hija. Si ella me dice que tengo que escribir algo o hacer algún vídeo, ahí estoy. Las cosas van por este camino y no queda otra que seguirlo para intentar seducir a la peña. l