Con cambios en el programa inicial llegó la penúltima doble sesión en Mendizorroza, aunque, todo hay que decirlo, la baja de última hora de The Bad Plus no se notó en la taquilla. Con algo más de media entrada, antes de que comenzasen los conciertos todavía en muchas conversaciones del público estaba la granizada del jueves. Todo antes de vivir una noche protagonizada por Melissa Aldana y Kandace Springs.
Le tocó poner todo en marcha a la última en llegar. Recién llegada de Nueva York y si casi tiempo para nada, Aldana tuvo el complicado papel de sustituir al cuarteto, además con un grupo de circunstancias compuesto por quienes a lo largo de esta semana están protagonizando el Jazz de Medianoche en el Ciudad de Vitoria, es decir, Aaron Diehl (piano), Aaron Kimmel (batería) y David Wong (contrabajo). Es importante tener esto en cuenta a la hora de valorar el concierto que abrió la noche, porque los protagonistas casi no tuvieron oportunidad previa de encontrarse y aunque los cuatro están acostumbrados a todo tipo de situaciones, no hay que perder de vista esta circunstancia.
A favor de Aldana jugaron tres cosas. La primera, que la saxofonista –que se estrenó por primera vez en Vitoria en 2014 cuando tenía 26 años– tiene ya recorrido y tablas suficientes para salir del paso ante cualquier situación. La segunda, que sus compañeros de excepción cuentan también con una calidad y una capacidad como para amoldarse a todo. De hecho, llevan todos estos días siendo los anfitriones de las jam sessions en el hotel (el miércoles por la noche, por ejemplo, se les unió el saxofonista Immanuel Wilkins tras su concierto en Mendizorroza). Y la tercera, que el público estaba por la labor, que no es poco.
De todas formas, no habría que entender este concierto como una actuación de mínimos para salir del paso. Para nada. Los cuatro consiguieron dar sensación de compenetración y saber hacer. De trámite, nada de nada. Otra cosa es que en circunstancias normales, si los cuatro vinieran de compartir un proyecto conjunto, la propuesta hubiera dado para más, seguro.
Talento a seguir
Tras el descanso de rigor, le tocó hacer acto de presencia a una Kandace Springs que, en los planes iniciales, tenía que haber sido la primera en aparecer ante el público. Había mucha expectación por encontrarse con la pianista y cantante de Nashville, una creadora que en los últimos diez años ha construido una carrera más que interesante.
Muy bien acompañada sobre las tablas del polideportivo –aunque les sobraron los momentos de autopromoción de sus perfiles en redes sociales–, la intérprete supo llevar el concierto justo por donde quería, dejando momentos de gran belleza y sutileza, pero también instantes de energía y diversión. Springs puso sobre la mesa todas sus cartas y eso el público lo agradeció, aunque no todo el mundo salió convencido.
La pianista y cantante hizo del polideportivo su campo de juegos, un lugar para pasarlo bien, que en los tiempos que corren parece casi un milagro. Fue Mendi un club en el que disfrutar sin más pretensiones. A veces se olvida que la vida también es sentirse bien, hacer coros y dejarse mecer por la música.