Tras publicar nuevo disco el año pasado, los alaveses Kaos Etiliko quieren en este 2023 tener un especial recuerdo a su primer álbum, un No hay agua que hoy sigue siendo una referencia para la escena punk. Con él bajo el brazo, la banda de Agurain actúa este viernes en la sala Jimmy Jazz, quedando todavía entradas disponibles.

¿Qué se va a encontrar el público?

–Queríamos hacerle un pequeño homenaje al primer disco. Para mí, y creo que para mucha gente, el No hay agua es un discazo que ha dejado huella. También tocaremos cosas de Porsupueston! y del nuevo trabajo, Revuelta.

¿Sorpresas?

–Como siempre (risas). Nos llevaremos a unos chavales de vientos para tocar en algún que otro tema. Y creo que contaremos también con Sumé (La Polla Records). Le gusta venir con nosotros de vez en cuando y para la banda es un auténtico placer que lo haga. A partir de ahí, la gente se encontrará con un directo potente que no va a pasar desapercibido para nadie.

¿Ha aguantado bien el paso del tiempo ‘No hay agua’?

–Sí, sí. Es un disco que en su día caló bien y que todavía es muy querido por el público. La realidad es que los conciertos que hemos hecho hasta ahora están teniendo muy buena aceptación. Esperemos que así siga.

Pero hoy habrá en los conciertos gente que hace 25 años ni existía.

–Pues sí. Lo bueno que tenemos es que nos encontramos público de todas las edades. Abarcamos tanto a chavalicos jóvenes, a esa nueva generación, como a peña que ya tiene nuestra edad o más. Hay chavales que vienen y que tienen ahora 18 o 20 años, pero se saben las canciones como cuando salieron.

Había letras en aquel álbum que trataban problemáticas políticas y sociales que, se supone, 25 años después deberían estar solucionadas. ¿Que no sea así habla un poco mal de nosotros, no?

–Habla fatal. Es una puta pena. Para algo hacemos también los temas, para que calen en la gente y se genere un poco de conciencia. Tristemente estamos en la misma era de trogloditas. No ha cambiado mucho la cosa y es una pena. Pero nosotros vamos a seguir haciendo canciones para concienciar un poco a la gente y que así hagamos las cosas un poco mejor de lo que están. Hay problemas en los que hemos ido a peor, de hecho.

¿Cuáles son los planes para este 2023?

–Tocar, tocar y tocar todo lo que podamos y más. Nos gustaría, porque lo tenemos pendiente, cruzar el charco. No sé si será en este 2023 o ya en 2024. Iremos cuando sea el momento adecuado. Pero más allá de eso, la idea es tocar por todo el Estado. Mucho y bien. Y darle el mejor posible homenaje a nuestro primer disco.

Es decir, que no hay planes para volver al estudio de momento.

–Yo no salgo del estudio, en realidad (risas). Tengo a la mujer y a los pobres txikis un poco descuidados. Si no es por una cosa es por otra, pero siempre estoy en el estudio. No sé estar quieto y aunque no tengamos un álbum entre las manos, estoy continuamente creando, sacando temas. En eso ando y no me gusta dejarlo de lado. Es un trabajo que si lo dejas un tiempo, cuesta retomarlo. Si pasas uno o dos años sin crear nada, se te oxida la máquina. Así que se trata de estar creando de manera continua. No descarto tampoco que vaya apareciendo material nuevo. Me gusta que eso pase cada año y medio, o algo por el estilo. Otra cosa es que tenga que ser un disco como tal. Se trata de estar ofreciendo también cosas nuevas a tu gente.

Seguro que dice que les tiene cariño a todas por igual, pero si se tuviera que quedar con una canción de ‘No hay agua’, 25 años después sería...

–Me pillas (risas). Lo has dicho, las quiero a todas por igual. Pero sí que te diría que le tengo un especial cariño a La Gran Chingada. Es un tema que salió en la presa de Opakua una calurosa tarde de risas con buena gente hablando de las cosas de adolescentes.