Son conscientes de que la propuesta puede ocasionar incluso rechazo, pero la idea que subyace en todo el proceso previo y en su materialización final pasa por “romper el esquema del espectador”. En él se fija en la mirada, además escogiendo el lugar con toda la intención. “Queremos poner el foco en el publico, que cada uno ponga el final” a Las sombras de la memoria, que ayer por la tarde quedó inaugurada en el bar Warhol, donde permanecerá hasta el 23 de enero.

A simple vista, unos cables que el local suele utilizar como soporte para las obras que acoge de manera regular dentro de su ya veterana y conocida agenda expositiva son lo único presente. Pero la instalación va ofreciendo más pistas a nada que cada persona quiera dejar que la curiosidad le lleve. Cada pieza tiene su correspondiente tarjeta descriptiva, más allá de que en la entrada a la muestra no falta el tradicional texto explicativo y también se ha realizado un vídeo para la ocasión, y se han registrado una serie de audios.

“Se trata de abrir la mirada más allá de lo aprendido; nuestra memoria, lo que a lo largo de los años nos han ido enseñando sobre cómo debemos ver, hace que vayamos a un museo, por ejemplo, un tanto encorsetados”, una dinámica que aquí y ahora se quiere romper por parte del colectivo Kultur Buru, donde coinciden Javier Hernández Landazábal, Daniel Castillejo, Patxi Mínguez, Pedro Gorospe, Brenan Duarte, Alberto Mínguez, Txus Iparragirre, Yolanda Bilbao e Iñaki González-Oribe. “Llamamos a la curiosidad” en un proyecto que nació tras desmontarse en el local de la calle Francia la última exposición que protagonizó Michel Martínez Vela. Su única huella fueron los cables que quedaron a la espera de ser recogidos o usados en la siguiente muestra.

De conversaciones sobre esos hilos abandonados en apariencia que generaban una serie de sombras en la pared del local, empezó a surgir la idea de una propuesta que, además, tiene dos referencias iniciales. Por un lado, Marcel Duchamp y la reflexión en torno a que es el espectador quien hace la obra. Por otro, August Strindberg y la sugerencia de que el artista es quien pone la mirada donde otros la apartan. A partir de ahí y del concepto del extrañamiento se establece esta invitación a terceros para hacer entre todos la muestra.

La obra y el sitio

De hecho, la elección del Warhol no es una casualidad. Es un espacio en el que desde hace años se lleva a cabo una intensa agenda de exposiciones de artistas locales, un local por el que han pasado infinidad de creadores que también tienen aquí, en muchos casos, un lugar de encuentro a nivel personal. Además, el hecho de ser un bar ayuda a este proyecto, pues es salirse de los locales que, en teoría, son habituales para el arte, es decir, museos y salas de exposición. “Vamos a ver cómo responde la clientela, habitual o no, a la propuesta, aunque ya nos están llegando reflexiones bastante interesantes y eso que no ha hecho más que empezar”.

Tiempo hay de aceptar el juego, que no reto, que se plantea un colectivo que ha nacido de manera puntual para desarrollar esta iniciativa, sin descartar que pueda tener un desarrollo futuro y sin obligarse a que tenga que ser así. Por ahora, desde esta idea que quiere provocar, lo que se hace es invitar al público a reflexionar tanto sobre el arte como en torno a la memoria en su concepto más amplio.